Imagen principal: La familia de Felipe V, Louis-Michel van Loo

Madrid, 9 de julio de 1746. Hace 273 años. Palacio de El Pardo. Moría el rey Felipe V, el primer Borbón hispánico, a la edad de 62 años y medio, y después de 46 años de reinado, sólo interrumpidos por el breve ascenso al trono de su primogénito Luis I (1724). El reinado de Felipe V quedó marcado por la Guerra de Sucesión hispánica (1701-1715) y sobre todo por sus consecuencias: el derribo de la arquitectura foral del estado, que provocaría la definitiva desafección de Catalunya al proyecto hispánico; y la consumación del descenso del, ya entonces, reino de España a la segunda división de las potencias continentales. Pero al margen de la política, la familia de Felipe V marcó una época: los escándalos permanentes en la corte la convirtieron en el hazmerreír de todas las cancillerías de Europa. ¿La familia de Felipe V era una corte real o era un manicomio de lujo?

Grabado|Gravado de Madrid (circa 1700) obra de Saulnier. Fuente Cartoteca de Catalunya

Grabado de Madrid (circa 1700) obra de Saulnier / Fuente: Cartoteca de Catalunya

El rey Felipe V

La llegada de Felipe V a la península Ibérica (1701) para tomar posesión de los dominios hispánicos fue muy accidentada. Y muy reveladora de lo que sucedería durante sus años de reinado. En Barcelona, mientras negociaba las Constituciones de Catalunya, estuvo afectado de unas sospechosas fiebres tercianas que, con el transcurso de los tiempos, resultarían ser episodios maniacodepresivos. El historiador y periodista Pere Voltes dice que, pasado el tiempo, “se había empeñado en llevar siempre una camisa usada antes por la reina, porque temía que le envenenasen con una camisa; otras veces prescindía de esa prenda y andaba desnudo ante extraños; se pasaba días enteros en la cama en medio de la mayor suciedad, hacía muecas y se mordía a sí mismo, cantaba y gritaba desaforadamente, alguna vez pegó a la reina”. Los médicos de la época lo diagnosticaron de "melancolía".

Pero lo que es seguro es que este concepto no tenía ninguna relación con su definición actual. Según las fuentes, Felipe V era un adicto al sexo hasta el límite de la perversión: cuando su primera esposa María Gabriela de Saboya, enferma de tuberculosis y con el cuerpo lleno de ganglios supurantes, agonizaba casi inconsciente, Felipe V se acostaba con ella como un poseso. Y después del luctuoso desenlace, mantuvo relaciones sexuales con el cadáver de la reina. También las fuentes revelan que sufría episodios de una violencia extrema que hacían temblar a todo el personal de palacio, desde el presidente del Consejo de Castilla hasta el más humilde de los criados. El historiador Henry Camen dice que sufría "una enfermedad depresiva que se manifestaba de manera galopante". Y el historiador Ricardo García Cárcel dice que "el estado psicopatológico del rey (durante la segunda etapa de su reinado) fue calamitoso".

Felipe V y Gabriela de Saboya (1712), obra de Miguel Jacinto Melendez. Fuente Real Academia de Historia y Wikimedia Commons

Felipe V y Gabriela de Saboya (1712), obra de Miguel Jacinto Meléndez. Fuente: Real Academia de Historia y Wikimedia Commons

La reina María Gabriela

María Gabriela de Saboya ―que también es citada como María Luisa Gabriela―, prima segunda y primera esposa de Felipe V, tampoco estaba psicológicamente equilibrada. Cuando fue casada con Felipe V (1701), se negó a mantener relaciones sexuales con él y, según las fuentes, aquel asunto se convertiría en una cuestión de estado que obligaría a intervenir a Luis XIV, "le Roi Soleil". Este detalle, que se puede interpretar de muchas maneras, es, en cambio, muy revelador del perfil de la reina. Durante las largas "ausencias" de Felipe V tuvo que coger las riendas del poder, y las fuentes la describen como una gobernante obstinada, despótica, radicalizada, integrista y deshumanizada. Al final del conflicto sucesorio ―mientras los ejércitos borbónicos masacraban Catalunya― llegó a proclamar que "lanzaría a sus hijos por el balcón de palacio, antes que perdonar a los catalanes".

