Barcelona, 29 de noviembre de 1833. Hace 191 años. La fábrica textil Bonaplata, Rull, Vilaregut i Companyia iniciaba su actividad. Poco después, sería la primera fábrica de la península Ibérica en introducir la máquina de vapor como fuerza motriz. La Bonaplata daba el pistoletazo de salida de la revolución industrial en Catalunya, pero no era la primera iniciativa de la historia fabril del país. Catalunya había iniciado el proceso de industrialización a finales del siglo XVII, con la implantación de fábricas que habían superado el modelo tradicional de obrador artesanal. Posteriormente, durante el siglo XVIII, ese tejido industrial primigenio se consolidaría y Barcelona se convertiría en un gran centro industrial a escala continental. Pero, ¿dónde estaban situadas, cómo se organizaban, qué producían y adónde exportaban esas primeras fábricas de Barcelona?

Grabado de Reus (finales del siglo XVII). Fuente Cartoteca de Catalunya
Grabado de Reus (finales del siglo XVII) / Fuente: Cartoteca de Catalunya

Las primeras fábricas catalanas

La primera fábrica catalana (el primer centro de producción moderno) no arrancó en Barcelona, sino en Reus, que durante los siglos XVIII y XIX sería el segundo centro fabril del país. Fue la fábrica de aguardientes Heathecat & Crowe, de producción y exportación de aguardientes, fundada a finales del siglo XVII y creada por los ingleses Arthur y Gilbert Heathecat, Joseph Shallet (cónsul inglés en Barcelona) y por Mitford Crowe (más tarde, el representante de la reina Anna Stuart en las negociaciones entre el gobierno inglés y el partido austracista catalán, que desembocarían en el Tratado de Génova, 1705, la rebelión catalana contra Felipe V). La posterior ocupación borbónica de Catalunya (1707-1714) destruiría todo el tejido industrial del país y esas iniciativas pioneras (las que habían seguido a la de Reus) desaparecieron para siempre.

Las primeras fábricas de la posguerra

La posguerra del conflicto sucesorio fue muy larga. Catalunya tardó décadas en iniciar la recuperación económica. La muerte o el exilio de las clases mercantiles catalanas, la pérdida de los mercados internacionales (Inglaterra y los Países Bajos, tradicionales enemigos de los Borbones) y la fiscalidad de guerra impuesta como un castigo por la rebelión, sumieron a Catalunya en una profunda depresión económica. Pero hacia 1740 (una generación después de la ocupación) se manifiestan unos primeros síntomas de recuperación. La élite campesina y los comerciantes del país inician el camino de la sustitución de esas clases mercantiles malogradas por la ocupación borbónica. En ese momento aparecen las primeras fábricas de producción de un artículo que revolucionará la economía, el urbanismo y la sociedad de Barcelona: las indianas.

Fábrica de Barcelona (siglo XVIII). Font AHCB (Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona)
Fábrica de Barcelona (siglo XVIII) / Fuente: AHCB (Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona)

¿Qué eran las indianas?

Las indianas eran un tipo de tejido estampado con colores muy vivos que, históricamente, se había importado desde sus tradicionales centros de producción: Alepo y Esmirna (en el imperio otomano). Estos centros históricos de producción recibían la materia prima desde Bengala, Coromandel y Gujarat (en la India), la manufacturaban y la exportaban hacia Liorna (Toscana), Marsella y Barcelona, que eran los grandes centros de redistribución de ese tejido. Esta ruta empezó a desintegrarse a partir del momento en el que esos fabricantes catalanes de la posguerra, que habían ocupado el espacio de las malogradas clases mercantiles pioneras, deciden asumir la totalidad del ciclo: importación de materia prima-manufactura de la indiana-exportación. A partir de ese momento, el paisaje fabril de Barcelona viviría una auténtica revolución.

Las primeras fábricas de indianas

Esos primeros fabricantes de indianas de la posguerra sucesoria no solo prescindieron de los tradicionales centros de manufactura, sino también de los centros de producción de materia prima. Esa idea obedecía a una "estrategia circular" que se revelaría muy lucrativa. Las fábricas de indianas de Barcelona se proveerían de dos fuentes de materias primas: el algodón en rama o en bruto se importaría desde las colonias hispánicas de América (principalmente Río de la Plata y Luisiana). Una vez que esa materia prima había sido transformada en indianas en las fábricas de Barcelona (y en las de Reus y Mataró) se exportaría a los mercados americanos. Las oligarquías agrarias coloniales (las proveedoras del algodón en rama a la industria catalana) eran las principales consumidoras de la indiana manufacturada en Barcelona.

Puerto de Buenos Aires (principios del siglo XIX). Font Museo del Bicentenario. Buenos Aires
Puerto de Buenos Aires (principios del siglo XIX) / Fuente: Museo del Bicentenario. Buenos Aires

¿Para qué se utilizaban las indianas?

Tenemos la idea de que las indianas se utilizaron, exclusivamente, para el vestuario femenino. Y eso no es del todo exacto. Si bien es cierto que, a partir de la fabricación de indianas catalanas, se produjo una revolución en el vestuario femenino —tanto en Europa como en América—, también lo es que esas telas estampadas en diseños alegres y en colores —claramente contrapuestas a la estética de épocas anteriores— se utilizaron para la confección de determinadas prendas de vestuario masculino (pañuelos, corbatas, medias, forros de sombreros) y de vestuario infantil y de menaje del hogar (ropa de cama, cortinas, tapicería de los muebles) e, incluso, forrado de paredes interiores y, en ocasiones especiales, ornamento de fachadas. Naturalmente, el consumo de este producto estaba asociado, exclusivamente, a las clases privilegiadas de la sociedad.

Las fábricas de aguardiente

También a partir de 1740 se recuperó la fabricación y exportación de aguardiente. Las fábricas destruidas durante la guerra no fueron recuperadas, pero sí que resurgiría el sector, sobre todo en Reus, siguiendo la estela de la industria textil de la indiana. Inicialmente, el aguardiente de Reus tendría un papel subordinado a la "estrategia circular" de los fabricantes de indianas de Barcelona. Estos fabricantes también se proveían de lino manufacturado, que llegaba en rodillos desde los telares de Escandinavia. Esas importaciones de materia para ser transformada (sería estampada —y convertida en indiana— en las fábricas de Barcelona), se pagaba en especies: aguardiente de Reus, muy apreciado en la Europa atlántica. Posteriormente, los mercados europeos generarían una demanda exclusiva de este producto, que inspiraría la cita "Reus, París, Londres".

En la entrega de mañana, contaremos de qué forma estas fábricas influyeron en el dibujo urbanístico y arquitectónico de esa Barcelona de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, recluida en intramuros por imposición punitiva del régimen borbónico. Veremos cuáles eran los "barrios industriales" de Barcelona, cuáles eran las grandes fábricas de la ciudad y cómo estos espacios fabriles convivían con el estrés que sufría el espacio residencial.

Pedido dirigido al fabricante Erasme de Gómina para|por un tendero de Sevilla con diferentes muestras de indianas (1792). Font AHCB (Arxiu Historic de la ciudad de Barcelona)
Pedido dirigido al fabricante Erasme de Gònima por un comerciante de Sevilla con distintas muestras de indianas (1792) / Fuente: AHCB (Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona)