La política española no solo es un estercolero repleto de múltiples estafadores, sino que está llena de paradojas a cuál más asombrosa. Tanto, que en la mayoría de las ocasiones la realidad supera de mucho la ficción. Este jueves, el Tribunal Supremo ha enviado a prisión sin fianza al exministro de Transportes y exsecretario de Organización del PSOE José Luis Ábalos junto a su asistente y conseguidor Koldo García por el evidente riesgo de fuga dadas las elevadas penas que les piden por haber cobrado comisiones en la compraventa de mascarillas en plena pandemia de covid-19. Hace siete años, un 31 de mayo de 2018, Ábalos era el elegido por Pedro Sánchez para presentar la moción de censura a Mariano Rajoy amparándose en la condena al PP del caso Gürtel y la corrupción en el partido entonces en el Gobierno. ¡¿Qué mayor paradoja?! Aquel Ábalos, con ínfulas de señor respetable, enfilaba a primera hora de la tarde, en un furgón policial, el camino a la prisión de Soto del Real, donde pasará la primera de muchas noches. Otro récord: será el primer diputado en activo que en el mismo día ha ido del Congreso a la cárcel.

Después de lo que llevamos viendo en esta legislatura, el denominado caso Koldo no se puede considerar como un caso aislado. No son solo dos golfos que pasaban por allí y aprovecharon la posición política del momento. Esa es una versión demasiado benevolente para ambos y solo hace falta leer el auto del magistrado Leopoldo Puente por el que envía a prisión a Ábalos por riesgo de fuga y por la comisión de posibles delitos de integración en organización criminal, cohecho, uso de información privilegiada, tráfico de influencias y malversación. Demasiado benevolente, insisto, con Ábalos y Koldo en prisión y Santos Cerdán ―el sustituto de Ábalos en la potente secretaria de organización del PSOE― recién salido de Alcalá Meco, el pasado 19 de noviembre, después de más de cinco meses encarcelado, y cuando el mismo magistrado del Supremo que ha dictado estas dos nuevas órdenes de ingreso en prisión consideró que no había riesgo de destrucción de pruebas y que los indicios de comisión de delitos por parte de Cerdán se habían reforzado.

La situación del Gobierno es enormemente grave. Antes, eso quería decir mucho. Pero ahora, con Sánchez, dice más bien poco

Aunque Pedro Sánchez y el PSOE tratan de achicar agua del coladero en que se ha convertido aquel Peugeot ―allí viajaban Cerdán, Ábalos y Koldo junto al candidato― que hacía las Españas para ganar las primarias y devolver al actual presidente del Gobierno a la secretaria general socialista, ni los cubos ni la bomba manual empleada son suficientes para lograr un buen drenaje. Solo en los últimos siete días se han conocido las siguientes noticias del Gobierno y el PSOE en los tribunales: el pasado jueves, el Supremo inhabilitaba por dos años del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, que dimitió el lunes. El miércoles, la Audiencia Nacional dada diez días al PSOE para que entregue el registro de pagos en efectivo entre 2017 y 2024 porque sospecha de la existencia de una caja B. El juez Juan Carlos Peinado, que instruye la causa contra Begoña Gómez, la mujer de Sánchez, y que la indaga por tráfico de influencias, corrupción en los negocios y malversación, reclamando a la Moncloa las agendas de Gómez y advirtiendo de la comisión de desobediencia si no las entregan. La investigación al hermano de Sánchez sigue su curso en Extremadura y sobre el ministro canario, Ángel Víctor Torres, vuelve a haber nubarrones.

Eso por no hablar de cómo la mayoría parlamentaria ha saltado por los aires después de que Junts per Catalunya  dejara solo en el alambre al Gobierno. Este jueves ha vuelto a producirse una sonora derrota del Ejecutivo en el Congreso con el rechazo a la aprobación de la senda de déficit, paso imprescindible para la aprobación de unos presupuestos. Era un descalabro anunciado, pero el Gobierno debe haber llegado a la conclusión que siempre es mejor que se hable de esos varapalos políticos que de la entrada de Ábalos en prisión. Por cierto, un voto que también pierde el PSOE por ello y que en alguna ocasión reciente le ha sido necesario utilizar.

No hay que ser un gran analista para concluir que la situación en la que se encuentra el Gobierno es enormemente grave. En otras circunstancias, eso querría decir mucho. Ahora, con Sánchez, la experiencia nos demuestra que dice más bien poco. El famoso libro que lleva por título Manual de resistencia tenía un capítulo escondido.