«Digámoslo sin tapujos: la revolución de los años sesenta fue,
entre otras cosas, una revolución del peinado.»
(Leslie Cavendish en El peluquero de los Beatles)

En las primeras páginas de AAA (Autsaider, 2022), el autor del libro, Eduardo Bravo, se pregunta si ‘el efecto mariposa’ (ya saben, el sobado concepto de la teoría del caos que plantea si el aleteo de una mariposa en Brasil puede provocar un tornado en Texas) además de la meteorología, debería aplicarse a la historia. Pues bien, imaginemos que, en lugar del vuelo del insecto carioca, lo que corta el aire son un par de tijeras. Unas tijeras de peluquería. Porque hoy no hablaremos de este magnífico libro sobre ‘La triple A’, el grupo terrorista de ultraderecha obsesionado por figurar los primeros en los listados alfabéticos de organizaciones criminales. Esta semana les hablaré de The Cutting Edge: The Story of the Beatles’ Hairdresser Who Defined an Era (publicado en castellano como El peluquero de los Beatles) y de su protagonista: Leslie Cavendish. La historia de un chaval británico de clase trabajadora que, en los años 60, provocó tornados a tijeretazo limpio como la escandalosa caída del gobierno Tory, los asesinatos de la Familia Manson o la creación del Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, el disco clave de aquel grupo más popular que Jesucristo.

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Foto publicitaria de Cavendish para la apertura de la Apple Boutique en Kings Road, Chelsea. Foto: John Kelly.

El bar donde Ava Gardner hizo pis

Antes de entrar en materia capilar, permítanme un pequeño relato-marco dentro de la narración principal. Mataró, un soleado día del 1951. La carretera que une Madrid con Francia por Barcelona, la N-II, cruza por el medio del pueblo. En un bar del centro, paisanos con boina encasquetada a rosca juegan al dominó mientras beben coñac a granel. De golpe, un coche de lujo frena y baja de él nada más y nada menos que Ava Gardner, que entra al bar a toda prisa y pregunta por los lavabos. Antes de que los palillos de la boquiabierta parroquia hayan tenido tiempo de caer al suelo, suena la cadena del váter, la actriz deshace el camino entre las mesas y el chófer arranca camino a Tossa de Mar, donde les esperan para el rodaje de Pandora y el holandés errante. A continuación, clientes, camareros y transeúntes se amontonan en el retrete de señoras para asomarse a la taza de porcelana donde “el animal más bello del mundo” ha posado una de las partes más preciadas de su anatomía.

Vidal Sassoon estaba muy influenciado por el constructivismo y la arquitectura de la Bauhaus; es el padre de la peluquería contemporánea. Pero, antes de volver a poner de moda el cabello corto femenino, fue un luchador antifascista

Según me explica Dani Montlleó —erudito pop y homo universalis, amén de mi peluquero, de quien ya se les he hablado en ocasiones anteriores— los habitantes de Mataró se dividen en dos: los que afirman que la célebre meada tuvo lugar en el tigre del bar Mercader o los que defienden que no, que nanay, que fue en el váter del Europa, el local de enfrente. Justo es decir que esta segunda teoría es poco probable, por el hecho que el bar Europa abrió en 1957, seis años después del paso (y el pis) de la actriz por la capital del Maresme. Pero puesto que, lamentablemente, el Mercader bajó persiana hace muchos años y en dónde debería haber una placa conmemorativa de la efeméride hay ahora el lavabo de una oficina bancaria, Dani y este articulista nos citamos en el Europa para conspirar, almorzar de tenedor y comentar las memorias de Leslie Cavendish, el peluquero de los Beatles.

El caso Profumo

“La historia de Cavendish empieza diez años después de que la Gardner se aliviase a pocos metros de aquí”, le digo a Dani mientras lleno su copa de vino. “Efectivamente” —responde el peluquero. “El año 1962, justo cuando los Beatles vuelven de Hamburgo y firman su primer contrato discográfico, Leslie Cavendish, un adolescente judío de los suburbios de Londres aficionado al fútbol y los discos de rock que le llegan del otro lado del charco, deja la escuela para entrar de aprendiz en la peluquería de Vidal Sassoon en Bond Street, la más chic de Londres, con clientas de la talla de Mia Farrow, Mary Quant o Shirley Bassey. Vidal Sassoon estaba muy influenciado por el constructivismo y la arquitectura de la Bauhaus; es el padre de la peluquería contemporánea. Pero, antes de volver a poner de moda el cabello corto femenino, fue un luchador antifascista. Sassoon fue el miembro más joven del 43 Group, una organización formada en el East End por judíos de clase obrera que, una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, se dedicaron a combatir a palos a la extrema derecha en las calles, rompiendo mítines y manifestaciones antisemitas. Incluso intentaron secuestrar a Oswald Mosley, el líder del partido fascista inglés. Este infame personaje aparece a la serie Peaky Blinders”.

