Toulouse (provincia del Languedoc, reino de Francia), 13 de septiembre de 1560. Hace 463 años. El Tribunal del Parlamento declaraba a Arnau Tilh culpable de usurpación de personalidad, de cónyuge, de familia y de patrimonio. Lo condenaba a pagar una indemnización a la víctima, Martí Guèrra, y lo sentenciaba a la pena de muerte. El caso Guèrra-Tilh tuvo un gran impacto en la sociedad occitana de la época. No tan solo enfrentó a los miembros de la familia y de la comunidad donde se produjo aquel fenómeno, sino que también fue el arma arrojadiza de la lucha política entre los principales líderes de los partidos católico y protestante del Languedoc. En la actualidad, vemos también la voluntad de Bertrana de Rols, la mujer que estaba en el centro de la trama, que en un mundo patriarcal e incluso misógino tuvo la ambición de decidir su propio destino.

Tolosa de Languedoc (1650). Fuente Archivos Departamentos del Alta Garona
Tolosa de Languedoc (1650) / Fuente: Archivos Departamentos de la Alta Garona

¿Quién es quién? Martí Guèrra

Martí Guèrra (1524), uno de los tres protagonistas de la historia y la víctima de aquella trama de usurpación de identidad, era el hijo primogénito de una familia de tejeros (fabricantes de tejas) originarios de Hendaya (País Vasco norte y, en aquel momento, una villa de la provincia francesa de Guyena) que, probablemente por una oportunidad de negocio, se habían establecido en el pequeño pueblo de Artigat (condado de Foix). La boda negociada de Martí (de catorce años, 1538) con Bertrana (de doce y de la familia oligárquica local de los Roles) reúne todos los elementos que confirman el ascenso económico y social de los Guèrra en la tierra de acogida. En aquella época, las bodas de personas muy jóvenes indicaban fuerza económica de las familias (no había necesidad de esperar a que los novios reunieran un mínimo ajuar) y urgencia para garantizar el relevo generacional y patrimonial.

¿Quién es quién? Bertrana de Rols

Bertrana de Rols (1526) es el elemento central de aquella trama. Después de la boda, y muy probablemente a causa de su extrema juventud, tardó mucho tiempo en engendrar un retoño. Y este hecho provocaría que su entorno social (familia, parientes, comunidad local) proyectara una gran presión social hacia su persona. En aquel contexto histórico, la mujer que no procreaba era considerada un elemento improductivo, y la ideología popular fabricaba argumentos fantasiosos que pretendían explicar aquella pretendida infertilidad. La documentación que generó el juicio contra Tilh explica que, en el caso de Bertrana, la comunidad local de Artigat (con la impagable colaboración del rector parroquial) fabricó y divulgó el rumor de que Bertrana estaba maldita; naturalmente, por encargo, y por efecto de los hechizos de una bruja anónima.

Mapa político del reino de Francia a finales del siglo XV. Fuente Cartas de France
Mapa político del reino de Francia a finales del siglo XV / Fuente: Cartes de France

El primer conflicto

La misma documentación judicial relata que el 1546 Martí (22 años) y Bertrana (20 años) ya han concebido a un hijo, que han llamado Sanxi, como el viejo Guèrra (el abuelo paterno de la criatura). Este detalle también es muy significativo, porque en las sociedades donde se conserva la figura del heredero (la occitana, la catalana) el bebé destinado a heredar el patrimonio familiar es llamado como el cabeza de familia. Pero la misma documentación revela que el nacimiento del pequeño Sanxi no alivió las tensiones, sino que, todo lo contrario, se pasó de la angustia de no procrear al conflicto con otro heredero (probablemente un hermano gemelo de Martí o un hermanastro también de Martí, pero de otro matrimonio de su padre). Sea como sea, el año 1548, Martí tomó un cargamento de grano e hizo estallar el conflicto.

¿Por qué Martí desaparece de escena?

