Tal día como hoy del año 1712, hace 311 años, en Barcelona, moría el comerciante, político e historiador Narcís Feliu de la Penya i Farell, que había sido una de las figuras más destacadas de la Revolución austriacista de 1705. Feliu de la Penya había sido encarcelado durante la oleada represiva desplegada por el virrey Fernández de Velasco contra personas e instituciones disidentes del régimen borbónico. En Barcelona, en Reus y en Mataró —principales centros fabriles del país— había importantes núcleos de contestación al régimen de Felipe V por la prohibición de comercio con Inglaterra y los Países Bajos, en aquel momento los principales socios comerciales de Catalunya. Y en la Catalunya interior, los productores agroganaderos de materia prima destinada a elaboración/confección y exportación de tejidos y de alcoholes habían creado importantes focos de disidencia.

Feliu de la Penya formaba parte de la élite mercantil de Barcelona, junto con personalidades como Arnold Jager, el exportador neerlandés naturalizado catalán y ciudadano honrado de Barcelona, que, por su origen y por su actividad, fue duramente represaliado y presentado como público escarmiento por el régimen borbónico. Feliu de la Penya había sido el fundador de la Compañía Mercantil de la Santa Cruz (1680), destinada al comercio internacional con las potencias atlánticas y la primera iniciativa de estas características en Catalunya y en el edificio político hispánico. Y había sido un observador privilegiado en las negociaciones entre Felipe V y las instituciones catalanas, en las cortes que lo proclamarían conde de Barcelona (1701). Feliu de la Penya había escrito que aquellas cortes "habían sido las mejores que habían negociado nunca los catalanes".

Feliu de la Penya murió en 1712, cuando las potencias de la alianza internacional austriacista ya negociaban con las monarquías borbónicas francesa e hispánica el fin del conflicto, y cuando la Guerra de Sucesión en los campos de batalla peninsulares ya se había empezado a inclinar a favor del bando de Felipe V. Murió con 70 años, una edad muy avanzada para la época, y no vivió ni el asedio ni la caída de Barcelona. No obstante, dejó constancia escrita de los hechos que condujeron a la Revolución austriacista de 1705 y a la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1714/15). Con Feliu de la Penya se fue el representante más destacado de la corriente ideológica y económica denominada proyectismo catalán, surgida durante la Guerra de Separación de Catalunya (1640-1652/59), cuya máxima era "Catalunya, la Holanda del Mediterráneo".