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Christine Keeler en 1963, en el apogeo del Caso Profumo, en el retrato de Lewis Morley que hizo famosa la silla modelo 3107 de Arne Jacobsen. La misma foto aparece a la portada del single Telling Stories (1997), de The Charlatans. Foto: invaluable.com

El solvente camarero del Europa nos trae una sepia con guisantes y un plato humeante de callos. “Pero al joven Cavendish —digo yo mientras aleteo las narices sobre el almuerzo—, por lo menos al principio (años después pedirá una excedencia para irse de voluntario a un kibutz israelí), la política le importa un comino. Se hace aprendiz de peluquero a petición de sus hormonas: para conocer a chicas guapas, famosas y glamurosas. Pero ya que incardinamos la política con el sexo y las tijeras, me viene a la mente el pasaje del libro en que lava el pelo de Mandy Rice-Davies y Christine Keeler...”. “¡Ah, sí! Cuando entraron por la puerta, él no sabía quiénes eran aquel par de jóvenes esculturales. Debía de ser el único inglés que lo ignoraba, puesto que las portadas de los diarios venían llenas de fotos suyas, pero él solo leía los deportes. Rice-Davies y Keeler eran dos modelos, showgirls y chicas de compañía de la escena del swinging sixties implicadas en el ‘Caso Profumo’, el mayor escándalo político de Inglaterra, que hizo caer al gobierno conservador cuando trascendió que Keeler mantenía una relación con John Profumo, ministro de la Guerra, a la vez que con el espía ruso Yevgeni Ivanov, que trabajaba como agregado militar en la embajada soviética. Esto al poco de la crisis de los misiles cubanos, ojo, que casi desata la guerra nuclear. Leslie ayudó a peinarlas minutos antes de que comparecieran en el juicio, con impecables resultados, y en sus memorias fantasea con haber jugado un pequeño papel en la Guerra Fría... Bien es verdad que no tiene abuela, el tío. Por cierto, al hilo de espías soviéticos, según parece, los amos del bar Mercader, donde meó Ava Gardner, eran familiares de Ramon Mercader, el agente secreto soviético que asesinó a Trotski en México.”

La gran oportunidad se le presentó cuando, un buen día, le cortó la melena a la actriz Jane Asher, que era la novia de Paul McCartney. Y la chica quedó tan satisfecha que le preguntó si podría pasar luego por casa a cortarle el pelo a su pareja... Imagínate, ¡cortar las greñas más famosas del mundo!

Del salero al Sgt. Pepper's

“¿Me acercas la aceitera?” Me pide el ilustrado peluquero mientras blande una rebanada de pan, y yo le acerco el juego con el aceite, el vinagre, la sal y la pimienta. “Tienes razón que se flipa un rato, más teniendo en cuenta que, por bien peinada que fuera a juicio, la pobre Keeler acabó entre rejas —continúo la animada conversación. Pero parece innegable la influencia de las buenas artes de Cavendish en otros episodios históricos. Hablo por ejemplo de la concepción del Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967) de los Beatles, que, según narra en el libro, no habría sido posible sin él... De hecho, ni sin él ni sin un salero como el que tienes en las manos”. “En efecto, aquí jugó un papel importante. Cuando Leslie pasó de ser aprendiz a graduarse como estilista de Vidal Sassoon, empezó a arreglar algunas cabezas célebres como la de Keith Moon, el batería de los Who. Pero la gran oportunidad se le presentó cuando, un buen día, le cortó la melena a la actriz Jane Asher, que era la novia de Paul McCartney. Y la chica quedó tan satisfecha que le preguntó si podría pasar luego por casa a cortarle el pelo a su pareja... Imagínate, ¡cortar las greñas más famosas del mundo!”

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 John y George posando con John Crittle, Amanda Lear y Leslie Cavendish en la apertura de Apple Tailoring, el 23 de mayo de 1968. 

Los Beatles habían grabado poco antes el Revolver (1966), y ahora se tomaban un descanso de futuro incierto. Cavendish y McCartney hicieron buenas migas, y el primero empezó a frecuentar la casa del segundo para peinarle, escuchar música y, ya de paso, fumarse unos porretes con su ídolo. Una tarde, el beatle le confesó que querría irse de vacaciones con Jane, pero no podía a causa del acoso de los fans. El peluquero, entonces, le sugirió una idea: ‘Por qué no vas disfrazado? Podría dejarte el pelo muy corto...’ Dicho y hecho. Con unos tijeretazos, Cavendish puso fin al icónico peinado que había revolucionado al mundo, hasta dejarlo casi irreconocible (la prensa le tildó de ‘skinhead’). Gracias a la idea de su peluquero, Paul pudo largarse de safari a Kenia con su novia y Mal Evans, colaborador de la banda. Fue con él que, mientras almorzaban en algún momento del viaje, empezaron a bromear con el salero y el pimentero: ‘salt and pepper’, ‘salt and pepper’... y la repetición de estas dos palabras se transformó en ‘Sargent Pepper’. Del mismo modo que, con un simple cambio de peinado, McCartney había podido pasar por otro y escapar de viaje, la Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967) nacía como el alter ego de los Beatles que les daría la libertad para experimentar con su música en el estudio. El líder ficticio de esta banda, además, se llama Billy Shears (Billy Tijeras). Quizás sí que esté inspirado Leslie Cavendish...”

El peluquero de Charles Manson

“La aventura conceptual del Sgt. Pepper's continuó con el White Album (1968), que incluye temas como “Helter Skelter” —digo mientras pasamos a los postres y licores. “El título de esta canción quedó asociado a los crímenes perpetrados por la familia Manson en 1969, hasta el punto de dejarlo escrito con la sangre de las víctimas en la nevera de los LaBianca. De hecho, según explica en el libro, el mismo Leslie estuvo a punto de figurar entre las víctimas de este pelotón de hippies chiflados...”. “Eso dice. Jay Sebring, uno de los muertos, era el peluquero de las estrellas de Hollywood y la expareja de Sharon Tate (clienta de Sassoon), y había invitado a Cavendish a la infausta fiesta de aquella noche en el 10050 de Cielo Drive para hablar de negocios con el peluquero de los Beatles. Afortunadamente, Cavendish pospuso la reunión y no se presentó... ¡Se salvó por los pelos!”. Nunca mejor dicho.