Tal día como hoy del año 1936, hace 89 años, en Barcelona; las fuerzas leales a la Generalitat y a la legitimidad republicana (Mossos d'Esquadra, Guardia de Asalto, Guardia Civil y los milicianos de partidos y sindicados previamente armados), rodeaban y forzaban la rendición del último reducto golpista en la ciudad, en el edificio de la Capitanía General (en el Paseo Colón). Con la rendición y detención de este grupúsculo concluía la guerra urbana iniciada el día anterior a primera hora de la madrugada (19 de julio) que se había saldado con quinientos muertos. Barcelona sería la única ciudad del territorio republicano que derrotaría por las armas el golpe de Estado militar.

A partir de aquel momento se fijaron los nuevos pesos del poder y las nuevas prioridades políticas. El sindicato anarquista CNT-FAI, que se había convertido en la primera fuerza armada en la retaguardia republicana catalana (solo en Barcelona disponían de más de 3.000 armas largas), impuso la formación del Comité de Milicias Antifascistas, que se convertiría en el gobierno de facto del país. La CNT-FAI no tenía ningún tipo de representación en el Parlamento, pero sus líderes —como Joan Garcia Oliver, Buenaventura Durruti o Francisco Ascaso— pasarían a controlar al Comité —que equivalía a decir el gobierno. Algunos historiadores califican esta maniobra como un golpe de Estado dentro de otro golpe de Estado.

Durante aquella jornada se produjeron una serie de hechos que anticipaban lo que sería el "Régimen del Terror" impuesto por los anarquistas (julio, 1936 – mayo, 1937). Durante el asalto de los milicianos al cuartel de Drassanes, Francisco Ascaso recibió un tiro en la nuca mientras encaraba a los golpistas que disparaban desde el interior del edificio. Nadie se creyó la versión oficial, que sostenía le habían disparado en el momento en que se había girado de espaldas. Tanto el poder político catalán como la opinión pública catalana vieron una mano negra —probablemente alguien muy próximo a Durruti o el mismo Durruti, que le habría disparado a bocajarro para acabar con el debate sobre el liderazgo militar del sindicato.

Después de la rendición de la Capitanía General, las fuerzas leales a la Generalitat capturaron al cabecilla de los golpistas, el general Goded y, también,aunque no se sabría hasta pasado medio siglo, al teniente José Seco Martínez que, el día anterior, en los combates en la plaza Catalunya, había asesinado a sangre fría a dos mossos de escuadra. Los golpistas capturados fueron recluidos en el barco-prisión Uruguay, anclado en el puerto de Barcelona, y pocas semanas después fueron juzgados y condenados a muerte. Tanto Goded como Seco fueron fusilados, aunque el segundo no lo sería por los asesinatos que había cometido, sino por su participación en el golpe de Estado.