Ha muerto, en Pensilvania, a los 87 años, Eugene Garfield, el hombre que cambió radicalmente los sistemas de evaluación de los currículums científicos de los académicos. Garfield, experto en análisis de la información y en cienciometria, trabajó siempre en el campo de la empresa privada, pero su legado ha marcado profundamente el sistema académico en todo el mundo. Incluso fue nombrado doctor honoris causa por la Universitat de Barcelona el año pasado. Garfield, en 1963, creó el Science Citation Index, el primer índice de citas, que recogía 613 revistas. La idea era que, para valorar a un científico, lo más importante era ver la calidad de las revistas en que publicaba.

Eugene Garfield UB

Acto de concesión del título de doctor honoris causa en la UB. Foto: Universitat de Barcelona.

El sistema de evaluación

A partir de los sistemas diseñados por Garfield, extendidos ya por todo el mundo, un investigador tendrá mejor valoración si hay mucha gente que lee sus textos y los cita. En primer lugar, se valora la cantidad de publicaciones que tiene cada investigador. Pero no todas las publicaciones tienen el mismo prestigio académico, por eso se establece una escala de calidad de las revistas: tendrán una valoración más alta las que son más citadas por los especialistas, con puntuaciones añadidas también por su antigüedad, por su circulación... Y en los últimos tiempos, también se está valorando cuánta gente cita los artículos de un determinado autor: un científico muy citado tendrá una valoración mejor.

Crecer sin cesar

Garfield estuvo vinculado a numerosos proyectos empresariales para estudiar, con medios cuantitativos, la calidad de las investigaciones científicas, como la Web of Science, lanzada por la empresa Thomson Reuters en el 2002. La aparición de Google facilitó que los métodos diseñados por Garfield mejoraran en eficacia y que llegaran a todo el mundo; alguien llamó a Garfield "el padrino de Google". En 2004 apareció software que competía con los programas de Garfield, como el Google Académico o Scopus de Elsevier. Y con el paso del tiempo no han parado de inventarse nuevos métodos de contabilidad científica: F1000Prime en 2002; Mendeley, en 2008; Altmetric.com, en 2011... Las universidades están obsesionadas por figurar en las primeras posiciones de los rankings mundiales de citas. Hay académicos que pueden caer en la tentación de publicar varias veces una misma investigaciónen diferentes revistas con el fin de maximizar su impacto en los índices de citas. El número de revistas científicas no para de crecer para responder a la necesidad de que tienen los académicos de publicar para mantener sus plazas o subir en el escalafón.

La controversia

En los últimos años los métodos diseñados por Garfield se han cuestionado mucho en el mundo académico. La protesta más contundente a este sistema surgió el año pasado: era el llamado Manifiesto de Leiden, que publicaron revistas muy prestigiosas y reenviaron miles de académicos. Estos estudiosos no estaban en contra de la dinámica creada por Garfield, en sí, pero denunciaban que las evaluaciones de los trabajos han dejado de ser cualitativas y se han convertido en rutinarias y mecánicas. Afirmaban que modelos bienintencionados pueden dañar el sistema científico con los mismos instrumentos diseñados para mejorarlo. El manifiesto afirmaba que: "Los indicadores han proliferado: normalmente bienintencionados, no siempre bien informados, y a menudo mal aplicados". Además, apuntaba que esta dinámica ha tendido a potenciar las publicaciones en inglés de circulación mundial y a marginar las investigaciones de ámbito local. Por otra parte, muchos investigadores afirmaban que el sistema de citas no se ha adaptado a las especificidades de cada disciplina científica (por ejemplo, se critica que no se valore más la publicación de libros en el ámbito de las humanidades). Los firmantes del manifiesto no exigían que los indicadores cuantitativos desaparecieran, sino que hubiera una valoración cualitativa de las investigaciones, adaptada a los objetivos de cada investigación. Además, otros académicos han criticado la subordinación de la investigación, a menudo hecha con financiación pública, a empresas privadas. En realidad, el mismo Garfield reconocía que toda la dinámica que él había generado no estaba exenta de controversias. En una entrevista para la Universitat de Barcelona, reconoció qué "Internet puede ser bueno o malo: depende de cómo lo hagas servir". Pero puntualizaba que "No creo que nadie quiera volver al pasado, cuando no se podía buscar bibliografía sin hacer un esfuerzo heroico."