Bernat Puigdollers lleva dos años como director de Arte de la Fundación Vila Casas, que tiene museos en diferentes puntos de Cataluña. Lo conocí antes de que tuviera el cargo, un día que me invitó a una comida en su casa: agrupó a pintores, escritores, fotógrafos y una cantante de ópera. Cada uno de nosotros debía llevar un objeto, el que fuera, y el objetivo era que después los pusiéramos en común y explicáramos qué significaba para nosotros. Puigdollers aún no tenía treinta años, pero su piso, relativamente modesto, estaba lleno de arte. Nos enseñó y explicó todos los cuadros y esculturas, tenía una relación ingenua y entusiasta con las piezas de su colección casera. Nos encontramos con él en el Espai Volart, en una casa modernista magnífica en el corazón del Eixample. Nos enseña, a mí y a la fotógrafa Montse Giralt, las dos colecciones vigentes, la del contemporáneo Toni Giró (Sòlid que es fon en l’aire) y la de Ramon Calsina (Misèries humanes), que pintó antes y después de la Guerra Civil y que la ha comisariado Puigdollers mismo. El Espai Volart es solo uno de los espacios múltiples de la Fundación.
Amante del arte como era y con la muerte cerca, Antoni Vila Casas lo dejó todo para dedicarse de lleno a la Fundación los dos años de vida que le quedaban
¿Eres un coleccionista nato?
Bernat Puigdollers: Soy un coleccionista amateur, pero estoy muy lejos de lo que hacía el señor Vila Casas.
La Fundació Vila Casas fue el proyecto de final de vida del farmacéutico Antoni Vila Casas, a quien detectaron una enfermedad incurable poco antes de jubilarse. Amante del arte como era y con la muerte cerca, Vila Casas lo dejó todo para dedicarse de lleno a crear la Fundación durante los dos años de vida que le quedaban. Por suerte, los dos años se convirtieron en veinte, y al final de esta trayectoria Vila Casas empezó a tantear a Puigdollers. La entrevista del farmacéutico a Puigdollers duró meses. Debía de ser para un trabajo, quizás para comisionar alguna exposición. Eso es lo que decía Vila Casas, sin llegar a concretar nada. Fuera del despacho, preguntaba por él a los conocidos que tenían en común. En realidad, lo estaba poniendo a prueba: quería saber si podía contar con él para continuar el legado y la tarea de la fundación. Tras la muerte del anterior director de arte, el poeta Àlex Susanna, Bernat Puigdollers tomó el relevo.

¿Por qué habéis juntado a Toni Giró y Ramon Calsina aquí en el espacio Volart?
Bernat Puigdollers: En este caso, lo que hemos querido es hacer dialogar a un artista que comenzó su trayectoria en los años 30 y la desarrolló a lo largo de los 40, 50, 60, y la de otro artista que es Toni Giró, que comenzó su carrera a finales de los ochenta. No tienen nada que ver, porque ni se trataron, ni tienen un trabajo formal similar. Pero comparten el sentido del humor y la manía de poner el dedo en la llaga de la precariedad y las crisis sistémicas. Calsina era un avanzado a su tiempo, tiene cuadros que denuncian la supeditación de las mujeres, la brutalidad testosterónica o los desahucios.
El objetivo de la Fundación no es ensalzar a artistas reconsagrados, sino recuperar trayectorias olvidadas, potenciar a artistas de mediana carrera y artistas más jóvenes o contemporáneos
¿Qué pasó con Ramon Calsina, después de la guerra civil?
Bernat Pugidollers: Fue a parar a Argelès. Cuando volvió a Barcelona fue ingenuo y decidió exponer algunos dibujos de estos. La prensa franquista le advertía de que no eran adecuados, porque ya no existían estas miserias sino paz, calma y serenidad. El cinismo era absoluto: eran los años de fusilamientos en el Camp de la Bota, en el Poblenou donde él había nacido.
Le digo a Bernat Puigdollers que la obra de Calsina me recuerda a la obra de artistas alemanes de los años veinte y treinta, también, a la generación del pintor alemán George Grosz. Comparaciones aparte, los cuadros de Calsina me gustan por el color, el carácter solo parcialmente figurativo, por la temática. No lo conocía. Tampoco conocía a Toni Giró, y de eso se trata: la Fundación, siguiendo las voluntades de su fundador, preferiblemente debe apoyar a aquellos artistas que no han tenido visibilidad. Antoni Vila Casas consideraba a Joan Miró el mejor artista catalán. Sin embargo prefirió renunciar a tener una colección de sus obras para poder ayudar a otros artistas que lo necesitaban. A Vila Casas le gustaba decir que con el precio de un Miró, podía ayudar a muchos artistas y eso era lo que más le satisfacía. El objetivo de la Vila Casas no es ensalzar a artistas reconsagrados, sino recuperar trayectorias olvidadas, potenciar a artistas de mediana carrera y artistas más jóvenes o contemporáneos y darles una plataforma donde poder desplegar su obra.

