La respuesta de 94 segundos dada por Pablo Iglesias a la condición política de exiliado del president Carles Puigdemont, su comparación con el exilio republicano y las diferencias existentes con el fugado Juan Carlos I es, seguramente, desde el ámbito de la política española, el gesto más importante de uno de sus actores principales desde los hechos de octubre de 2017.

Desconozco qué ha llevado a Iglesias a dar el paso al frente del domingo por la noche en televisión y en un formato de gran audiencia; ni cuánto tiempo podrá aguantar sin matizar sus afirmaciones después de que, como era previsible, le estén cayendo toda clase de adjetivos, insultos y descalificaciones. No es Iglesias santo de mi devoción y es muy probable que haya otros intereses en su respuesta, aunque haya dicho una verdad como un templo. Puede ser. ¿Pero qué político no mira de sacar cada día rédito de sus declaraciones? Iglesias ha sido valiente sabiendo que iba a despertar el sentimiento patrio de cierre de filas ante algo que sonara a una mínima defensa de Puigdemont.

Estamos hablando, de ahí la importancia, no solo de su condición de líder indiscutible de Podemos sino de que son palabras pronunciadas por el vicepresidente cuarto del gobierno de España. De ahí que tengan un valor y un plus de importancia. Esta fue la conversación de algo más de un minuto y medio entre el periodista e Iglesias:

Pregunta: ¿Por qué el rey emérito es un fugado y Carles Puigdemont  es un exiliado, que es como les llama usted a uno y a otro?

Respuesta: Carles Puigdemont si está en Bruselas no es por haber robado dinero a nadie, ni por haber intentado enriquecerse sino por llevar sus ideas políticas hasta un extremo y por vías, a mi juicio, erróneas y que no tienen por qué ser indiferentes al derecho. Pero, de alguna manera, perdona la dureza de la expresión, se ha jodido la vida para siempre, porque se ha jodido la vida para siempre por sus ideas políticas, que yo no comparto y no creo que sus actos como president tengan que ser necesariamente indiferentes al derecho. Lo del otro, si es verdad, siempre pongamos a todo el presuntamente, no sea que yo acuse de algo que no se haya probado... Si presuntamente, efectivamente, ha robado dinero, o ha estado utilizando tarjetas black y demás, creo que la consideración moral es completamente diferente.

P: ¿Lo considera [a Puigdemont] realmente un exiliado, como se exiliaron muchos republicanos durante la dictadura del franquismo, por ejemplo? ¿Los puede comparar?

R: Pues lo digo claramente, creo que sí, creo que sí. Y eso no quiere decir que yo comparta lo que hicieron, ni la forma, ni que entienda que lo que hizo pueda ser indiferente al derecho. Pero creo que lo que hizo fue motivado por sus convicciones. Me parece un error, y yo no quiero que Catalunya se independice de España. Pero si me dicen: ¿lo que hizo Puigdemont es igual de reprobable moralmente que el rey Juan Carlos?... pues no estoy de acuerdo. Lo siento en el alma si esto que digo molesta. Pero no estoy de acuerdo con esto.

Dos preguntas con dos respuestas concretas y precisas han sido suficientes para abrir la caja de los truenos. Aquí se ve el enorme daño  que se ha cometido con el relato único del a por ellos, el juicio al procés y todas las mentiras que allí se dijeron, la banalización del concepto de golpe de estado, las acusaciones de rebelión y la presentación del independentismo pacífico catalán como un grupo de criminales. En España se ha mamado esto durante muchos años, se ha oído un día tras otro en radios y televisiones, se han abierto diarios cada día durante años. Y esto ha calado hasta el último rincón de la geografía española.

Por eso es importante lo que ha dicho Iglesias y me importa poco el interés —¿electoral?— que pueda tener: para empezar a deconstruir un discurso, lo que llevará mucho tiempo. Solo un ejemplo: ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que se reconozca que los exiliados catalanes no huyeron de la justicia española sino que ante la injusticia española prefirieron ponerse en manos de la justicia europea?