Cañadón de la Muerte (Patagonia, Argentina), 22 de diciembre de 1921. Hace 102 años. Un pelotón del ejército argentino comandado por el teniente coronel Héctor Benigno Varela fusilaba a Josep Font Pérez, Facón Grande, y cincuenta y nueve gauchos más que, durante la huelga de trabajadores rurales de la Patagonia, habían mantenido un enfrentamiento armado con los soldados en la estación de tren de Tehuelches. El asesinato de Facón Grande, líder del movimiento reivindicativo gaucho, y de los combatientes de Tehuelches sacudió el mundo rural argentino. Unas semanas más tarde, el 17 de febrero de 1922, las prostitutas del burdel La Catalana, en Puerto Deseado (Patagonia), iniciaban una protesta contra el terrorismo de estado del gobierno Irigoyen y se negarían a dar servicio a los militares que habían masacrado a Facón Grande y a sus gauchos combatientes.

Mapa de la expansión en el oeste y en el sur de la República Argentina (finales siglo XIX). Fuente Cartoteca de Catalunya
Mapa de la expansión al oeste y al sur de la República Argentina (finales siglo XIX) / Fuente: Cartoteca de Catalunya

¿Quién era Josep Font?

La historiografía argentina siempre había mantenido que Josep Font Pérez había nacido en 1883 en Concepción (Entre Ríos, Argentina), en una familia originaria de Catalunya. Pero una investigación reciente de los historiadores Julio Oscar Blanche y Oswaldo José Bayer ha revelado que el líder gaucho de la gran revuelta agraria argentina habría nacido en Lleida en 1881; hijo de Josep Font y de Petra Pérez, que emigraron a Argentina en 1886 y se establecieron en el pueblo de Tala, en la región de Entre Ríos. Estos datos estarían confirmados por la documentación que obra en el Archivo General de la Nación ("Emigrantes, protocolo 7º") y en el censo nacional del departamento de Concepción de 1895. Los historiadores Blanche y Boyer han localizado una "aclaración" en la documentación censal, que indica que los Font-Pérez, cuando llegaron a Argentina, solo sabían hablar catalán.

Los Font... ¿anarquistas, republicanos, federalistas o carlistas?

Blanche y Bayer sospechan que los Font-Pérez eran una pareja de ideología anarquista que habrían emigrado a Argentina, con su hijo pequeño de cinco años, huyendo de la presión policial contra los círculos libertarios iniciáticos de finales del siglo XIX. Pero esta filiación ideológica no está confirmada en ningún documento. Los Font podían haber sido anarquistas, o federalistas comprometidos con la derrotada revolución cantonalista (1873-1874), o partidarios de la Primera República española derrocada por los militares (1874), o carlistas que habían perdido la tercera y definitiva guerra (1876). En cualquiera de estos casos, habrían sido víctimas de la represión del nuevo régimen borbónico restaurado con el golpe de estado de Martínez Campos y de Cánovas del Castillo (1874); y cualquiera de estas situaciones justificaría las sospechas de Blanche y de Bayer.

La policía argentina y un grupo de gauchos prisioneros. Font Archivo General de la Nación
La policía argentina y un grupo de gauchos prisioneros / Fuente: Archivo General de la Nación

Josep Font en la Patagonia

La infancia y primera juventud de Josep Font (hijo) transcurrió en Entre Ríos sin ningún hecho destacable. Pero a los veinticinco años (1906) cambió radicalmente de vida: emigró a la Patagonia, en el extremo sur del país, que en aquel momento era una especie de Far South (lejano sur). Aquella región había sido incorporada poco antes (1877-1885), en una operación de conquista y colonización promovida por un descendiente de catalanes, Adolfo Alsina, nieto del habitante de Mataró Joan Alsina, héroe de la independencia argentina (1810-1814). A principios del siglo XX, aquella Patagonia incorporada era una inmensa llanura de pastos con un extraordinario potencial económico. Pero, en cambio, su paisaje social dibujaba unas profundas diferencias socioeconómicas entre propietarios y jornaleros que amenazaban el estallido de un conflicto de gran alcance.

Facón Grande

Josep Font Pérez fue llamado Facón Grande por el enorme cuchillo que siempre colgaba de su cintura. Durante aquellos años (1906-1920) progresó económicamente y transitó de la categoría de asalariado a la de pequeño empresario, con un patrimonio respetable formado por cuatro chatas (camiones pequeños) y ochenta percherones (caballos de tiro). Font se convirtió en un gaucho exitoso, con una trayectoria admirada por sus compañeros. Y no tan solo acabó siendo un referente entre los jornaleros rurales, sino que, también, se ganó el respeto de los terratenientes. Según el historiador Bayer, Font reunía los valores de la tradicional cultura catalana de trabajo: “Era el carrero más respetado por todos los estancieros [propietaris] por su honestidad (...) era un buen hombre, recto, humilde, de una palabra (...) una persona decente y querida”.

La propietaria y cuatro de las empleadas del prostibul La Catalana. Fuente Pisada Catalana
La propietaria y cuatro de las empleadas del prostíbulo La Catalana / Fuente: Petjada Catalana

La revuelta

Durante el año 1921, la constante tensión entre terratenientes y gauchos desembocó en un conflicto abierto. Los jornaleros rurales se declararon en huelga y Font fue elegido el coordinador del movimiento sobre el territorio de Puerto Deseado. En aquella zona, los enfrentamientos armados entre policía y huelguistas se multiplicaron, y el 21 de diciembre, el ejército argentino acosó a los gauchos a la estación de ferrocarril de Tehuelches. Después de un durísimo combate y de varios muertos a ambos bandos; Font, un representante de los terratenientes y un oficial de la policía, pactaron la rendición de los resistentes a cambio de la garantía de respeto a las vidas y de la concesión de las reivindicaciones jornaleras. Aquel pacto resultó una trampa. Desarmados los resistentes, los militares separaron y engrillaron a Font y lo condujeron a la solitaria estación de tren de Jaramillo.

El asesinato de Font y las prostitutas de La Catalana

Los gauchos de Tehuelches fueron fusilados. Y Facón Grande fue torturado y asesinado. Y, poco después, el comisario Albornoz, jefe de la policía de Jaramillo, saqueó la casa del héroe gaucho y se apropió de las cuatro chatas y de los ochenta percherones. Aquella masacre causó una profunda indignación entre las clases populares de la Patagonia. Pero en aquel escenario de extrema represión, las únicas que levantaron la voz fueron la propietaria, la barcelonesa Paulina Rovira y las cinco empleadas del prostíbulo La Catalana, de Puerto Deseado. Impidieron la entrada de los militares en el burdel al grito de "¡cabrones malparidos; con asesinos no nos acostamos!". La propietaria y sus cinco empleadas fueron detenidas, agredidas y expulsadas de la ciudad. Paulina Rovira, la madame contestataria, tardaría años en recuperar su negocio.

 

Imagen principal: Fotografía de un gaucho argentino (1888) / Font: Library of Congress of USA