La intervención de Òmnium Cultural en plena negociación -a un ritmo, ciertamente, de tortuga- entre Esquerra Republicana y Junts per Catalunya para la confección del Govern catalán de la XIII legislatura mediante un documento, pidiéndoles que no malbaraten el 52% de votos independentistas del pasado 14 de febrero y que el acuerdo les permita culminar el proceso de autodeterminación tiene, sobre todo, voluntad de pegar y de ayudar a soldar la desconfianza crónica entre las dos formaciones. Òmnium entra en el debate a su manera reclamando a las instituciones que hagan la parte correspondiente de su trabajo y a los partidos, frente común y estrategia compartida.

Cuando ya han transcurrido más de dos meses de los comicios y el acuerdo debería llegar antes de 40 días y evitar así que se ponga en marcha el cronómetro de nuevas elecciones, la principal institución de la sociedad civil da un paso al frente para intentar soldar los evidentes desencuentros centrándose en la cultura, la lengua, la cohesión social y los derechos civiles y políticos.

No es la primera vez que Òmnium hace el papel de soldador entre formaciones políticas, bien sea antes del referéndum del 1 de octubre y con su presidente, Jordi Cuixart, como con posterioridad ya encarcelado y cumpliendo condena en Lledoners, donde ya lleva más de tres años y medio de reclusión. El vicepresidente de la entidad, Marcel Mauri, ha destacado este sábado la necesidad de que todo el independentismo se sienta suyo el proyecto, que no se puede negar ninguna vía para la independencia siempre desde la no violencia y que es necesario un camino amplio y compartido. Tres declaraciones sobre aspectos que desde el 14-F cada formación interpreta a su manera y que, en la práctica, bloquea el avanzar definitivamente hacia un acuerdo.

Su declaración sobre la labor incansable del exilio y el esfuerzo de internacionalización ingente del Consell de la República va también en esta dirección, con la voluntad de que ERC y Junts superen el debate sobre un organismo que se puede reformular y ampliar pero que sería un error tirar a la papelera el trabajo que realiza y la capacidad de movimiento del que dispone, al no estar sometido a una posible intervención política, policial o judicial del gobierno español. El Consell es un grano en el culo del deep state español y el objetivo tiene que ser que su función sea lo más unitaria posible del independentismo, no dotarlo de un perfil bajo e inoperante.

El día a día de la política, los desencuentros permanentes y el bullicio por marcar perfil propio hacen que demasiadas veces se olvide la realidad y que la represión contra el independentismo no cese por una u otra vía. Y eso no deja de ser un gran error.