El rey Luis I

Luis sería el primogénito de Felipe V y Gabriela de Saboya. Murió prematuramente a los 17 años (1724), siete meses después de que Felipe V le hubiera cedido la corona. Oficialmente murió de viruela, pero extraoficialmente se lo llevaron las venéreas. Según las fuentes, había heredado las adicciones y las perversiones del padre; y mucho antes de ser coronado ya se había convertido en un personaje muy conocido en los ambientes más sórdidos de Madrid. Según las mismas fuentes, desde los trece años de edad, era un cliente más que habitual de los prostíbulos de peor reputación. Las fiestas desenfrenadas de sexo y alcohol, precedidas de las persecuciones entre la guardia real y el heredero (en una siniestra réplica del juego del gato y la rata), se convertirían en una escena habitual en la Villa y Corte; que no eran tan sólo el "chismorreo" popular, sino también el chiste recurrente en las cancillerías europeas.

Luis I y Lluisa Isabel d'Orleans (1724), obra de Jean Ranc, que se exponen al Museo del Prado. Fuente Wikimedia Commons

Luis I y Luisa Isabel de Orleans (1724), obra de Jean Ranc, que se exponen en el Museo del Prado / Fuente: Wikimedia Commons

La reina Luisa Isabel de Orleans

Luis fue casado con su prima tercera, llamada Luisa Isabel de Orleans, nacida y criada en la corte del "Roi Soleil". Luisa Isabel, durante su corta estancia en Madrid, no desentonaría en absoluto con la particularísima cultura que presidía la corte borbónica. Según las fuentes, se paseaba desnuda por los pasillos y por los jardines del palacio, con el vestido en la mano que utilizaba para limpiar los cristales. Se tiraba pedos y eructos ruidosamente en público y, acto seguido, se entregaba a una risotada incontenible. Cuando tenía que presidir una recepción oficial, se presentaba sucia y maloliente, vestida sin ropa interior, y se divertía mostrando a los invitados sus partes íntimas. Se negaba a comer con la familia real; sin embargo, a escondidas devoraba todo tipo de cosas, comestibles o no. Según los historiadores sufría un trastorno límite de la personalidad.

Isabel Farnese y el futuro Carlos III (1716), obra de Miguel Jacinto Melendez, que se expone a la Casa de Viana (Córdova). Fuente Wikimedia Commons

Isabel Farnese y el futuro Carlos III (1716), obra de Miguel Jacinto Meléndez, que se expone en la Casa de Viana (Córdoba) / Fuente: Wikimedia Commons

La reina Isabel Farnese

Isabel Farnese sería la segunda esposa de Felipe V. Los casaron el 24 de diciembre de 1714, diez meses después de la muerte de Gabriela de Saboya. A Julio Alberoni, el alcahuete que había arreglado la real boda, curiosamente la describía como: "Se trata de una buena muchacha de veintidós años, feúcha, insignificante, que se atiborra de mantequilla y de queso parmesano y que jamás ha oído hablar de nada que no sea coser o bordar". A pesar de los malos augurios de Alberoni, a la Farnese le tocaría el mismo trabajo que a su antecesora (las "ausencias" de Felipe V eran cada vez más frecuentes); y "la Parmesana" ―como era conocida despectivamente en la corte― demostraría que sabía hacer algo más que coser, bordar y devorar queso: se convertiría en el personaje más intrigante de la corte y en una de los principales arquitectos de la política represiva borbónica en Catalunya.

Fernando VI (circa 1749), obra de Van Loo i Carles III (circa 1765), obra de Raphael Mengs que se exponen al Museo del Prado. Fuente Wikimedia Commons

Fernando VI (circa 1749), obra de Van Loo, y Carlos III (circa 1765), obra de Raphael Mengs que se exponen en el Museo del Prado. Fuente Wikimedia Commons

El rey Fernando VI

Fernando VI era el segundo hijo de Felipe V y Gabriela de Saboya, y a la muerte de su padre (1746), a pesar de la potente conspiración urdida por Isabel Farnese, fue coronado rey. Del corto reinado de Fernando VI (1746-1759) el único hecho destacable que ha pasado a la historia ha sido la Gran Redada. El 30 de julio de 1749, coincidiendo con el tercer aniversario de las exequias del primer Borbón hispánico, Fernando VI se anticipaba casi dos siglos a Hitler y firmaba la orden de captura, confinamiento y exterminio de "todos los gitanos del reyno". En aquel genocidio morirían unas 12.000 personas, casi la cuarta parte de la comunidad romaní hispánica. Su sucesor, Carlos III (hijo de Felipe V e Isabel Farnese) liquidaría la maniobra (1759) y ordenaría pasar página "discretamente para no mancillar el buen nombre de mi hermano el rey Fernando".