Vienes más del mundo de la historia del arte que del arte contemporáneo, me parece. ¿Qué significa eso para la Fundación?
Bernat Puigdollers: Soy historiador del arte y he hecho mucho trabajo de investigador, un poco de ratón de biblioteca, investigando y rescatando artistas. Pero nunca he querido ser ajeno al arte contemporáneo. Creo que los artistas contemporáneos tienen mucho que aprender del arte histórico o la tradición artística del país, de la misma manera que los historiadores también tienen que aprender mucho de los artistas contemporáneos. Entre una cosa y la otra, si sabemos de dónde venimos y sabemos dónde estamos, es mucho más fácil obtener esta mirada global y entender mejor quiénes somos, cómo somos y por qué somos así.
Can Framis, en el Poblenou de Barcelona, tiene la exposición permanente, con obra de artistas catalanes del siglo XX desde 1945 hasta hoy
Los espacios de la Vila Casas
La Fundación Vila Casas tiene muchos espacios. El espacio Volart está en constante cambio, se acaba una exposición y viene otra. En el Palau Solterra de Torroella de Montgrí está la colección de fotografía, y en Can Mario, en Palafrugell, la de escultura. Además está la cuestión de la salud, una vertiente de la fundación que es menos conocida pero también muy importante para su fundador. El señor Vila Casas quería que arte y salud fueran de la mano. Can Framis, en el Poblenou de Barcelona, tiene la exposición permanente de pintura, con obra de artistas catalanes del siglo XX desde 1945 hasta hoy; quizás ahí está el grueso de la obra más arriesgada. Bernat me explica que el próximo 10 de noviembre inaugurarán la nueva exposición permanente con “una mirada más condensada” y “dotada de más contexto para hacerla legible”. No me quiere desvelar las sorpresas, todavía.

La Vila Casas rehúye la tendencia barcelonocéntrica y busca actividades transversales que vayan más allá del formato expositivo. El 18 de octubre a las 19 h, por ejemplo, el escritor Arià Paco hablará sobre El banquete de Platón en el Palau Solterra en el marco del Festival Clàssics. Más adelante, los espacios Volart también acogerán un concierto de música jazz para complementar Sólido que se funde en el aire de Toni Giró, siempre en consonancia con la obra expuesta. Procuran implicarse en el espacio concreto y con los artistas locales. Realizan grandes proyectos en Palafrugell y en Torroella. También organizan exposiciones itinerantes en puntos del territorio catalán donde no tienen sede, porque también necesitan un contacto con el mundo cultural, como el Camp de Tarragona. El 9 de octubre, por ejemplo, la Vila Casas presentará la obra de Joaquim Chancho en el Castell de Vila-seca, que no pertenece a la fundación. Esta línea de itinerancias, añade, les permite abrir espacios intermedios más pequeños y ofrecer una mirada más íntima y cercana, apta para el “público neófito”.
Puedes hacer otra cultura, poder aportarla sin banalizarla, sin rebajarla, poder aproximarla al público general
Les preocupa ser accesibles para el público. "Ahora estamos en pruebas piloto, en cuanto a los diferentes formatos de visitas. No sólo promocionamos las visitas con los artistas, también buscamos otras maneras de acercarnos a una exposición, como verla a través de unas pocas obras seleccionadas y explicadas con detalle o incluso tratar de adentrarnos en el mundo de un artista analizando con profundidad. más íntimo, y rehuimos los discursos grandilocuentes. Buscamos que nuestros textos de sala sean legibles y puedan entenderse. Los catálogos, en cambio, sí deben tener espacio para reflexiones más complejas y, siempre que sea posible, tener en cuenta que hay muchas capas de lectura y no todo el mundo tiene el mismo bagaje”.

Las carencias del arte catalán
A menudo se menosprecia al público, existe la idea de que el público no sabe lo que quiere y se le tiene que explicar y se le tiene que enseñar. Y es todo lo contrario, el público tiene una intuición natural
¿El arte de nivel es para todo el mundo?
Bernat Puigdollers: No puedes empezar a leer el Quijote cuando tienes cinco años. No te gustan las mismas novelas cuando tienes 15 años que cuando tienes 50 u 80. También creo que a menudo se menosprecia al público, existe la idea de que el público no sabe lo que quiere y que se le tiene que explicar y enseñar. Y es todo lo contrario, el público tiene una intuición natural. Parece que el arte solo puedan entenderlo pocas personas, creo que desde el sector nos hemos encerrado en una torre de marfil. Tenemos que acercarnos más sin banalizar el hecho artístico ni el trabajo de los mediadores, porque al final creo que ha habido una desconexión grande entre el público y el mundo de las artes y es bueno que reencontremos estos vínculos. Puedes hacer alta cultura y aproximarla al público general sin banalizarla ni rebajarla. Los artistas cada vez tienen más dificultades para encontrar espacios donde iniciar sus carreras, y queremos darles sus primeros catálogos y las primeras exposiciones. Dentro de esta línea más curatorial y social, tener salas más dinámicas nos permite una mayor libertad de movimientos que los grandes proyectos, que piden una preparación previa muy grande.
Hay una cantera enorme que no somos capaces de abarcar, sea por cuestiones políticas, o de país, por falta de conocimiento o por falta de interés
Dices que cada vez es más difícil que los artistas encuentren lugares donde exponer. ¿Cómo ves el estado del arte contemporáneo en Cataluña?
Bernat Puigdollers: Tenemos grandes artistas y una gran cantera, pero falta una apuesta decidida por el sector, para evitar situaciones de precariedad y crear una red sólida de espacios expositivos donde los artistas puedan hacer un recorrido. Hace años existían una serie de salas intermedias entre los grandes museos nacionales y los museos más populares de barrio. Las cajas, los bancos, las salas municipales tenían unos espacios donde artistas también de esta media carrera o artistas que empezaban, podían ir haciendo un recorrido. Esto ha ido desapareciendo. El origen de la fundación es darse cuenta de que hay una cantera enorme que no somos capaces de abarcar, sea por cuestiones políticas, o de país, por falta de conocimiento o por falta de interés. No sé cuáles son los motivos reales de fondo, pero la fundación está ahí para contrarrestarlos. En cualquier caso, nuestra tarea es hacer todo lo que esté a nuestro alcance para fortalecer este tejido.