Con la asistencia de Miquel Iceta como miembro del Gobierno español en la toma de posesión del president de la Generalitat, se recupera lo que había sido, hasta la toma de posesión del president Quim Torra en 2018, una tradición desde 1977, en que se restauró la Generalitat en la persona de Josep Tarradellas i Joan. Esa figura un punto anacrónica y rechazada de plano por el movimiento independentista ha ido evolucionando su perfil también con los años. Con Tarradellas llegó a estar el presidente Adolfo Suárez y ocupando el puesto más destacado, la mesa presidencial. Con Pujol ya se bajó el rango a ministro, aunque conservó el sitio preeminente en la ceremonia, una circunstancia que se mantuvo con Pasqual Maragall y José Montilla.

No fue hasta la llegada de Artur Mas en 2010 que el nuevo president desplazó al representante del Gobierno a la primera fila y quedaron tan solo el president saliente y el entrante en la mesa presidencial. El formato se mantuvo con Puigdemont, aunque el entonces ministro vigilante Jorge Fernández Díaz ya expresó su irritación por el discurso del president en el exilio. Con Torra, la fractura ya fue total. Se jugó como el gato y el ratón con la toma de posesión, se hizo un pequeño y discreto acto, ya que se quería poner en valor el exilio del president y de varios consellers, y la prisión de otros tantos miembros del ejecutivo catalán, como consecuencia de la supresión de la autonomía catalana por el 155 unos meses antes y la represión del independentismo.

La presencia de Iceta transmite una falsa normalidad de la situación política en Catalunya, ya que ciertamente hay Govern, pero la represión no ha cesado ni un único día desde aquel septiembre de 2017. Iceta, que era primer secretario del PSC, cargo que aún ocupa, fue una figura clave para que el 155 se aplicara en Catalunya aunque el gobierno español estuviera presidido por Mariano Rajoy. El tiquet Soraya Sáenz de Santamaria- Miquel Iceta funcionó a la perfección, algo que seguramente no recordará hoy Miquel Iceta de la misma manera que tampoco hará con los más de tres mil represaliados con exilio, prisión, inhabilitación, multas millonarias o procesos judiciales diversos.

Las relaciones entre España y Catalunya no se recompondrán mientras no exista una ley de amnistía y un referéndum acordado. Y eso a Iceta, como representante del Gobierno español, que es como hoy estará en el Palau de la Generalitat, hay que recordarselo en nombre de la mayoría independentista que no ha renunciado a la independencia.