Tal día como hoy del año 1313, hace 704 años, el conde-rey Jaime II de Barcelona y de Aragón confirmaba en Lleida la Querimònia, la primera carta magna de la historia nacional aranesa. La Querimònia era la compilación, por escrito, de los usos y costumbres del derecho consuetudinario —histórico— de la nación aranesa, que se remontaba a los primeros siglos de la edad media (las centurias del 700 y del 800). En la confirmación de Lleida, la Querimònia aranesa fue actualizada a la nueva realidad del siglo XIV y fue sustancialmente mejorada, otorgando a las instituciones de gobierno aranesas un grado elevado de autonomía política y fiscal que convertía a Aran, prácticamente, en un estado independiente.

 

Aran tenía una larga historia de resistencia a las ambiciones asimilacionistas de la casa condal de Tolosa de Languedoc y de los obispos de San Bertrán de Cominges (Occitania). Sus élites altomedievales (centurias del 800 a 1000) habían firmado varios acuerdos con las casas condales del Pirineo catalán para escapar de la vorágine tolosana. Habían quedado vinculados al Principado de Catalunya con un elevado grado de autonomía que no evitó, sin embargo, que con el reparto de la herencia de Jaime I quedaran integrados en el reino de Mallorca, con el Rosselló y la Cerdanya. Cuando Jaime II reunificó la herencia del abuelo Jaime, se recuperó y actualizó la Querimònia.

 

La Querimònia de Jaime confirmaba a los araneses la inalienable posesión de todos los prados y bosques comunales del valle —mayoritarios en aquella época— y de todas las aguas del país. Rescataba y entregaba al conjunto de la sociedad todos los peajes y pontajes —de propiedad real— de toda la red vial del país. Y confirmaba la plena independencia fiscal otorgando a sus instituciones la capacidad de recaudación tributaria y nombrándolas únicas interlocutoras con el fisco real. Además, eximía a los araneses del servicio militar en las huestes reales, y los vinculaba exclusivamente a sus instituciones convirtiendo, de facto, Aran en una república semiindependiente.