Tal día como hoy del año 1708, hace 317 años, y en el contexto de la guerra de Sucesión hispánica (1701-1715), la Sala de Contractacions de la Casa de la Llotja de Barcelona acogía la primera representación de ópera de la historia de Catalunya y de la península ibérica. La víspera de aquel acontecimiento, Carlos de Habsburgo —conde de Barcelona desde las Corts y el juramento de las constituciones catalanas del 9 de noviembre de 1705—, se había casado con Isabel-Cristina de Brunswick… Después de la boda, Barcelona —que desde 1705 era la sede de la cancillería Habsburgo de las Españas— se convertiría también en la residencia real de Carlos e Isabel.
Precisamente, aquella representación era un regalo de bodas de Carlos a Isabel y se titulaba: Il più bel nome nei festeggiarsi il Nome felicissimo di sua Maestà Cattolica Elisabetha Christina Regina delle Spagne (El nombre más bello a celebrar, el nombre muy feliz de su Majestad Católica Isabel Cristina, reina de las Españas) obra del compositor veneciano Antonio Caldara, una de las figuras más destacadas del panorama operístico europeo. El libreto era obra del poeta parmesano Pietro Pariati, y el atrezo corrió a cargo del arquitecto y escenógrafo boloñés Ferdinando Galli da Bibbiena. Y los músicos que interpretaron aquella ópera eran barceloneses y vieneses.
Aquella ópera se representó en la Sala de Contractacions de la Casa de la Llotja por varios motivos. Porque era un espacio lo bastante grande como para alojar a todas las autoridades de la ciudad y del país que tenían que estar presentes en aquel acto, y por la extraordinaria sonoridad de aquella sala. Según las crónicas de la época, aquella representación de ópera tuvo unos efectos muy positivos. Isabel enseguida se adaptó a la vida de Barcelona. Y durante los años que estuvo en la capital catalana (1708-1713), demostró que era una gobernante perfectamente capacitada para dirigir una cancillería compleja como la Habsburgo en tiempos del conflicto sucesorio.
Entre 1708 y 1711, Carlos pasó más tiempo fuera que dentro de Barcelona. Los distintos frentes de guerra peninsulares reclamaban, al menos, su atención, cuando no su presencia. Las anotaciones en los Dietaris de la Generalitat son muy favorables a la gestión de Isabel, quien, cuando Carlos abandonaba Barcelona, quedaba como regente del Principat y de las Españas austracistas. Y a partir de 1711, tras la precipitada huida de Carlos (en busca de la corona vienesa), los Dietaris de la Generalitat, de nuevo, revelan que Isabel fue capaz de gobernar con una formidable serenidad, a pesar del hedor a derrota que desprendía la cancillería.