Algún día, alguien que no sea un independentista catalán, que no sintonice con sus planteamientos políticos o, simplemente, que sea respetuoso con lo que es el Derecho, pondrá el grito en el cielo cotejando el abismo existente entre los pronunciamientos que realiza la justicia europea y la justicia española cuando se trata de abordar cuestiones relacionadas con los miembros del Govern de Carles Puigdemont, los líderes sociales de las entidades soberanistas y con dirigentes de las formaciones independentistas. No se trata solo de la mirada judicial sobre la unidad de España, sino de cómo se violenta la legislación existente para crear una nueva ad hoc que dé cobertura a sus posiciones.

Este martes hemos tenido un ejemplo de todo ello con el anuncio del Tribunal Supremo de que va a revisar la concesión de los indultos parciales a los nueve presos políticos llevada a cabo por el gobierno de Pedro Sánchez el pasado mes de junio. Con esta decisión de la sección quinta de la sala tercera del contencioso-administrativo del Alto Tribunal, el Supremo se enmienda a sí mismo. La votación, que rectifica la de enero pasado, ha sido adoptada por 3 magistrados a 2 y después de que —¡oh casualidad!— haya habido cambios de magistrados en esta sala, el presidente se haya jubilado y la nueva magistrada haya invertido el 3 a 2 en contra de la revisión por otro 3 a 2 a favor. Hay una posibilidad remota de que puedan volver a prisión los nueve presos políticos indultados, pero los cambios que se han realizado en la sala hacen prever un escenario que parecía absolutamente descartado.

Mientras eso sucedía en un Madrid aún resacoso después del torbellino que ha dejado a su paso el rey emérito y que ha sido tan bien acogido por la prensa ultra de la capital, que ha cubierto durante cuatro días una visita vergonzosa, absolutamente frívola e irresponsable y fuera de cualquier mínima norma del decoro y de la prudencia ética, el Supremo dejaba una nueva bomba de relojería en su objetivo de marcar la agenda política. Parece que poco importa que los indultos sean una prerrogativa del gobierno de turno y de que los precedentes del Supremo sean de estar a favor del indulto a Tejero por el 23-F o a Barrionuevo y Vera, los cerebros de los GAL

A unos cientos de kilómetros, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea devolvía cautelarmente la inmunidad parlamentaria a Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí y recuperaban la inmunidad plena propia de su condición de eurodiputados. La decisión del tribunal de Luxemburgo es un nuevo golpe a la persecución que están padeciendo los tres políticos independentistas a través de unas euroórdenes del Supremo que carecen de sentido alguno. Pero también es importante la carga profunda que envía el tribunal al que fue presidente de la comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo, el parlamentario de Ciudadanos Adrián Vázquez. El TJUE admite que su comportamiento puede a primera vista manifestar un posicionamiento de partido o un perjuicio personal desfavorable hacia Puigdemont, Comín y Ponsatí. Con esta decisión del TJUE, el tribunal pretende evitar que se puedan producir situaciones de riesgo sobre su detención en algún país y que se produjera un daño irreparable si fueran entregados a las autoridades españolas.

En cualquier otro país habría un debate a fondo sobre el comportamiento de la justicia española con los independentistas catalanes. Los continuos pronunciamientos de Europa dan material de sobras para que ese juicio público pudiera hacerse. Pero los retrocesos en materia de libertades, de justicia y de democracia del Gobierno llevan a situaciones esperpénticas. La última, este mismo martes con PSOE, PP y Vox votando conjuntamente para oponerse a una investigación de las cloacas del Estado y el deep state a raíz de lo que se ha ido conociendo con el escándalo de espionaje del CatalanGate. Tanto da que los que acostumbran a ser aliados del Gobierno eran los que defendían la creación de la comisión: cuando el régimen del 78 llama a un prietas las filas, las alianzas siempre están claras y PP y Vox nunca les fallan a los socialistas.