Delante del Institut d'Estudis Catalans, a pocos pasos de la Biblioteca de Catalunya, no muy lejos de las Ramblas, está la Real Academia de Medicina de Catalunya. Se trata de un edificio neoclásico, lleno de historia, magníficamente conservado, obra de Ventura Rodríguez, el autor de la Cibeles y de la capilla del Palacio Real de Madrid. La Real Academia es accesible, mediante visitas guiadas, los miércoles, viernes y sábados, pero se recomienda reservar plaza. Por la Academia han pasado destacados personajes, como el doctor Robert, alcalde de Barcelona, el doctor Agustí Pedro y Pons, el fisiòleg Augusto Pi i Sunyer, o el famoso científico Francesc Salvà, de quien se decía que "si no era el príncipe de los médicos, merecía ser el médico de los príncipes". En la actualidad, esta Academia promueve estudios de Historia de la Medicina, impulsa debates sobre temas médicos y asesora a las instituciones sobre problemas sanitarios.

Real Academia de Medicina. Fotografía: Josep Renalies. Wikipedia.

La anatomía: en el centro

La estancia más sorprendente de la Academia es la lujosa sala de disecciones. Se trata de una sala circular, con una mesa de disecciones de mármol en el centro. La preside una gran araña que cuelga de la cúpula central y está lujosamente decorada con pinturas doradas de motivos vegetales y geométricos, al más puro estilo neoclásico. En torno a la mesa hay unos impresionantes sillones, para los personajes destacados, y unas gradas para los estudiantes; pero también se puede observar la mesa, con más distancia, desde la balconada del piso superior. La sala de disecciones se encuentra en el centro del edificio, en un sentido no sólo físico, sino también simbólico. La Academia se planteaba como un espacio de enseñanza moderna, en el que la teoría se tenía que acompañar de la experimentación. Los que salían del centro conocían bien la anatomía gracias a haber contemplado muchas disseccions (a cargo de notorios cirujanos, como el doctor Antoni Gibernat, que inauguró esta sala, hacia el 1764).

Sala de disecciones de la Real Academia de Medicina. Fotografía: Sternalia.

Cirugia para la paz

Hasta el siglo XVIII la cirugía se consideraba, básicamente, como una práctica médica destinada a los heridos de guerra. El catalán Pere Virgili era uno de los mejores cirujanos de España, y a sugerencia suya el 1760 Carlos III creó el Real Colegio de Cirugia de Barcelona, que presidió Virgili. En seguida se lo equiparó a un centro universitario (recordemos que, en la época, la Universidad de Barcelona había sido clausurada). En esa época los nuevos cirujanos, salidos de los centros académicos, se desmarcaron de los antiguos cirujanos-barberos, puros aficionados que practicaban sangrías, cortaban el pelo, aplicaban sanguijuelas y sacaban dientes. Los nuevos académicos decían estar preparados para curar. Y su rasgo distintivo era su conocimiento de anatomía: en aquellos momentos, los médicos que salían de Cervera casi no habían visto ninguna demostración anatómica con cadáveres. En 1827, finalmente, se fusionaron las profesiones de cirujano y de médico. En 1843 se reabriría la Universidad de Barcelona y la Real Academia se convertiría en facultad, posición que ocuparía hasta 1904.

Real Academia de Medicina. Fotografía: Sternalia.

Borbónicos contra austracistas

La Real Academia de Cirugía fue creada en 1760. Era un organismo, como su nombre indica, derivado de una estructura centralista, y durante algún tiempo se lo consideró como un feudo de borbónicos. Por el contrario, el vecino Hospital de la Santa Creu era una institución sanitaria gestionada por las entidades local, que tenía fama de ser un cubil de enemigos del régimen. Además, el Hospital acogía a los enfermos más pobres, mientras que los ricos preferían que los médicos fueran a su casa, y por ello la Real Academia se veía como una institución elitista. Entre ambas instituciones había una gran rivalidad, y llegaron a disputar incluso por los cadáveres para diseccionar. Unos cadáveres que eran, evidentemente, de los pobres muertos en el Hospital, y no de los ricos muertos en sus casas, como lo explica un estudio de Núria Pérez i Pérez.

Real Academia de Medicina. Fotografía: Sternalia.

Severo por fuera, rococó por dentro

El edificio de Ventura Rodríguez es extremadamente severo por fuera, como lo son otras obras suyas. En cambio, por dentro es un edificio con decoración rococó, y hay varias salas que están magníficamente conservadas. La biblioteca y las salas de clase mantienen su viejo aspecto y visitarlas supone un viaje al pasado, a un tiempo en que  los centros académicos eran absolutamente elitistas y jerárquicos. Un viaje, también, a uno de los centros de poder científico de la Catalunya borbónica.