Todo estaba preparado para la reunión más trascendetal de la historia centenaria de Freixenet, donde su consejo de administración debía decidir si aceptaba o no la propuesta de compra de la multinacional alemana Henkell, propiedad de congelados Oetker, que pretende hacerse con almenos el 50% del gigante del cava catalán. Sin embargo, el segundo consejo de administración en tan sólo tres semanas que debía celebrarse en Sant Sadurní d'Anoia ha sido anulado debido al fallecimiento de Carmen Ferrer Sala, hija de los fundadores Pedro Ferrer Bosch y Dolores Sala y madre de Enrique Hevia, vicepresidente y director financiero. Por el momento, no se ha anunciado cuándo tendrá lugar el próximo consejo. 

Freixenet vuelve a estar de luto tras el fallecimiento en enero del 2016 de Pilar Ferrer Sala, madre del presidente, José Luis Bonet Ferrer, e hija también de los fundadores, con lo que el único miembro de la segunda generación que todavía sigue en vida es José Ferrer Sala, actual presidente de honor y padre del consejero delegado, Pedro Ferrer Noguer. 

La crisis familiar se agrava

La tercera generación del Grupo Freixenet está sumida en una profunda crisis de su gestión y accionariado, con lo que el enfrentamiento de las famílias Ferrer y Hevia con los Bonet de por medio se ha convertido en una situación cada vez más insostenible. Hasta hace poco, la rama encabezada por José Luis Bonet que ostenta un 29% de las participaciones parecía haberse unido a la revuelta liderada por Enrique Hevia que cuenta también con un 29% y que se ha mostrado muy crítico con la gestión de la familia Noguer, propietaria del 42% restante.  

Sin embargo, más allá de escuchar la oferta procedente de Alemania, los cuatro miembros de la familia Bonet, que poseen un 7,25% cada uno, no parecen compartir una misma estrategia y esto agrava todavía más la crisis familiar de Freixenet. Por una parte, José Luis y Pilar Bonet se han mostrado muy cercanos a los Ferrer, pero de momento, el primero no quiere vender su paquete de acciones y apuesta por seguir en la empresa ya que no le interesa tanto el dinero como sí la continuidad de la multinacional del cava a largo plazo.

En el supuesto de que Pilar Bonet vendiera su parte de las acciones, los Ferrer alcanzarían un 49% ,pero todavía necesitarían la neutralidad del actual presidente para poder consolidar su posición mayoritaria. Por el otro lado, la familia Hevia parece contar con el apoyo de Pedro Bonet, presidente del Consell Regulador del Cava y director de comunicación, y Eudald Bonet, muy crítico con los Ferrer aunque esto sólo les permitiría alcanzar un 43,5% de las acciones. 

Los Ferrer, dispuestos a todo

Mientras que los Hevia se debaten entre comprar y vender y los Bonet se rigen por la disparidad de criterios de sus cuatro miembros, la familia Ferrer parece dispuesta a todo para seguir comandando Freixenet. Sus opciones pasan por negociar un crédito con la banca que rondaría los 100 millones y alcanzar así más del 50% de las acciones para frenar cualquier posibilidad de venta. Y aunque no lo consiguiera, la familia Ferrer seguiría teniendo un derecho de tanteo sobre la oferta de Henkell valorada entre 550 y 600 millones de euros, ya que las acciones de la compañía están sindicadas. 

Los Ferrer tan sólo aceptarían la salida de los Hevia si Henkell entrara en calidad de socio minoritario, condición que parece muy poco probable dados los intereses de la multinacional alemana. Con todo, el objetivo prioritario de los Ferrer es aislar a la familia Hevia y minimizar los costes de transición y traspaso de poderes en Freixenet.