Hasta el 19 de noviembre se puede ver en la sala de arriba de la Sala Beckett la obra Miracle de la autora vienesa Encis Maci. El espectáculo se estrenó el jueves pasado y se podrá ver en Barcelona durante tres semanas. Después, se podrá ver en la Schauspielhaus Wien, y allí dispondrán de un periodo de exhibición y de residencia. Se trata de una producción vienesa con la Beckett como colaboradora, un fenómeno nada natural. El texto juega constantemente con el alemán, el castellano y el catalán. La traducción —el original estaba totalmente escrito en alemán— la ha hecho Maria Bosom, alma de la compañía Unterdenlinden, especialmente conocida por escenificar autoras referentes de la escena alemana.

Hablando con Encis Maci, nos reconoce que este proyecto es como volver a casa. "Para mí es un retorno a los orígenes después de haber estrenado obras en otros teatros". Wunder es el título alemán, y el director Juan Miranda se encarga de recordarnos la polifonía que representa en este idioma («wunder» milagro, «wunde» herida). Maci nació el año 1993 en el oeste de Alemania. Fue con la obra Mitwisser que fue reconocida con premios, estrenada en Viena. Y es a través de un amigo común que el director del montaje descubrió su obra. El texto se había representado en formato de lectura dramatizada en Munich, y se ha estrenado como montaje en la Beckett.

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Dividida en tres partes, la pieza sitúa en el centro los cuerpos de diferentes mujeres. La primera parte es la representación de un ritual, en términos de la autora: "una forma de respirar colectivamente" de diferentes vidas. Es la parte troncal, en la cual los cuerpos son protagonistas, y las intervenciones de diálogo se filtran de la necesidad de construir una coreografía entre las actrices. La segunda parte de la escena es una deconstrucción: con escenas de mujeres haciendo sus monólogos y que se identifican con el público, la más conocida de todas la pintora Artemisia Gentileschi. Y la tercera reanuda la idea de ritual de la mano de un ojo autobiográfico que vuelve a señalar las funciones del ritual, y recuerda escenas en una capilla que se sitúa en la Europa del Este.

Uno de los objetivos del texto, dice Encis, es representar lo que es profano y lo que es sagrado. El conocimiento que puede dar un milagro y la tensión que surge contraponiéndolo con una clase de Zumba, o la colocación de ladrillos. Para Juan, la dificultad era representar la "representación de un hecho, el religioso." El equipo artístico —medio catalán, medio vienés— ha presentado una escenografía que recuerda a un altar. Las proyecciones de la traducción complementan el vacío de la sala de arriba, en la que los cuerpos son el centro del espectáculo. Con una ejecución desigual por parte de las actrices, la obra despierta risas entre el público de un texto del cual se destacan su melodía y prosodia exagerada y acentuada.