Gracie Abrams trajo el mal tiempo a Barcelona. Bendito mal tiempo que permitía incluso manguita de camisa en el Fórum. Más de una familia, mayoría en la apertura del festival este miércoles, indicaba a sus pequeños que se abrigaran. Ya en Girl in red se vieron las primeras caras de refunfuño: ¡quién quiere una chaqueta cuando se puede saltar! 

La actitud desenfadada, en esta ocasión vestida con americana, no siempre el hábito hace al monje, tuvo enchufado al público desde buen inicio en el escenario principal. Se basó en su último tour, especialmente celebrada My girl o This is my girlfriend, pero tuvo momentos de mucha verdad, se dedicó a ella misma su nueva Hemingway a guitarra y carisma pop folk tras un duro año de rehabilitación tras engancharse a benzodiacepinas, alcohol y otros tóxicos. Preciosa realización en las pantallas del festival, por cierto. Aportó velocidad al punto espídico, power pop y ruido, de la noruega. La acabaron manteando. Merecido. En Lia Kali, las familias aprovecharon para cenar. Se perderían una de las voces del hip hop nacional con más miga: dejes flamencos, caribeños y, claro, urbanos. Un espectáculo que, por músicos y bailarines, merecía más público y, tal vez, un escenario mayor. Ambiciosa y artesana, como canta en el boleraza Qué te debo

Pray for los padres (y las madres) coraje

¿Más noticia en un festival veraniego que el cielo totalmente tapado, incluso nubes negras, en plena ola de calor? Gracie Abrams tuvo un clima de otra época. Una mejor. De cuando por las noches refrescaba. De cuando el ventilador de techo no cotizaba como las piedras preciosas. De aquellos veranos que solo se viven de joven, en la edad en la que sus acérrimos lloran solo empezar su música, gritan cuando ella no ha rascado ni cuatro acordes y dice “love you Barcelona” y monta una senyera sobre el piano. Sus músicas viven de esa transversalidad, de esa intensidad y de una melancolía que siquiera ha tenido tiempo a vivir, en esta, su Era -parafraseando a Taylor Swift-, todo es pura nostalgia, y la narra con cuño. 

Sus músicas viven de esa transversalidad, de esa intensidad y de una melancolía que siquiera ha tenido tiempo a vivir, en esta, su Era -parafraseando a Taylor Swift-, todo es pura nostalgia, y la narra con cuño

Una melancolía de la que sólo puede disfrutarse siendo fan. Polariza. A menor escala, es un fenómeno como el de la ya citada Swift o Olivia Rodrigo, los más jóvenes la sienten amiga, cuidadosa al extremo de su imagen y mensaje, sí se hace selfies con móviles ajenos, y ellos se fabrican su propio merch con pegatas con sus títulos que planchan a la ropa. Los mayores, hastiados de vivir, la rechazan, la critican (se la tachó de nepobaby por ser hija de J.J. Abrams) o -como debería ser-, el resto la ensalzan por su puesta en escena, acústica en mano y banda de acompañamiento más trabajadora que el equipo UAE en el Tour, y su redondo The secret of us (2024).

20250709 CRUÏLLA 2025 / Foto: Montse Giralt
Gracie Abrams, nostalgia de su era en el Cruïlla / Foto: Montse Giralt

No era la primera vez de la fenómeno-streaming (sus actuaciones en la televisión americana son memorables), pero en su anterior vez en Barcelona pasó por Razzmatazz. A la velocidad de un reel ha pasado a encabezar festivales (también confirmada para el Mad Cool) gracias al aura, una trastienda escénica escueta y un gracejo comedido. Así lo demostró desde buen inicio con, curiosa paradoja, Risk. Lo más arriesgado del tema fueron las camisetas con las que un pobre padre tuvo que carretear junto a sus tres hijas: “Too soon to tell you i love you”, rezaba. Pray for los padres (y las madres) coraje.  Abrams repitió en Barcelona, casi con claqueta, su bolo tipo (le dedicó un tema a piano a Girl in Red, eso sí, Two people), pero aun así hice irresistibles baladas como la reciente Death wish o I love u I’m sorry. Hasta llegar a himnos en los que luce falsete y vestido country pop como en That’s so true.

Abrams repitió en Barcelona, casi con claqueta, su bolo tipo (le dedicó un tema a piano a Girl in Red, eso sí, Two people), pero aun así hice irresistibles baladas como la reciente Death wish o I love u I’m sorry

El Cruïlla se ha convertido en el festival de la mezcla, aunque eso es así sobre todo en las jornadas de viernes y sábado. Hoy era el día de las nuevas voces femeninas. El festival sigue este jueves conmemorando sus quince ediciones con un cartel mucho más de raíz, enfocada al baile y algunos míticos, míticos, dígase Seu Jorge, Goran Bregovic o los Sex Pistols con Frank Carter. Y con menos recorrido pero igual de valía como Remei de Ca la Fresca