Ronaldinho no tiene una vida ordenada. El brasileño es capaz del maravillar el mundo con sus filigranas y, a la vez, indignar a todo aquél que un día lo admiró dando apoyo al ultraderechista Jair Bolsonaro.
El ex jugador del Barça -y actual embajador del club- vive en una burbuja y nada conseguirá hacerlo salir. Ni siquiera el dinero. Este lunes, el portal UOL reveló que la fiscalía brasileña había intervenido las cuentas de Ronaldinho y su hermano Roberto por haber causado daños medioambientales construyendo una plataforma pesquera.
La justicia del país sudamericano le retiró el pasaporte, pero cuando accedió a sus cuentas descubrió que sólo había 24,63 reales, o lo que es lo mismo, menos de 6 euros. Después de no dar señales de vida, la fiscalía asumió que Ronaldinho, arruinado, había desaparecido del mapa.
Pero no es el caso. Este martes, el brasileño, ajeno a todo lo que lo rodea, ha dado señales de vida en las redes sociales desde Marruecos.
Ya tiene 38 años pero no parece que Ronaldinho logré madurar. Qué se lo pase bien no es ningún inconveniente, pero que huya de la justicia y se identifique con unos valores más que discutibles, quizás sí.