Tal día como hoy del año 1941, hace 83 años, en Roma, el rey Alfonso XIII —en el exilio desde la proclamación de la II República española (1931)— abdicaba en favor de su quinto hijo (tercero de género masculino) Juan, padre del futuro rey Juan Carlos I. El hijo primogénito de Alfonso XIII, también llamado Alfonso, había muerto en 1938 a causa de un accidente automovilístico. No obstante, ya había quedado fuera de la línea sucesoria por su matrimonio morganático (con una rica heredera cubana, pero de condición plebeya, llamada Edelmira Sampedro). Y el segundo hijo varón de Alfonso XIII, Jaime, había sido también apartado de la línea sucesoria por la sordera que arrastraba desde la infancia, causada por un error médico en una intervención quirúrgica.

A pesar de que Jaime, segundo hijo del rey que había ganado la primogenitura después de la muerte del joven Alfonso, nunca había renunciado del todo a sus derechos dinásticos, ni su padre Alfonso XIII ni el pequeño grupo de partidarios que orbitaban en torno al monarca exiliado se plantearon reconocer su posición y prescindieron, totalmente, de su figura. Tanto Alfonso XIII como su consejo particular se ratificaron en las decisiones tomadas (ya en el exilio) del 11 de junio de 1933 (renuncia negociada del joven Alfonso) y del 23 de junio de 1933 (renuncia forzada de Jaime). El 15 de febrero de 1941, Alfonso XIII —de 55 años— abdicaba en favor de Juan, de 28 años, que se convertía en jefe de la casa de los Borbones y pretendiente al trono de España.

No obstante, los Borbones no consiguieron su objetivo de recuperar el trono español. Los mandos militares rebeldes (que habían perpetrado el golpe de estado de 1936 y habían provocado el estallido de la Guerra Civil) detestaban profundamente a los Borbones, desde que Alfonso XIII había traicionado y abandonado el general Primo de Rivera y lo había dejado caer para no verse arrastrado por el descrédito que consumía al dictador y su régimen (1930). Y si bien es cierto que en los primeros gobiernos de Franco después de la guerra (1939) había mandos militares de ideología monárquica que habrían podido interceder en favor de Juan de Borbón, también lo es que el núcleo del poder del régimen franquista nunca se planteó restaurar la monarquía en la figura de Juan.

Ni siquiera el intento de Juan de Borbón (empujado por su padre Alfonso XIII) de sumarse al bando sublevado durante la Guerra Civil (se había presentado en la sede de los rebeldes en Pamplona, con un curioso y pintoresco uniforme que era una mezcla de la estética de la Falange y del carlismo) había ablandado el rencor de los militares. El hecho que el general Mola, jefe de la rebelión militar en Navarra, le denegó la incorporación a su ejército y lo condujeron a la frontera hispano-francesa para asegurarse de que abandonaba territorio español, ilustra perfectamente la tensión que siempre presidió la relación de Juan de Borbón y del general Franco, y de rebote, la relación del sucesor de los derechos de Alfonso XIII con los altos mandos militares del régimen franquista.