Solo desde el anticatalanismo más primario se puede entender la reacción infantil y furibunda del alcalde socialista de Cáceres, Luis Salaya, quien, ante el anuncio de que se montará una planta de baterías cerca de la factoría que Seat tiene en Martorell y donde se proyecta fabricar un competitivo coche eléctrico, ha advertido que Catalunya no se nutrirá de litio extremeño. Casi a la misma hora, el presidente de Aragón, Javier Lambán, también del PSOE, reclamaba que se deshiciera el acuerdo entre Seat e Iberdrola para construir la primera planta de baterías eléctricas del Estado en Catalunya ya que mientras su gobierno se había desplazado a China para contactar con diferentes fabricantes asiáticos, el Govern no había hecho nada.

Desconozco si al gobierno extremeño y a la ciudad de Cáceres les interesa o no, en el fondo, potenciar una mina de litio en su territorio y, en todo caso, me parece lo más normal del mundo que decidan sobre ello sus autoridades autonómicas y locales. Grupos políticos, entidades ecologistas y asociaciones diversas hace tiempo que se opusieron a la explotación de la mina de San José Valdeflórez, en Cáceres, que podría ser la segunda de Europa ya que se estima que contiene alrededor de 1,6 millones de toneladas de carbonato de litio equivalente. Pero ese, en el fondo, no es el problema. El lenguaje agresivo e inaceptable surge cuando se conoce que la primera planta de baterías eléctricas de España se instalaría cerca de Martorell. Entonces, a la preocupación -lógica- por el medio ambiente, añade el alcalde cacereño que Catalunya no se nutrirá del litio extremeño. Catalunya.

¿Si se instalase en Aragón, por ejemplo, la airada reacción extremeña sería realmente la misma? ¿Le daría la espalda a un proyecto que cuenta con el respaldo de la UE y podría llegar a abastecer a 10 millones de vehículos eléctricos? ¿También a alrededor de mil puestos de trabajos directos e indirectos al año, casi 300 millones de inversión en la fase inicial y una duración de 30 años entre explotación y procesado? Hay un punto de sobreactuación de muchos políticos españoles cuando por en medio está Catalunya. Ya sucedió en 2005 cuando la OPA  de Gas Natural (catalana) sobre Endesa (madrileña). A la entonces presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se le atribuyó el comentario de que "antes alemana que catalana". Ella lo ha negado siempre pero nunca se ha aclarado del todo.

Y lo que sucede es que el café para todos que tanto gusta a los españoles no siempre es posible. Seat resulta que tiene una de sus fábricas más importantes en Catalunya y, al final, una cosa lleva a la otra. ¿Será que a la empresa automovilística alemana también le ha interesado, no? De todas maneras, la maquinaria se ha puesto en marcha y ya veremos cuan cerca de Martorell se instalará la fábrica, como se ha anunciado. Cosas más extrañas hemos visto y la polémica que se ha abierto con barones del PSOE en el escenario no es una señal nada buena.