Tal día como hoy del año 1713, hace 307 años, en Utrecht (Países Bajos) y en el contexto de la última fase de la Guerra de Sucesión hispánica (1701-1715), se firmaba el tratado de paz entre las coronas británica, por un lado, y castellana, por el otro, que pretendía poner fin al conflicto. Aquel tratado era parte de un paquete más amplio, denominado Tratado de Utrecht, formado por las negociaciones y acuerdos bilaterales entre la alianza borbónica de las dos coronas (Francia y Castilla) y cada una de las diferentes potencias del partido austriacista que habían combatido en aquel conflicto (Austria, Gran Bretaña, Portugal, Países Bajos y Saboya).

Uno de los puntos más discutidos de aquel tratado había sido el Título XIII. En este punto, los negociadores británicos proponían un acuerdo entre Catalunya y la monarquía hispánica que consistía en retroceder al escenario de las Cortes de 1701 (previamente al estallido del conflicto en la península Ibérica): Felipe V juraba de nuevo las Constituciones catalanas y las instituciones del país devolvían al Borbón el cargo de conde de Barcelona. Pero Felipe V se negó en redondo, poniendo en peligro el éxito de aquellas negociaciones. Con anterioridad, la reina Lluïsa Gabriela había proclamado que era capaz de "tirar a sus hijos por el balcón de palacio, antes que perdonar a los catalanes".

Felipe V, por su parte, prefirió ceder a una empresa privada de Londres el "Asiento de Negros" (la mejor parte del negocio hispánico en América), antes que aceptar el Título XIII. Simultáneamente, su cancillería desplegó una campaña patriotera que prometía arrasar Catalunya. El cambio de denominación del conflicto Guerra o Revuelta de los Catalanes (1713-1714), que pretendía justificar la masacre de la población civil y del aparato económico catalanes, formaría parte de esta campaña; que, siempre, contaría con el apoyo de Luis XIV de Francia, su abuelo y valedor; y curiosamente uno de los grandes beneficiarios de la erosión patrimonial del erario hispánico.