Jordi Lara ha intentado explorar los rincones más recónditos del alma de Lluís Maria Xirinacs, el filósofo que se dejó morir en un bosque en 2007. Y lo hace a través de Sis nits d'agost (Edicions de 1984), una novela  en que se interroga sobre los seis días que van desde el lunes de agosto en que un amigo dejó a Xirinacs en la montaña hasta el sábado en que encontraron su cuerpo. Una historia que probablemente el lector ya conoce, y que es explicada a través de la trama de un escritor que investiga la muerte del cura exclaustrado. Una novela peculiar en que no hay ficción, sino una reconstrucción a partir de materiales reales, sobre todo de personas vivas. Porque Lara considera que no era necesario incorporar elementos de ficción aquí, porque la historia ya era lo bastante contundente. Todo el libro está basado en documentación, en paseos por el lugar de los hechos y, sobre todo, en testigos reales de la vida y la muerte de Xirinacs.

Jordi Lara. © Xef Vila.

La muerte, desde de cerca

Durante los seis días de agosto en que se sitúa la novela, su autor veraneaba en Ribes de Freser, a pocos kilómetros de donde murió Xirinacs, y se sintió interrogado por la muerte de un hombre de ciudad que se había despedido de la vida, solo, en el bosque... Lara nunca había conocido a Xirinacs, pero se empezó a interrogar sobre las visiones simplistas que veían en su muerte un estallido de locura. Por el contrario Lara, cuando empezó a documentarse se dio cuenta de que la muerte de Xirinacs había sido muy pensada, muy planificada... Subió al monte el día que cumplió 25 años. Y mediante ejercicios respiratorios se indujo el coma, un coma con el que podía tardar dos o tres días en morir. No se infligió ningún tipo de autoviolencia. El mal tiempo que imperó en aquellos días le ayudó a morir, porque impidió que salieran al monte buscadores de setas y excursionistas y que lo encontraran mientras agonizaba.

Pensar en la propia muerte

Lara no esconde la fascinación por el hombre que fue capaz de diseñar su propia muerte y que dejó sus reflexiones de los últimos días en un dietario místico, Últimes espurnes (que fue precedido con múltiples referencias a su plan de dejarse morir en otro dietario sobre sus últimos cinco años). Lara, a través de su novela, se pregunta sobre el porqué Xirinacs se dejó morir, si no tenía en absoluto el perfil de un suicida. Y exploró sus argumentos, sin sacar una conclusión clara. Apunta que en sus dietarios Xirinacs ofrece muchas razones para dejarse morir, de tipo religioso, natural, místico (de comunión con la naturaleza)... Pero Lara apunta que "todas las razones que da para su muerte, también podrían ser razones de vida". Y añade que "quizás no dijo la razón de fondo por la que quería morir porque no la sabía". Su libro no pretende tanto aclarar la muerte de Xirinacs, sino interpelar al lector sobre su propia muerte: "La muerte de Xirinacs es una muerte que nos interroga", explica. El autor critica a nuestra sociedad, marcada por el tabú de la muerte, y recuerda que "Tenemos pasión por la vida, pero es necesario que muramos". Elogia la figura de alguien que no dejó que la muerte la atrapara, sino que la fue a buscar. Y deja constancia de la solidez del entorno de Xirinacs que le dio apoyo en esta decisión.

Un hombre poliédrico

Lara lamenta que Xirinacs sólo haya sido valorado como el hombre que hacía sentadas a la puerta de la Modelo, el activista "que nos ayudó a perder el miedo durante el franquismo". Y critica que con la transición el personaje cayera en el olvido. El autor de Sis nits d'agost considera que Xirinacs fue un adelantado a su tiempo en muchas cosas, empezando por el hecho de morirse como él quería. Por eso quiere dejar claro que su libro no es una obra sobre el Xirinacs de la transición, el más popular, sino sobre los diferentes aspectos de un personaje que tiene mucho a aportar en diferentes campos. "No es un libro biográfico, aunque puede permitir a los más jóvenes acercarse a su figura", explica el autor, y añade que tampoco pretende hacer un libro periodístico. Por ejemplo, apunta que a través de Sis nits d'agost se quiere preguntar, también, sobre la relación entre la libertad individual y el compromiso colectivo.

Parcialmente en clave nacional

Xirinacs cuando murió llevaba encima una nota en la que pedía que le dejaran morir y reintegrarse en la naturaleza, pero también dejó escrita el acto de soberanía, un documento en que se proclamaba liberado de España, Francia e Italia. Lara recuerda que la muerte se interpretó mucho en clave nacional; para el españolismo era la culminación de la obra de un loco, o la demostración del fracaso del independentismo. El independentismo tuvo más problemas para asumir una muerte como una victoria. Pero para Lara no hay ninguna duda que para analizar a Xirinacs hay que pasar por el factor nacional, "porque Xirinacs era inseparable de la reivindicación nacional". Pero quiere dejar claro que Xirinacs nos interpela a muchos niveles, y no sólo a nivel nacional (destaca, por ejemplo, su vertiente filosófica). Recuerda que Xirinacs siempre fue independentista, y que murió antes del procés, pero que opinaba que "el pueblo está trinchado, pero está ahí". Y que tenía la esperanza de que algún día se despertará.

El laberinto Xirinacs

El libro de Lara es una exploración de los sentidos de la vida y de la muerte de Xirinacs. El autor los discute con los compañeros de reflexión de Xirinacs en la Fundació Randa, pero también con los habitantes de los parajes donde se dejó morir. Lara no es un seguidor de la filosofía de Xirinacs, pero admira la firmeza del personaje. Pero Sis nits d'agost va mucho más allá de la simple hagiografía: es un libro repleto de preguntas sin respuestas y de matices. Al fin, Lara reconoce que aquello que más le conmueve de Xirinacs "es su fe en el ser humano. Creía que entre todos, juntos, saldríamos adelante. Siempre creyó en los otros".

El acto de soberanía

He vivido esclavo setenta y cinco años

en unos Països Catalans

ocupados por España, por Francia (y por Italia)

desde hace siglos.

He vivido luchando contra esta esclavitud

todos los años de mi vida adulta.

Una nación esclava, como un individuo esclavo,

es una vergüenza de la humanidad y del universo.

Pero una nación nunca será libre

si sus hijos no quieren arriesgar

su vida en su liberación y defensa.

Amigos, aceptadme

este final absoluto victorioso

de mi contienda,

para contrapuntar la cobardía

de nuestros líderes, masificadores del pueblo.

Hoy mi nación

se convierte en soberana absoluta en mí.

Ellos han perdido a un esclavo.

Ella es un poco más libre,

¡porque yo estoy en vosotros, amigos!

 

Lluís M. Xirinacs i Damians

Barcelona, 6 de agosto de 2007