Suele ser la aprobación de los presupuestos cuando no hay mayorías absolutas claras una batalla de idas y venidas en que cada uno trata de sacar la mejor tajada posible y, de un tiempo a esta parte, además, ganar el relato ante la opinión pública. Este viernes finaliza el plazo para la presentación de enmiendas a la totalidad y a Pedro Sánchez, hoy por hoy, no le salen las cuentas. Bien es cierto que, pese a todo, el PSOE aún no ha entrado en modo preocupación y menos aún en estado de pánico. Es más, los socialistas disputan los últimos metros de la carrera convencidos de que las negociaciones abiertas con Esquerra Republicana, su socio preferente, y, en menor medida, también con Junts per Catalunya, tienen posibilidades de llegar a buen puerto pese a los ultimátums que hay encima de la mesa.

El hecho de que Oriol Junqueras haya señalado que no hace tanto tiempo ellos ya se opusieron a unos presupuestos presentados por Pedro Sánchez y ello desembocó en una elecciones españolas anticipadas y los socialistas hayan contratacado en que el resultado de aquella convocatoria anticipada no les fue nada mal, incorpora las dosis justas de dramatismo, mientras los negociadores tratan detrás de la tramoya oportunamente levantada para despistar a la opinión pública y llegar a un acuerdo.

En estos momentos la situación es la siguiente: Esquerra exige que se blinde el catalán en la ley Audiovisual antes del viernes para facilitar la aprobación de los presupuestos. Junts no tiene diferencias en esta materia, aunque sus votos, al tener menos diputados, no son tan decisivos como los de la formación de Oriol Junqueras. Moncloa contraataca con que no hay tiempo antes del viernes, que son muy sensibles a las lenguas cooficiales y que no se puede mezclar una cosa con la otra. Curiosamente, este tema de los porcentajes de catalán en las plataformas de televisión es una cuestión que hace unos meses ni existía ya que nadie se podía imaginar que "el gobierno más progresista de la historia" tuviera una actitud más propia del PP, Vox y Ciudadanos que de un gobierno que trate de no aplastar con su rodillo parlamentario las lenguas cooficiales.

Tanta apariencia de debate irresoluble ha habido que cuestiones que estaban encima de la mesa para la aprobación de las cuentas públicas como la transferencia de Rodalies han desaparecido como por arte de magia. También, cualquier posibilidad de vincular los presupuestos a un nuevo modelo de financiación autonómica, que revierta el espolio fiscal que sufre Catalunya; el cumplimiento de que la inversión se ajuste a la participación de Catalunya en el PIB estatal; o que, por ejemplo, una ley obligue a que la cantidad de inversión en infraestructuras que figure en los presupuestos sea de obligado cumplimiento y no se repita la estafa que se produce anualmente en que la inversión ejecutada se queda por debajo del 70% mientras en Madrid sobrepasa en 100%.

O sea, los socialistas han provocado un incendio -ley Audiovisual- e igual corren a apagarlo en cuestión de horas y ese puede acabar siendo todo el rédito del apoyo a los presupuestos. Claro que vale la pena blindar la cuota de catalán en las plataformas como Netflix y compañía ya que es imprescindible para el futuro de la lengua. Pero ¿qué pasa con todo lo demás?