Por sexta noche consecutiva, este jueves se están viviendo graves incidentes en varias ciudades de Marruecos protestando contra la corrupción del régimen dictatorial de Mohamed VI y la acción política de su gobierno, encabezado por el primer ministro Aziz Ajanuch, empresario y multimillonario marroquí, que ocupa el cargo desde septiembre de 2021. Lo que empezó como un movimiento de protesta juvenil, concentra cada noche a miles de personas en las calles, donde se hace evidente el enorme malestar de la generación Z contra la corrupción de un monarca que pasa largas temporadas en el extranjero, preferentemente en Francia, alejado de su pueblo y que ha ahondado en las desigualdades sociales en Marruecos, mientras faltan hospitales y el dinero se dedica a manos llenas a finalidades como estadios de fútbol para el Mundial de Fútbol de 2030 que organizarán conjuntamente el país africano con España y Portugal, de acuerdo con la decisión de la FIFA adoptada el pasado años.

Hasta la fecha se han producido ya tres muertos en el asalto a un cuartel, mientras aumenta la violencia y la represión en las calles. Además, ha habido más de 400 detenidos y alrededor de 300 heridos. El gobierno ha hecho un tímido movimiento de abrirse al diálogo, pero no ha rebajado la represión contra los manifestantes, lo que ha alejado las posibles conversaciones. Las manifestaciones comenzaron el pasado 27 de septiembre para reclamar al gobierno reformas estructurales en los sectores de la educación y la sanidad, poner fin a la corrupción y protestar contra el gasto del gobierno en la organización de competiciones deportivas como del Mundial de Fútbol de 2030 o la Copa de África de Naciones de este año, pese a la difícil situación económica que atraviesa el país. En cabeza de las protestas, la generación Z, la más castigada por la crisis de Marruecos. En la actualidad, la población con menos de 25 años representa el 41% del total, en un país en el que la tasa de desempleo juvenil (15-24 años) ha alcanzado el 47% en el segundo trimestre de 2025, según estadísticas del Banco Central.

Lo que empezó como un movimiento de protesta juvenil, concentra todas las noches a miles de personas en las calles, donde se hace evidente el enorme malestar de la generación Z

La chispa que incendió a la generación Z y progresivamente ha ido llenando las calles del país fue la muerte de ocho mujeres embarazadas en tan solo un mes en el Hospital Hassan II de Agadir, en el sur del país. Aunque ello desencadenó la destitución de los máximos responsables de salud locales, unido a la apertura de una investigación judicial, la mecha se encendió rápidamente con las denuncias del empeoramiento de la atención médica y las acusaciones de un aumento de casos de negligencia. De ahí a la sospecha de que detrás de estos fallecimientos estaba el deterioro de los servicios sanitarios fue cuestión de días, y la protesta se hizo entonces imparable. En el trasfondo de todo ello está permanentemente la fortuna de Mohamed VI, que se estima en alrededor de 5.000 millones de euros, y proviene principalmente de su herencia familiar y de su participación en la sociedad Al Mada, controlando así múltiples empresas en sectores clave de Marruecos. 

Todo ello se junta con informaciones de su delicado estado de salud, ya que padece sarcoidosis, una enfermedad autoinmune que causa la formación de pequeños bultos inflamados (granulomas) en diferentes órganos, como los pulmones y los ganglios, y también ha tenido problemas de corazón y una fractura de húmero reciente, que le ha alejado del primer plano informativo. Es muy difícil saber la evolución del régimen alauita, ya que junto a las protestas ha habido un aumento de los rumores sobre una posible abdicación y una transición de poder hacia su hijo, el príncipe heredero Moulay Hassan. Lo cierto es que aquel supuesto reformista que subió al trono en 1999 bajo la sombra de su padre, el despiadado Hasán II, ha sido más un continuador de aquella dictadura que el monarca que debía haber conducido el país hacia una transición. No ha habido pasos adelante y Mohamed VI decidió conservar el poder absoluto heredado de su padre sin realizar las reformas imprescindibles para sacarlo de la miseria en que lo recibió.