El abandono de Isabel Díaz Ayuso de la cumbre de presidentes autonómicos en Barcelona porque el lehendakari vasco, Imanol Pradales, realizó su intervención en eusquera y en catalán, y la misma ausencia cuando, después, el president Salvador Illa lo hizo en catalán, expresa una vez más que lo suyo es la bronca y no la política. Es verdad que, ahora, bronca y política no van muy separados, lamentablemente. Pero es que Ayuso vive de la bronca permanente aun a costa de hacer lo contrario de lo que dice y según le convenga. Porque igual que se ausentó con Pradales y con Illa, se mantuvo en su silla con la presidenta del Govern Balear, la popular Marga Prohens, que también intervino en catalán durante la Conferencia de Presidentes, incumpliendo así su amenaza de abandonar la sala si no le hablaba en español. Prohens ha utilizado la lengua propia de las Baleares para saludar al anfitrión, Salvador Illa, y para la introducción de su intervención, que después continuó en castellano. Con la presidenta balear, Ayuso miró hacia otro lado. Cualquier cosa, supongo, antes que provocar un conflicto en el seno del PP.
Ayuso es un verso libre pero con sus limitaciones. Alberto Núñez Feijóo es rehén de la presidenta madrileña, pero eso también tiene sus ventajas. La lideresa le otorga mayorías absolutas en la Comunidad de Madrid, que son claves en unas elecciones españolas. Al final, como dice el refrán, sarna con gusto no pica. Ayuso le cohesiona el electorado de la capital española, vampirizando de manera importante a los votantes de Vox, y le moviliza toda esa derechona que el presidente del PP necesitará este domingo en la manifestación que ha convocado para luchar contra la degradación del gobierno de Pedro Sánchez. La erosión del presidente del gobierno español ha sido la segunda gran carpeta de la Conferencia de Presidentes con los responsables de las autonomías gobernadas por los populares reclamándole la convocatoria de elecciones generales anticipadas. En este aspecto, la convocatoria de la manifestación alentada por los populares no puede ser más grandilocuente: "Basta, esto va de decadencia o limpieza, democracia o mafia".
Alberto Núñez Feijóo es rehén de la presidenta madrileña, pero eso también tiene sus ventajas
Fuera de estos rifirrafes y algún otro en el que también estuvo Ayuso, la reunión de presidentes careció de interés informativo alguno, poniéndose de manifiesto que si en algún momento estos encuentros han tenido algún interés fue hace mucho tiempo. Lo suyo sería repensar a fondo el formato, ya que el actual es muy poco diferente al de la primera cumbre, en octubre de 2004, convocada por José Luis Rodríguez Zapatero a los pocos meses de llegar a la Moncloa, en aquellas elecciones muy marcadas por los atentados del 11-M en Madrid. El resultado de esta ineficaz reunión tiene mucho que ver con el formato de la misma en la que los presidentes intervienen, por orden de la aprobación cronológica de sus estatutos de autonomía, por un máximo de 10 minutos y, en todo caso, unos minutos más en la parte de ruegos y preguntas. Llega después un cansino período de conferencias de prensa de todos los asistentes para ofrecer su punto de vista de la reunión. El resultado acaba siendo que las conferencias de prensa casi duran más que la reunión propiamente dicha y que todo tiene un punto de impostado e inútil para que el jefe del Estado, el presidente del gobierno y los presidentes autonómicos se acaben haciendo una foto —en este caso, frente al Palau de Pedralbes— como muestra de la España de las autonomías.
Una última reflexión sobre el PP y su posición en el tema de la lengua: impiden que el catalán sea oficial en las instituciones europeas y de ahí que no supere el plácet de los 27 países del Consejo de Asuntos Generales de la Unión Europea, como le sucedió el pasado 27 de mayo; se opone a que se utilice en el Congreso de los Diputados porque allí se tiene que hablar, dicen, en la lengua común, el castellano, y basándose en ello, hacen uso de la mayoría absoluta que tienen en el Senado para impedir que se hablen otras lenguas; y, finalmente, niegan el derecho a que en Barcelona, durante la conferencia, se pueda hablar también en catalán. Realmente, ¿son conscientes de su posición? ¿Dónde esperan que se hable el catalán, fuera de cualquier escenario público u oficial? No es que no estén a favor de una España plurinacional, sino que niegan una España plurilingüística. Y esos son los que se autoproclaman constitucionalistas y defensores de España. ¡Qué horror!