El Real Madrid se ha dejado dos puntos en su visita a San Mamés. Los de Zidane han empatado a cero contra el Athletic Club y han desperdiciado la oportunidad de recortar puntos al Barça, líder de la Liga. Tercer partido consecutivo de los blancos sin ganar en campo contrario en la competición de la regularidad.

Partido de versiones descafeinadas

El Madrid ha llegado al nuevo San Mamés con el entusiasmo que la posibilidad de recortar puntos al Barça le ha generado. Los blancos tenían la posibilidad de acortar diferencias respecto a su máximo rival por el título de Liga y la han querido aprovechar. Una versión descafeinada del Athletic los esperaba en el ambiente mágico de fútbol que el feudo vasco dibuja en cada compromiso de los suyos.

Con Ziganda al mando del equipo, los leones no son tan leones y no muerden con la misma fuerza. De guerreros son igual, pero mucho más inofensivos. Orgullo y poco más. Incluso su goleador, Aduriz, ha fallado una ocasión imperdonable para trastocar el partido en los primeros minutos. Por su suerte, sin embargo, hoy se han encontrado con un conjunto bastante diferente al de la final de la Champions de la temporada pasada.

Y eso que el once inicial era el mismo. Keylor ha vuelto a la titularidad después de un tiempo de baja por lesión y los de Zidane han querido olvidar la desdicha de Bale con las lesiones, pero con Kroos, Modric y Cristiano lejos de su mejor forma, el Madrid actual depende mucho de la conexión Marcelo-Isco. El brasileño aumenta infinitamente las posibilidades ofensivas de los suyos; el malagueño pone la calidad en los metros finales.

De todo menos fútbol

Aunque los madrileños han intentado marcar un gol antes de que el árbitro silbara el final de la primera parte, el acto inicial del partido ha contado con los dedos de una mano las ocasiones peligrosas de unos y otros. Mucha lucha pero poco fútbol. Las imprecisiones y los nervios han provocado que se generaran pocas oportunidades y que las definiciones no fueran las adecuadas para aprovecharlas.

Como en las últimas jornadas, el Madrid ha pecado de lo que siempre había sido su mejor virtud: la verticalidad y su superioridad en las dos áreas. Keylor y Casilla no están seguros bajo palos y Cristiano y Benzema siguen ofreciendo actuaciones muy deslucidas. El portugués, de hecho, no ha conseguido acabar con su mala racha en el nuevo San Mamés y todavía no ha marcado en el feudo vasco desde su remodelación el año 2013. Misión fracasada.

En la reanudación, el guion no ha variado y la representación ha seguido destacando por su poco brillo. Raúl García y Sergio Ramos han continuado con su particular lucha en que prácticamente cada acción podía haber una amonestación para cada uno, los mediocampistas blancos se han desorientado entre el rebaño de leones vascos y los porteros han tenido poco trabajo. Sólo algunos jugadores intentaban rebelarse con fútbol al que consideraban una sinopsis poco exigente para una película que había prometido mucho.

A medida que han ido pasando los minutos, sin embargo, las fuerzas bilbaínas han disminuido y los de Zidane se han hecho con el control absoluto. De la pelota y del partido. Los locales han dado un paso atrás y se han limitado a defenderse a los ataques de un Madrid que no ha mejorado en juego pero sí en ambición. La Catedral ha intentado animar a los suyos y Kepa se ha puesto la capa de héroe por lo que pudiera pasar.

Ramos tira la toalla

Más vale tarde que nunca, dicen. Los diez minutos finales han sido un acoso total de los visitantes hasta que Sergio Ramos ha hecho un codazo por segunda vez, ha visto la segunda tarjeta amarilla y, en consecuencia, ha tenido que enfilar el camino hacia los vestuarios antes de tiempo. La expulsión ha animado al Athletic, pero el empuje no ha ido acompañado de frescura y el resultado no se ha movido.

Con el empate final, el traspié del Barça contra el Celta en el Camp Nou ha resultado menos trascendente. Los blaugrana respiran tranquilos después de ver cómo mantienen los ocho puntos de diferencia respeto a su máximo rival después de que este haya desperdiciado la oportunidad de reengancharse a la Liga.