Tal día como hoy del año 1640, hace 385 años, y en el contexto de la crisis social, política y económica que había provocado la Revolución de los Segadores (07/06/1640) y que precipitaría el estallido de la Guerra de Separación de Catalunya (1640-1652/59), el Dietari de la Generalitat consignaba una misiva que el gobierno del país (el president, el conseller-protector y el diputado de villas y ciudades y sus respectivos oidores-secretarios) enviaban al virrey hispánico Enrique de Aragón, duque de Segorbe y conde de Empúries, nombrado pocos días antes para relevar al conde de Santa Coloma, asesinato cuatro semanas antes durante la festividad revolucionaria del Corpus de Sangre (07/06/1640).
En aquella misiva, el gobierno catalán pedía al virrey hispánico la retirada de los 40.000 soldados hispánicos estacionados en el Principat y en los condados del Rosselló y la Cerdanya desde 1635, y que —por ausencia de cuarteles militares— habían sido alojados en casas particulares y habían provocado una crisis de grandes proporciones entre Catalunya y la monarquía hispánica. La soldadesca hispánica había robado e incendiado casas y cosechas, y había apalizado, amputado, violado y asesinado a la población civil catalana, que, por obligación, los había acogido y les ponía el plato en la mesa. En Catalunya, los hispánicos se comportaban como un ejército de ocupación.
Aquella petición estaba fundamentada en una conversación anterior entre el virrey hispánico —Dalmau de Queralt, conde de Santa Coloma— y el diputado militar y conseller-protector de Catalunya —Ramon de Tamarit—. El contenido de dicha conversación, que se detalla para reforzar la petición, dice que el destinatario, el virrey Aragón, habría revelado al conseller-protector Tamarit que el rey hispánico Felipe IV y su ministro plenipotenciario conde-duque de Olivares habrían fabricado a propósito el conflicto con Francia (1635-1652/59) y habrían desviado el principal frente de guerra a la frontera catalanofrancesa para tener el pretexto que necesitaban con el objetivo puesto en arruinar el país.
La crisis politicoinstitucional entre Catalunya y la monarquía hispánica se había abierto en 1627, cuando las instituciones catalanas —haciendo uso de las Constituciones— se habían resistido al intento hispánico de romper la relación bilateral. Desde el reinado de Fernando el Católico (siglo XV), Catalunya y el poder central hispánico pactaban la aportación tributaria catalana al fisco real, pero con los intentos hispánicos de Felipe IV y de Olivares (llamados Unión de Armas) se pretendía imponer una exacción calculada, arbitrariamente, desde Madrid. La incapacidad de Felipe IV y de Olivares desembocaría en una crisis, y esta precipitaría el estallido de la Guerra de Separación (1640-1652/59).