42 años después de su espectacular inhumación, el cadáver de Franco será retirado del Valle de los Caídos. Pero la polémica sobre el monumento fascista continúa viva. El memorial de Cuelgamuros no se convertirá, automáticamente, en un espacio democrático. Aunque se quiere presentar como un monumento a la reconciliación entre los españoles, este es un espacio diseñado por el franquismo "para perpetuar la memoria de los que cayeron a nuestra gloriosa Cruzada", como decía su decreto de creación, del 1 de abril de 1940. Es la mayor fosa común del Estado, convertida en una herramiento de exaltación del franquismo. El monumento, con o sin el cuerpo del dictador, sigue vulnerando numerosos aspectos de la Ley de Memoria Histórica de 2007. "La exhumación de Franco clamaba al cielo", explica el historiador Ricard Conesa, experto del EUROM, el Observatorio Europeo de Memorias de la Fundación Solidaritat de la UB. Pero añade, más críticamente: "El cadáver de Franco ha eclipsado al resto de problemas en torno al Valle de los Caídos y no vemos que el Gobierno se haya puesto manos a la obra con ellos". Y concluye: "Lo que es más sorprendente es que un monumento como este haya podido sobrevivir cuatro décadas en una sociedad que se dice democrática".

Las tumbas de los republicanos

El franquismo diseñó el Valle de los Caídos como una gran tumba para los muertos de su bando (los llamados en la época "Caídos por Dios y por España"). Más tarde, para llenar la basílica, decidieron llevar allí cadáveres de los dos ejércitos. Republicanos o franquistas, fueron enterrados sin el consentimiento de sus respectivas familias. En algunos casos, ni siquiera se les notificó que se retiraban los cuerpos de sus sepulturas. En realidad, hubo un gran descontrol en los entierros. En el registro sólo figuran 33.847 personas (de las cuales tan sólo 21.423 identificadas), pero es posible que el número de cadáveres sea mayor. Muchos de ellos procedían de fosas comunes y no fueron identificados antes de ser enterrados. Las familias de muchos republicanos han denunciado que no quieren que sus familiares continúen en el Valle y han exigido su exhumación. A algunos incluso los jueces les han dado la razón. Pero desde hace tres años una familia espera la retirada de los restos de su pariente, con la sentencia judicial a su favor, ante la obstaculización del prior de la basílica. En realidad, según los expertos, los columbarios donde se guardan los restos de los muertos han sufrido muchos daños por filtraciones y hay cadáveres que no se podrán identificar nunca. Pero piden que el Gobierno destine recursos a esta tarea, tal como por otra parte le exige la ONU, que sigue criticando el alto número de fosas comunes con represaliados políticos en España.

José Antonio, homenajeado

En el Valle de los Caídos se han ido sucediendo actos cotidianos de homenaje al dictador y a la dictadura. Es frecuente ver a gente con banderas fascistas, se realizan ofrendas florales en la tumba de Franco, se entonan cantos ultraderechistas, se han realizado misas de exaltación del franquismo... Y en un lugar destacado de la basílica, ante el altar, continúa enterrado José Antonio Primo de Rivera, el fundador de Falange Española. Por ahora no se ha discutido la retirada de sus restos, aunque siguen recibiendo homenajes periódicos. Los expertos en memoria histórica piden que la familia se haga cargo del cuerpo para enterrarlo en una tumba privada.

protesta ultra Valle Caidos EFEActo fascista en el Valle de los Caídos. Foto: EFE.

El olvido de los presos políticos

El Valle de los Caídos fue construido, básicamente, mediante el trabajo de los presos políticos. A los vencidos de la guerra civil se les conmutaban parte de sus penas si contribuían a la construcción de la tumba del dictador. Las condiciones de trabajo eran críticas, y muchos trabajadores murieron en las obras. Pese a todo, en la basílica, a día de hoy no hay ningún recuerdo para las víctimas de los trabajos forzados. Es más, en alguna ocasión el prior del Valle de los Caídos se ha negado a reconocer que el edificio se hubiera construido mediante la explotación de los republicanos.

