Más allá del sesgo que pueda tener la encuesta publicada este domingo por La Vanguardia, sus datos, a grandes trazos, no deberían ser una gran sorpresa. Producen vértigo, ciertamente, por el esquema de ingobernabilidad que se dibuja, pero el hartazgo de amplias capas del electorado catalán con lo que se ha dado en denominar el espacio central del país es evidente. Aliança Catalana irrumpe con fuerza, ya que su populismo encuentra grandes caladeros de votos huérfanos ante su preocupación —objetiva o subjetiva, no es relevante aquí— por la seguridad, la inmigración, sus dificultades económicas, la fuerte presión fiscal o la rebaja del estado de bienestar. También por este afán, desde el inicio del procés y que aún no ha sido corregido, de ubicarse en la izquierda. Entonces fue para no enemistarse con la CUP, pero esa razón de hace más de nueve años ha perdido todo su sentido. Junts quiere ser de centro-izquierda, Esquerra de izquierdas y absorber a los Comuns, y al PSC le pesa como una losa que todas sus alianzas sean casi exclusivamente con Esquerra y los Comuns a la hora de reivindicar la ocupación de un centro realmente huérfano y, sobre todo, harto.
Ha sido poner negro sobre blanco para que los grandes temores se hayan hecho realidad. Aliança ha pasado a ser el partido de los cabreados. De los rebotados y de los enfadados que no buscan una solución a sus problemas, sino, simplemente, expresar su indignación. En este contexto, su programa no es importante y Sílvia Orriols encarna un liderazgo carismático para ese público. Por lo que dice y como lo dice. Mucho me temo, sin embargo, que el resultado del sondeo —PSC, 36 escaños; Junts, 21; Esquerra, 21; Aliança, 19; Vox, 16; PP, 13; Comuns, 5, y CUP, 4— tiene aún márgenes de corrección más negativos a la hora de dibujar una gobernabilidad del país, francamente muy difícil a la hora de sumar mayorías. Vayamos por orden: aunque Junts es un partido que suele mejorar los resultados de las encuestas —en 2024 en vísperas de las elecciones, el CEO le dio entre 28 y 34 escaños y sacó 35, mientras a Esquerra le otorgó entre 27 y 31 y obtuvo 20—, sus números son muy preocupantes. Seguramente, no hay una única causa, más allá de la losa que le supone que el president Carles Puigdemont siga en el exilio y sin la seguridad de que se le aplicará la Ley de Amnistía.
Aliança ha pasado a ser el partido de los cabreados. De los rebotados y de los enfadados que no buscan una solución a sus problemas, sino, simplemente, expresar su indignación
Le influye negativamente la percepción de que sus propuestas son en muchas ocasiones dispersas, contradictorias e insuficientes. El tema fiscal es un ejemplo paradigmático de esta situación. ¿Cuál es realmente su programa y como puede reconectar con las clases medias? Esta política económica, si se ha hecho, ha sido en Madrid, donde Junts sí ha mejorado su cartel y ha restablecido las relaciones con el mundo empresarial, y no en Catalunya, donde todo es mucho más difícil ante su poco peso a nivel institucional en los diferentes gobiernos existentes. Además, está el peaje pagado por los incumplimientos del PSOE que han dejado en mal lugar a Junts después de publicitar que ellos cobraban por adelantado. Ley de Amnistía, catalán en Europa, transferencias de competencias de inmigración... El partido de Puigdemont ha entrado en un bucle infinito mientras las negociaciones de Ginebra eran cada vez más dispersas y los resultados impalpables. Hace tiempo que lo que se dio en denominar el acuerdo de Bruselas no funciona, pero nadie ha sido capaz de poner el cascabel al gato. Ahora, ya agonizando, parece que se visualizará en las próximas semanas.
El PSC tampoco sale bien librado, de 42 pasaría a 36, aunque, como dice el refrán, en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Amplía su distancia respecto al segundo, Junts per Catalunya, y sigue siendo prácticamente imposible completar mayorías parlamentarias sin él. Pero eso, tan solo un año después de las últimas elecciones, con el Gobierno de España, el Govern y los principales ayuntamientos del país, es un escaso botín. Otro dato más, las izquierdas no suman mayoría absoluta como en la actualidad. Habría que irse a fórmulas imaginativas de nuevas alianzas. En este esquema, Esquerra surfea, ya que no baja e incluso sube uno respecto a los pobres resultados de 2024. Todo ello, en este peligroso triple empate Junts, Esquerra y Aliança que, depende de como, ayudará sobre todo al que va con la inercia de ir hacia arriba. Los nueve diputados que suman Comuns y la CUP, una cifra irrisoria, revelan que, igual que en un momento el voto de protesta fue Podemos o, en menor medida, la CUP, ahora ese espacio lo ocupan los populismos de derechas, pudiendo llegar a 35 parlamentarios.
Lo peor que se puede hacer con una encuesta es no darle valor alguno y seguir haciendo lo mismo. Como siempre se dice, son tendencias y es la foto de un momento determinado. Solo eso, pero sobre todo eso, ayuda a captar las corrientes de fondo, que no es poco, en momentos de gran convulsión política y de un enfado tan generalizado. Porque lo innegable es que el elefante ya está, de lleno, en el tablero de la política catalana.