El Real Madrid es una montaña rusa. Tanto puede ganar un partido complicado, como perder otro de sencillo. Y esta vez en una última jornada intranscendente de Champions League, ha vuelto a caer contra el CSKA de Moscú, pero con humillación (0-3).

Más que la derrota, lo peor han sido las sensaciones mostradas en casa, en el Santiago Bernabéu. La afición madridista se ha centrado en un Isco Alarcón incapaz de comandar a un equipo con suplentes, pero que tampoco ha sabido competir.

Los pitos hacia el malagueño han vuelto después de enfrentarse con la grada. Y después de 90 minutos de decepción, todo el Bernabéu ha pitado a un Madrid irreconocible. Además, Gareth Bale se ha lesionado en el tobillo derecho.

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El Madrid prueba su medicina

Tal como pasó en Moscú, el Madrid ha merecido más que los rusos, pero al final los goles son la salsa del fútbol. Si el Madrid es conocido por ser un equipo que los últimos años ha hecho de la eficacia un arma mortal, esta vez ha vuelto a sufrir de su propia medicina.

El CSKA no se ha puesto nervioso y no se ha asomado al ataque, a pesar de la necesidad de victoria para pasar a la Europa League como tercero del grupo. El Madrid, con un Vinicius eléctrico y un reencontrado Asensio en la primera mitad, ha dispuesto del mejor fútbol, pero sin encontrar ocasiones ni el gol. Y la eficacia, que normalmente es blanca, ha pasado a ser rusa.

El conjunto ruso ha llegado muy poco a la portería de Thibaut Courtois, pero cuando lo ha hecho, ha sido letal. Antes del descanso Chalov y Schennikov han marcado los dos primeros goles. Y ya en la segunda mitad ha sido Sigurdsson quien ha resuelto el partido.

La victoria del CSKA al final no ha sido suficiente. El Viktoria Plzen se ha impuesto a la Roma y se confirma que los rusos, a pesar de ganar los dos partidos contra el campeón de Europa, no suma suficientes puntos para jugar la Europa League. Y el Madrid, que ya no se jugaba nada, ha acabado primero del grupo.