1280px Valle De Los Caidos Håkan Svensson (Jauja) WikipediaFoto: Håkan Svensson (Jauja).

A cargo del Patrimonio Nacional

Lo más grave es que todo este monumento está a cargo, económicamente, del Patrimonio Nacional, es decir, está financiado con dinero público. Mantenerlo cuesta 1,8 millones de euros anuales (y por su nivel de deterioro, se deberían hacer grandes inversiones para reformarlo). Pero el gestor de este monumento no ha actuado con la debida diligencia con respeto a la Ley de Memoria Histórica. Los guías que muestran el monumento no explican que fue realizado con trabajos forzados, ni que los cadáveres fueron trasladados sin el consentimiento de sus familias. Los vigilantes permiten los homenajes a Franco y en cambio cuestionan a los que se oponen... Además, Patrimonio Nacional también es criticado para no actuar con diligencia con la identificación de los muertos.

Benedictinos ultras

Algunas organizaciones memorialísticas también critican que un monumento del Patrimonio Nacional de estas características esté gestionado por una comunidad religiosa (con el añadido de que esta está dirigida por un auténtico ultra, apologista de Franco). Cuando se creó el Valle de los Caídos se hizo con una clara mentalidad nacional-católica, pero eso es incompatible con una mentalidad democrática, donde se tendría que respetar en todos a los muertos no católicos y no imponerlos la simbología cristiana (una simbología, además, estrechamente vinculada a la dictadura). El problema es que la presencia de los benedictinos está avalada con un convenio con la Santa Sede, que tiene una categoría superior a la legislación local.

¿Acabar con el Valle de los Caídos?

El gran problema es qué hacer con el Valle de los Caídos, una vez no esté allí la momia de Franco. Hay quien apuesta, sencillamente, por derribarlo. En realidad, el Valle de los Caídos sufrió tres ataques con bomba: en 1962, por un grupo anarquista; en 1999, por el GRAPO; y en el 2005, por un grupo vasco indeterminado. En 1962 la policía identificó como autor de los hechos a Francisco Sánchez Ruano, un anarquista que acabaría pasando 11 años en la prisión, aunque en realidad no había participado en el atentado. Ninguna de las tres bombas en el Valle de los Caídos provocó daños graves. Últimamente, el Festival BarnaSants también defendió, mediante un provocativo vídeo, la demolición del edificio.

¿Resignificar el monumento?

La mayoría de expertos reclaman que este monumento sea reconvertido en un espacio de memoria democrática. Un reto inmenso, ya que desde desde el principio se diseñó como una glorificación en el nacional-catolicismo. Ricard Conesa exige que el gobierno encargue un concurso de proyectos para modificar el significado de este monumento, aun manteniendo algunos elementos clave (aunque hay quien propone derribar la gran cruz central y dejar a la vista sus restos). El objetivo sería convertir el Valle de los Caídos en un espacio para explicar el nacional-catolicismo y la dictadura a las generaciones futuras, con el fin de garantizar la "no repetición" de esos hechos. Para ello, el nuevo Valle tendría que estar acompañado de un centro de interpretación basado en principios democráticos. Una propuesta muy atrevida era la del arqueólogo Alfredo González-Ruibal, que proponía sacar los huesos de los muertos y mostrarlos en medio de la basílica (tal como se ha hecho en algún caso en Ruanda), con el fin de visibilizar que se trata de una gigantesca fosa común.

Bodas, bautizos y comuniones

Pero en estos momentos, el dolor causado por el franquismo está totalmente ausente en el relato oficial del Valle de los Caídos. Trip Advisor lo presenta como un espacio turístico (muy bien valorado como tal), y no es extraño que en la monumental básica se celebren bodas. "Este es un espacio que tendría que interpelar nuestra memoria colectiva, y eso no es así", se lamenta Ricard Conesa.