La comisión de aquel delito se produce en Artigat, pero en aquel momento el condado de Foix es un dominio de los reyes de Navarra (o de lo que queda de Navarra, porque el 1512 Fernando el Católico había incorporado por la fuerza la parte peninsular de aquel reino al edificio político hispánico). Bearn, Bigorra, Albret y Foix eran nominalmente Navarra, pero su independencia con respecto a Francia era más teórica que otra cosa. Ahora bien, el corpus jurídico propio se conservaba vigorosamente. Y con la tradicional ley vasca en la mano, Martí había cometido uno de los peores delitos posibles: robar al padre. Que se castigaba con una pena ejemplar: la expulsión de la casa familiar. Martí fue obligado a abandonar la casa que, como heredero, compartía con los padres. Y con la casa y el negocio, la esposa y el hijo, que, nunca mejor dicho, quedaron bajo las tejas de los viejos Guèrra.

Mapa de la provincia del Languedoc (1690). Fuente Cartoteca de Catalunya
Mapa de la provincia del Languedoc (1690) / Fuente: Cartoteca de Catalunya

El retorno del hijo pródigo

La pista de Martí se pierde en la nebulosa del tiempo. Por lo menos, durante un buen puñado de años, durante los cuales los padres de Bertrana la presionan para que pague una misa de funeral por el alma de su marido y se case de nuevo. Los viejos Rols ven peligrar la condición de heredero del pequeño Sanxi, en beneficio de alguno de sus primos, y traman introducir la figura de un hombre —un padrastro— que impida la marginación del hijo de Bertrana. Pero la hija de los Rols se opone con todas las fuerzas, porque todos los candidatos que le plantan delante son escogidos por los viejos. Hasta que, pasados ocho años (1556), aparece un hombre con una apariencia física sorprendentemente similar a Martí y con profundo conocimiento de la historia personal del heredero Guèrra, que llega a Artigat con el aura del retorno del hijo pródigo que ha vagado por el mundo pagando sus pecados.

La repercusión política del caso

En aquel momento, Occitania estaba dominada por un paisaje de tensión que anticipaba el gran conflicto politico-religioso que acabaría estallando, tan solo, dos años después (1562). Y aquel paisaje se trasladaría, irremediablemente, al interior de la sala del tribunal. Durante el desarrollo del juicio de Tolosa (1560), los magistrados calvinistas, liderados por Michel de l'Hospital y Joan Corassius, tomaron partido por el usurpador Tilh. Y, en cambio, los magistrados católicos, liderados por Michel de Montaigne (el autor de los famosísimos Essais) y Jean Papon, lo harían por el desterrado Guèrra. El punto culminante de la escenificación de aquella lucha se produciría cuando Montaigne y Papon, calculadamente, hicieron entrar en la sala a un hombre con una pierna amputada que heló la sangre a todo el mundo. Era el verdadero Guèrra ocho años después de su desaparición.

Michel de l'Hospital y Michel de Montiagne. Fuente Museo del Louvre. Paris
Michel de l'Hospital y Michel de Montiagne / Fuente: Museo del Louvre, París

Arnau Tilh, el tercer vértice del triángulo

El tío paterno y la suegra del desterrado —que se habían casado durante la ausencia de Martí— nunca se tragaron la versión de Tilh. Y después de muchos tira y afloja y de mucha violencia, consiguieron llevarlo a juicio. En cambio, Bertrana siempre lo creyó a pies juntillas; y, cuatro años de convivencia más tarde, en el juicio de Tolosa (1560), declararía que era cierto, como argumentaban el tío y la madre, que el hombre que había vuelto después de aquel largo exilio era diferente. Que, desde el primer momento, la respetaba y la amaba como nunca lo había hecho antes. Y que eso, más que provocarle dudas, la llenaba de felicidad. Cuando Martí Guèrra subió al estrado y se jugó el todo por el todo (si no conseguía probar que era víctima de una usurpación de identidad, se le volvería todo el proceso en contra y sería ejecutado); Bertrana guardó un revelador silencio de venganza.