Cómo debe de ser de desastrosa la gestión por parte del Gobierno del apagón del pasado 28 de abril, que dejó la península Ibérica absolutamente a oscuras en una situación excepcional, para que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en una encuesta flash haya señalado que seis de cada diez españoles consideran que el gobierno de Pedro Sánchez no informó bien durante la jornada. Por otro lado, según el CIS, un 28,4% sí consideran que la información que tuvieron durante aquel día fue la adecuada. Desde que el CIS quedó en manos del socialista José Félix Tezanos, el organismo ha perdido buena parte de credibilidad y sus estudios son, en ocasiones, realmente sorprendentes y muy alejados de los que publican la mayoría de los medios, con un sesgo marcadamente favorable a los socialistas.
Pese a todo, y con el convencimiento de que el malestar es más amplio del que dice el CIS, quedémonos con el dato: seis de cada diez ciudadanos son críticos con la gestión de aquella jornada. No es un asunto baladí, por más que el Gobierno de Sánchez haya tratado infructuosamente de sacar pecho, poniendo en valor que sobre la medianoche, catorce horas después de iniciado el apagón, se había restablecido la normalidad en toda la península. El paso de los días ha hecho evidente dos cosas: no había una respuesta prevista para una situación como la que se produjo y los protocolos de comunicación a la ciudadanía no existieron.
El paso de los días ha hecho evidente dos cosas: no había una respuesta prevista para una situación como la que se produjo y los protocolos de comunicación a la ciudadanía no existieron
La gestión de aquellas horas por parte del Gobierno fue una tragedia, ya que algo tan básico como tranquilizar a la población y aconsejar los movimientos que la ciudadanía tenía que hacer no existieron. Este papel oficial fue cubierto en buena medida por los medios de comunicación, públicos y privados. Por suerte, pasó alrededor de las 11 de la mañana de un día de primavera, pero ¿qué hubiera sucedido, por ejemplo, si el apagón hubiera sido al caer la tarde? O peor aún: ¿al caer la tarde en un día de invierno? ¿Alguien se imagina el caos que se hubiera producido? Corramos toda la secuencia del pasado lunes seis, siete u ocho horas y tendremos una foto de todo ello. Asusta, realmente.
Junto a este debate que debe realizarse en sede parlamentaria, hay otro que se debe abordar muy a fondo. ¿En qué medida decisiones políticas imprudentes como la decisión del gobierno español de actuar contra las centrales nucleares, potenciando energías alternativas, están en el trasfondo del apagón? No se trata de cuestionar las energías renovables o de la fiabilidad de la eólica o la solar. Ese sería, en todo caso, otro debate. Se trata de hasta dónde puede resistir el llamado eléctrico español si no se tienen suficientemente en cuenta lo que aporta la energía nuclear. Este es un debate capital que tiene que ser técnico y no ideológico, como equivocadamente nos pretenden hacer creer el ejecutivo de Pedro Sánchez y las formaciones de izquierda españolas y catalanas.