Sí, en abril del 2020 estábamos todos muy mareados por culpa de una pandemia mundial y no pudimos darle demasiada atención al final de Modern Family. Dos años más tarde, sin embargo, es hora de mirar atrás y hacerle justicia a una de las series más relevantes de este siglo. Porque estamos hablando de una comedia que ganó 22 premios Emmy y aguantó once temporadas en emisión, convirtiéndose en toda una institución en la televisión. Y quizás todavía más importante que eso, es la comedia que mejor retrata las nuevas configuraciones familiares del siglo XXI. Porque si Friends y, después, Como conocí a vuestra madre, son las sitcoms referentes al mostrar la vida en la ciudad en torno a los 30, Modern Family fue el siguiente paso, encapsulando como nadie lo que es la vida en familia.

De entrada, la premisa con que arrancaba la serie el año 2009 en ABC no era nada del otro mundo: el día a día de tres familias estructuralmente diferentes pero unidas entre ellas. Y si ya funcionó desde el primer episodio es por dos motivos claros. El primero es lo que hace que cualquier serie funcione; los guionistas, capaces de detectar en las dinámicas familiares un inmenso potencial humorístico que explotaban con maestría. El segundo es la representatividad que ofrecía, que quizás ahora ya no nos parece nada destacable, pero es que las cosas han cambiado mucho en la última década. Que de los tres matrimonios protagonistas hubiera uno con presencia inmigrante y otro fuera homosexual era importante para estos colectivos minoritarios. De hecho, hay quien dice que Modern Family tuvo influencia en la normalización y aprobación de la ley del matrimonio homosexual en los Estados Unidos en 2015, bajo la presidencia de un Barack Obama que ha reconocido ser un gran fan de la serie. Imaginaos el poder que puede llegar a tener la ficción.
 

Moderno family inicioLa serie fue importante para naturalizar colectivos minoritarios, como el homosexual o los migrantes. / ABC

Personajes memorables

Y la consecuencia lógica de unos guiones tan bien escritos y del esfuerzo por la representatividad fue dejarnos con unos personajes memorables. Mitchell y Cam forman una de las parejas homosexuales más icónicas de la historia de la televisión, si no la que más; y Gloria representaba a toda la comunidad latina emigrada a Estados Unidos con una fuerza enorme, al lado de un Jay en quién reconocemos la coraza emocional que llevan encima los hombres de toda una generación, bajo la cual esconden la ternura. Pero quien mejor encapsulaba todos los matrimonios de clase media que conocemos son Phil y Claire, recogiendo los tradicionales estereotipos de la figura del padre y la madre para convertirlos en magníficos personajes.

Y lo que también fue muy bonito de Modern Family fue ver cómo crecían sus hijos. Aquellos jóvenes actores que habían empezado en el 2009 ahora son personas completamente diferentes, y eso genera bastante vértigo, igual que lo hace la vida. Ver aquel último capítulo con Luke marchándose a la Universidad, Alex yendo a vivir en Suiza y Haley formando a una familia impresiona bastante, y deja aquella sensación de tristeza dulce que la serie tan bien transmitía al final de cada capítulo. Porque detrás del gran sentido del humor de Modern Family siempre se escondía el mensaje de la importancia de la familia que acababa tocando la fibra sensible. Un mensaje que Jay Pritchett resumía así en aquel final de ahora hace dos años con su voz en off: "Todo es mucho más fácil si tienes a personas que te aman y te ayudan a enfrentarte a lo que sea que te depara la vida".