Justo detrás del Hard Rock Café, entre el Portal de l'Àngel y las Rambles, se encuentra la iglesia de Santa Anna. Unos cuantos peldaños más arriba, en la plaza Catalunya, el movimiento es constante: coches, autobuses, motos... Por las calles de los alrededores, las riadas de bulliciosos turistas no se detienen. Y, a pesar de todo, la placita de Santa Anna es uno de los lugares más tranquilos de la ciudad, que a pesar de su belleza recibe contadísimas visitas. Y la iglesia de la plaza es una de las joyas arquitectónicas que se pueden encontrar en pleno centro urbano.

Fachada de la iglesia de Santa Anna. Fotografía: Ludwig 14. Wikipedia.

La perla más discreta

Es fácil pasar de largo la iglesia de Santa Anna. Para llegar a ella desde la plaza Catalunya hay que introducirse por la "calle" Rivadeneyra, un pasaje situado entre el Hard Rock Cafe y el Desigual, que parece que sólo sea la entrada a un parking subterráneo. Pero este callejón da paso, a la izquierda, a una plaza en dos niveles, la placita Ramon Amadeu, donde se sitúa la iglesia de Santa Anna. La otra posibilidad es acceder a ella desde la calle Santa Anna, pero quien no esté muy atento puede pasarse de largo, porque la entrada está camuflada en medio de una fachada. Una pequeña y bucólica parada de florista indica el discreto acceso a la plaza.

Entre el románico y el gótico

La iglesia tardó tres siglos en construirse: se inició en periodo románico y se acabó en pleno gótico. La estructura básica de la planta era románica, pero en el siglo XIV se cubrió la nave con una bóveda de crucería y en el siglo XV se construyó el cimborio. Este fue destruido en un incendio, durante la guerra, y fue reconstruido durante el franquismo. En este periodo también se ubicó una cruz de término, procedente de Almatret (Lleida), en la puerta de la iglesia; en 2006 se devolvió la cruz a su ubicación original y se instaló en la placita una réplica. Uno de los elementos más destacables del templo es el claustro, de estilo gótico: un lugar extremadamente tranquilo justo en medio de Barcelona, presidido por una gran palmera y por un pozo. Es uno de los lugares donde por Corpus Christi se suele instalar el ou com balla. Y la iglesia, de vez en cuando, acoge conciertos, especialmente de guitarra española.

Un sinfín de historias

La iglesia de Santa Anna se fundó en el siglo XII como monasterio de la orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, del que dependían algunos monasterios menores (en realidad, por aquel entonces se le llamaba monasterio del Santo Sepulcro). Por eso la simbología de esta congregación está presente en muchos puntos de la iglesia. Este era un monasterio muy rico, con muchas propiedades, e incluso poseía las localidades de Palafrugell y Mont-ras (en el Empordà). En 1489 se abolió la orden del Santo Sepulcro, y el monasterio siguió funcionando bajo la dirección de la orden del Hospital. En 1493 el monasterio del Santo Sepulcro, como se le llamaba en la época, acogió las Cortes convocadas por Fernando II. En 1592 fue convertido en colegiata secular; el prior, que se oponía a ello, fue excomulgado. Hasta 1822 no se convirtió en la iglesia de Santa Anna. Durante la guerra civil fue incendiada, y parte de la cúpula se desplomó.

Sepulcro de Miquel de Boera en la iglesia de Santa Anna. Fotografía: Farisori. Wikipedia.

Un conquistador catalán

En la iglesia de Santa Anna podemos encontrar el sepulcro de Miquel de Boera. Se trata de un caballero nacido en Sant Feliu de Guíxols, que al principio del siglo XVI colaboró con las campañas de conquista del Norte de África que impulsaba Fernando II de Aragón. Bajo el mando del virrey de Nápoles, Ramon Folc de Cardona-Anglesola, participó en la toma de Mers el-Kebir, Trípoli y Bujía. Una conquista efímera, porque las ciudades tomadas al cabo de poco tiempo volvieron a caer en manos musulmanas. Boera también combatió contra los franceses: en la batalla de Ravenna, en 1512, y en el Rosellón, en la guerra de Italia (1542-1546).

La Santa Anna más moderna

Incluso muchos de los que conocen la iglesia de Santa Anna, no saben que en su interior se custodian algunas obras del pintor Pere Pruna (1904-1977), discípulo de Picasso. Antes de la guerra, Pere Pruna pintó al óleo una Piedad, que se expone en el templo. Y, posteriormente, pintó un par de frescos para la iglesia.

Presbiterio y nave de la iglesia de Santa Anna. Enfo. Wikipedia.

Las compras más selectas

Antes quién iba a la iglesia de Santa Anna lo tenía muy fácil para llegarse a la pastelería La Montserratina y probar los fantásticos cruasanes de jamón serrano y queso o las típicas cocas de este local. Pero la vorágine turística ha expulsado La Montserratina de este lugar. A pesar de todo, Santa Anna está en el ombligo de la ciudad, donde algunos pequeños establecimientos resisten heroïcament frente a la invasión de las franquicias multinacionales. En la calle Bertrellans, en un sitio al abrigo de miradas extrañas, está la tienda de coleccionismo de Pol Farré, donde encontraremos chapas, cromos, postales, mapas y todo tipo de objetos curiosos del pasado. No faltan los libros, porque Pol Farré es hijo de Josep Maria Farré, el librero de viejo que tiene su establecimiento en la calle Canuda. Y en dirección contraria, la calle Condal sigue siendo una vía con tiendas completamente excepcionales, como la papelería Raima o La Casa del Bacalao.

 

Fotografía de portada: Claustro de la iglesia de Santa Anna. Farisori. Wikipedia.