La memoria de Tajonar está grabada con tinta indeleble con el nombre de Ante Budimir. El delantero croata, a sus 34 años y aún referencia ineludible en la selección ajedrezada, se erigió la temporada pasada no solo en el máximo artillero de Osasuna en LaLiga con 21 tantos, sino en el máximo goleador histórico del club rojillo en Primera División. Su zancada poderosa, su olfato letal y su innegociable trabajo de brega le valieron el estatus de leyenda viva en El Sadar. Sin embargo, el inicio de la temporada 2025/2026 presenta un panorama bien distinto, con un Budimir atascado y una afición que se pregunta qué ha cambiado.
Tras nueve jornadas ligueras, el balance del ariete es de apenas dos goles y una asistencia. Unas cifras que palidecen si las comparamos con el frenesí goleador que exhibió en la temporada anterior, donde a estas alturas ya había perforado la red en cuatro ocasiones. Pese a que la historia reciente nos recuerda que las rachas goleadoras tienen sus altibajos –en la 2023/2024 también sumaba solo dos tantos en el mismo periodo y acabó con 18–, la sensación en el entorno rojillo es que algo más profundo afecta al '9'. Sus siete disparos a puerta totales reflejan una participación inusualmente baja en la zona de peligro.

El puzzle táctico de Alessio Lisci: ¿Un sistema que ahoga a su estrella?
Las miradas de los analistas apuntan directamente al banquillo y al esquema táctico implementado por el técnico Alessio Lisci. El italiano, conocido por su predilección por una defensa férrea y un mediocampo poblado, ha optado de forma recurrente por un sistema con tres centrales y dos carrileros. Esta estructura, si bien ofrece una notable solidez defensiva, parece haber reducido drásticamente el caudal de balones francos y de calidad que llegan al gigante de Zenica. Budimir es un rematador de área, un depredador que vive del servicio, y el sistema actual parece obligarle a participar en tareas de construcción o a recibir envíos demasiado lejanos o exigentes.
Se le ve demasiado aislado entre las defensas rivales, con menor capacidad para encontrar el lugar justo en el momento preciso. La sensación es que Lisci aún no ha dado con la tecla para armonizar su propuesta con las virtudes de su principal referente ofensivo. Osasuna necesita recuperar esa conexión vital con su goleador si quiere escalar posiciones en la tabla.
La ausencia que se siente en la mediocentro: el factor Aimar Oroz
El segundo gran factor que la prensa y la afición manejan como clave de la sequía de Budimir es la ya prolongada ausencia de Aimar Oroz. El talentoso mediapunta de Arazuri es mucho más que un jugador; es el eslabón perdido en el engranaje ofensivo de Osasuna. Su capacidad para ejercer como enganche entre el mediocentro y el ataque, su visión de juego y, sobre todo, su habilidad para surtir de balones precisos a los puntas, son irremplazables. Aimar es el futbolista que desatasca la creación, que rompe líneas con pases incisivos y que entiende los movimientos de Budimir a la perfección.

Sin él, la responsabilidad recae en otros compañeros que, si bien talentosos, no poseen ese perfil específico de '10' puro. La falta de Aimar Oroz se traduce en una menor fluidez en el último tercio del campo y en un Budimir que tiene que bajar más metros a recibir, alejándose de su zona de máximo peligro.