La Selección española ha ganado a Bosnia-Herzegovina (1-0) en un partido amistoso que jugadores y afición probarán de olvidar lo antes posible. Luis Enrique ha optado por revolucionar su combinado y ha presentado un once lleno de caras nuevas, pero su equipo ha vuelto a aburrir indiscriminadamente. Mario Hermoso, del Espanyol, ha debutado como titular y ha sido una de las pocas noticias positivas de la noche en clave española.

El mismo día que Inglaterra ha certificado su acceso a la fase final de la Nations League, España ha vuelto a ofrecer un espectáculo deprimente que ha dormido la poca afición presente en el estadio de Gran Canaria.

La falta de profundidad como marca registrada

Si alguien se pensaba que el alud de rotaciones de Luis Enrique se traduciría en un juego vistoso y alegre de su equipo estaba muy equivocado. Como pasó contra Croacia, España ha vuelto a mostrar su peor vicio: la falta de profundidad. El estadio de Gran Canaria no se ha llenado ni mucho menos para ver su selección y lo cierto es que los protagonistas del terreno de juego tampoco han mostrado ningún interés en entusiasmar al público.

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La primera parte ha sido dura de seguir. Luis Enrique ha entregado la sala de máquinas a Isco, Asensio, Suso y Ceballos, pero ninguno de los cuatro jugadores ha mostrado el talento ofensivo que se les presupone. Ninguno de ellos es Xavi, Iniesta o Silva, pero si España quiere tener alguna aspiración futura tendrá que exigir más rendimiento a sus mediocampistas.

La primera ocasión del partido la ha tenido Bosnia-Herzegovina, pero el disparo de Visca lo ha parado Kepa Arrizabalaga. El portero vasco del Chelsea aspira a sustituir el más que discutido David de Gea, pero este domingo no ha dispuesto de ocasiones para lucirse. El equipo de Prosinecki, consciente de sus limitaciones, ha venido a las Islas Canarias a defenderse sin complejos. Los balcánicos, sin embargo, al menos tenían justificación. Sin su gran estrella, el bianconero Miralem Pjanic, poca cosa podían ofrecer. El otro gran astro del equipo, Edin Dzeko, estaba más solo que Adán el día del padre.

El paso de los minutos no ha animado en España, que sólo lo ha intentado con disparos lejanos de Isco y Suso. Cuando el árbitro ha silbado el final del primer tiempo, la sensación generalizada ha sido de alivio.

Brais salva los muebles

La segunda parte tampoco pasará a la historia del fútbol, pero al menos la recordarán con cariño Pablo Fornals y Pau López. Como pasa con las relaciones carnales, los futbolistas del Vila-Real y del Betis se han estrenado con entrega y entusiasmo, pero la presión, primero, y la monotonía, después, les han acabado jugando una mala pasada.

Quien también recordará el partido es Álvaro Morata. En el minuto 57, el ex del Real Madrid ha fallado el gol más fácil de su carrera después de tropezarse él solo cuando lo tenía todo a favor para deshacer el empate. Sea un castigo o no, el delantero ha sido sustituido pocos minutos después por Rodrigo Moreno.

La uniformidad de la noche la ha tenido que romper otro debutante, Brais Méndez. El jugador del Celta de Vigo ha aprovechado un mal rechace del portero visitante para marcar el único gol del partido y salvar la dignidad española.

Con el trabajo hecho, los hombres de Luis Enrique no se han vuelto locos por conseguir la segunda diana del partido, precisamente. Prosinecki tampoco ha mostrado demasiado interés al ganar, y cuando quedaban menos de cinco minutos ha retirado del terreno de juego a Dzeko. El pobre hombre no volverá en Gran Canaria ni de vacaciones.

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La noche, eso sí, ha servido para homenajear a David Silva. El canario ha sido obsequiado con una camiseta conmemorativa y una certeza: España echará de menos a alguien que se acerque a su nivel.