Tal día como hoy del año 1600, hace 423 años, en la parte de la cordillera de los Andes situada en el virreinato hispánico de Perú, el volcán Huaynaputina entraba en erupción. Aquella erupción, considerada la mayor explosión volcánica registrada de la historia del continente sudamericano, produjo 30 kilómetros cúbicos de piroclasto y una columna de erupción sostenida de 38 kilómetros de altura, que formó una gran nube en forma de seta. Según una investigación moderna del Departamento de Geología de la Universidad de California, esta nube gigantesca de cenizas y gases se habría desplazado hacia el oeste, habría atravesado el océano Pacífico y se habría esparcido sobre la parte norte del continente euroasiático, creando un gran paraguas que impedía la acción del sol sobre la tierra.

La documentación de la época relata la existencia de "una larga noche" que cubrió Rusia durante meses (1601) y que provocó un desastre medioambiental y una crisis agraria de grandes dimensiones que se traduciría en la ruina del aparato agrario y en un espantoso episodio de hambre. No se tienen noticias de que aquella nube cubriera Europa occidental, pero, en cambio, también la documentación catalana de la época (cabrevaciones, censales, hipotecas y recibos) revela una serie de desastres naturales y una crisis de producción agraria a partir de 1601 y especialmente a partir de 1609-1610. La documentación catalana describe una dramática alternancia de severas sequías y de copiosos aguaceros que estaban arruinando el aparato agrario y que anunciaban el fin de un largo periodo de crecimiento económico iniciado después del triunfo de la Revolución Remensa (1486).

Los investigadores contemporáneos ven estas catástrofes como fenómenos propios del cambio climático que se estaba produciendo desde la centuria de 1300 (poco antes de la peste negra) y que se había intensificado a partir de 1570. Este cambio climático (se especula que podría haber sido producido por el impacto de un meteorito contra la Tierra que la habría desviado ligeramente de su órbita), se manifestó con un enfriamiento gradual del hemisferio norte. Se estima que entre 1570 y 1789 la temperatura del continente europeo habría podido caer entre 2 y 4 grados. La investigación historiográfica catalana revela que a mediados del siglo XVIII el duque de Cardona importó esquejes de un tipo de olivo muy resistente al frío que fueron plantados en zonas yermas de la comarca de Les Garrigues: sería el olivo arbequino.