Que no iba a ser un camino fácil para el president Pere Aragonès transitar por el Parlament con la escasa mayoría de 33 diputados a favor, todo el mundo lo sabía. Que ello se iba a visualizar a las primeras de cambio en la cámara catalana, era una incógnita que se tenía que desvelar y así ha sido. El primer pleno ha puesto negro sobre blanco después de la salida de Junts per Catalunya del ejecutivo catalán decidida por las bases del partido hace aún no dos semanas. Esquerra va a tener que sudar la camiseta, ya que la legislatura está en entredicho si no alcanza una alianza con los socialistas de Salvador Illa o recupera a los socios que estruendosamente le han abandonado, previa piel de plátano colocada por los republicanos que los condujo directamente a la puerta de salida. No hay, por ahora, geometría variable, porque para ello se necesitan socios con los que poderla practicar y nadie parece querer bailar con Aragonès.

Contradiciendo la máxima de que en la oposición se pasa mucho frío, el Govern tuvo este miércoles una primera cata con varias pruebas en un único día. Primero, con las explicaciones en la cámara de la reciente remodelación del Govern: ningún aliado, 102 diputados frente a 33. Después, decayendo la primera ley del ejecutivo catalán en esta nueva etapa y que había llegado hasta allí sorteando todos los escollos. Se trata del Plan Estadístico de Catalunya que el anterior conseller de Economia i Hisenda, Jaume Giró, había conseguido que en la Comisión de Economia tuviera el apoyo unánime de todos los partidos menos Vox. Este resultado cambió como un calcetín y quedó en 33 votos a favor, 59 en contra (PSC, comuns, Ciutadans, PP y Vox) y 39 abstenciones (Junts y la CUP). Tercero, el tono de las preguntas orales al Govern subió varios decibelios, igual que a los consellers. Uno de ellos, Joan Ignasi Elena, en serio riesgo de reprobación parlamentaria tras los cambios en la cúpula de los Mossos.

Por si no fuera poco, el PSC enseñó las uñas a fondo en el tema de los presupuestos en un intento de acercar a Aragonès a sus posiciones y forzarlo a un acuerdo que Esquerra rechaza temiendo que acabe siendo lo más parecido al abrazo del oso. La portavoz Alícia Romero situó por primera vez en el frontispicio de las cosas que pueden llegar a pasar la presentación de una moción de censura si el Govern optaba por la prórroga presupuestaria. Es, en principio, un camino aparentemente imposible de prosperar, pero en política la palabra imposible hay que utilizarla en muy contadas ocasiones, ya que alguien debió decirle lo mismo a Mariano Rajoy con la moción de censura de Pedro Sánchez y la cosa acabó como acabó. Este jueves seguirá previsiblemente el via crucis de Aragonès en el Parlament por más que Esquerra intentará poner al mal tiempo buena cara y el president estará en Bruselas entrevistándose con un par de comisarios de la Comisión Europea.

En este horizonte político en el que también hay vasos comunicantes con la política española habrá que ver qué sucede con los presupuestos generales del Estado, cuyo plazo para la presentación de enmiendas a la totalidad en el Congreso de los Diputados finaliza este viernes. El PSOE y Esquerra negocian para cerrar un acuerdo presupuestario la modificación del Código Penal en lo que afecta al delito de sedición. Con un inconveniente, que como máximo el PSOE puede comprometerse a modificarlo siguiendo el trámite parlamentario correspondiente, que no es rápido, y siempre puede echarse atrás por cualquier problema. Y también hay que tener en cuenta que, de aprobarse, ello no supone la tantas veces manida desjudicialización, ya que no afecta al pasado sino al futuro. En todo caso, puede haber una petición individualizada de revisión de condena, que nada asegura al 100% a los afectados una rebaja, ya que en los vericuetos de la justicia española quién sabe si otros delitos de la misma sentencia pasan a tener un castigo más alto. Muchas incertidumbres, por tanto, en un proyecto que nunca quedará amarrado si no hay una amnistía.

Resumiendo, escenarios demasiado volátiles para un Govern en minoría que necesitará una palanca de apoyo que hoy cuesta de verse, ya que a perro flaco todo son pulgas y que lo que es seguro es que no será Junts.