En sus marcas, listos… ¡ya! Queda inaugurada la temporada estival de festivales de música. Si durante años el pistoletazo de salida lo daba el Primavera Sound con tres días intensos en el Parc del Fòrum, en los últimos tiempos el festival Embassa’t, celebrado en Sabadell a mediados de mayo, se ha consolidado como la cita que abre el calendario. En un momento de sobresaturación de macrofestivales —donde la experiencia del público se ve cada vez más afectada por precios desorbitados, masificaciones innecesarias y una lógica turbocapitalista que suele pasar por encima del componente cultural y festivo— el festival sabadellense se presenta como un oasis de aire fresco. Y con su edición de 2025 lo ha dejado claro. En una temporada marcada por la vinculación de muchos festivales al fondo KKR —financiador de proyectos inmobiliarios en territorios palestinos ocupados— y el boicot activo de artistas y asistentes contra un estado genocida y los actores que se benefician de ello, resulta liberador contar con una propuesta que no contradiga tus principios. Por eso, del 15 al 18 de mayo, en el Parc Catalunya de Sabadell, no hacía falta lidiar con contradicciones. Se trataba, simplemente, de volver a disfrutar de la música en vivo.
El Embassa’t lo hace todo bien: descentraliza la cultura fuera de la capital con una propuesta de calidad más allá de Barcelona; mantiene precios accesibles; ofrece un espacio natural y amable que hace cuestionar cómo se aguanta año tras año el asfalto de otros festivales; y presenta un cartel fresco que apuesta por el talento emergente local
Sobre el papel, el Embassa’t lo hace todo bien: descentraliza la cultura fuera de la capital con una propuesta de calidad más allá de Barcelona; mantiene precios accesibles —las birras no llegan a los cuatro euros, la oferta gastronómica no te pide un riñón y el abono de fin de semana puede costarte veinte euros—; ofrece un espacio natural y amable que hace cuestionar cómo se aguanta año tras año el asfalto de otros festivales; y presenta un cartel fresco que apuesta por el talento emergente local. Pero cuando cobra vida, es incluso mejor. ¿Quién querría perderse este evento? Ciertamente, nadie. Así que el viernes 16, un público diverso formado por familias, jóvenes, no tan jóvenes, gente local, de alrededores, e incluso algunxs valientes que llegaron en ferrocarril desde Barcelona (¡y ya sabéis lo difícil que es sacar a alguien de Barcelona!) llenaron el anfiteatro de césped de Sabadell.
Tu nueva banda favorita
Entre las propuestas del cartel siempre destacan aquellos artistas que serán tus favoritos el año que viene. En esta edición, muchos descubrieron a Remei de Ca La Fresca abriendo la jornada, pero la gran sorpresa fue Ouineta. El hada del pop excéntrico, gestada entre Disney Channel y la experimentación post-Rosalía, llenó el escenario de coreografías y actitud dosmilera. Aunque el público se mostró tímido al inicio —somos catalanes, a veces cuesta entregarse—, cuando llegó el momento Policía de la moda, el sector más mullet-queer enloqueció. Otra grata sorpresa bajo el sol fue Mundo Prestigio, con su downtempo ideal para el atardecer. El plato fuerte, en principio, debían ser Hinds, pero el público no estuvo a la altura. Mientras las madrileñas presentaban su disco tras la reconfiguración de la banda, los asistentes parecían más por el hablar y el mirar atónitos sus cantos anglosajones. Da la sensación de que buena parte no había escuchado nunca una canción suya o, directamente, no les importaba. Fue tal el desconcierto que ellas mismas llegaron a preguntar al público si llevaban muchos días de festival o si la resaca era demasiado fuerte como para moverse. No hubo conexión. Pero por suerte, si lo que se buscaba era fiesta, la carpa con el B2B de Yung Prado lo ofrecía con creces. Al terminar su sesión, incluso subió al escenario del siguiente bolo.
Entre las propuestas del cartel siempre destacan aquellos artistas que serán tus favoritos el año que viene. En esta edición, muchos descubrieron a Remei de Ca La Fresca abriendo la jornada, pero la gran sorpresa fue Ouineta
Mujeres son un clásico que nunca falla. Te gustan a ti, a tu madre, y por lo visto también a Yung Prado, que se subió a cantar con ellos Cardio y Caladas. Los barceloneses han dado con la fórmula perfecta del concierto lololó de guitarras: rock y amistad. Una energía contagiosa que hace que el público se aprenda los estribillos al momento. Un sentimiento de comunidad imparable. UN SENTIMIENTO IMPORTANTE. Incluso si te encontrabas con fantasmas del pasado —como tantos asistentes reincidentes—, podías exorcizarlos gritando a pleno pulmón no era nada, nunca fue nada. Mujeres siempre tienen la canción perfecta. Y ya entrada la noche, Baiuca puso el broche final con su folk-electrónica hipnótica.

Paseando por un parque de Sabadell
Si la primera jornada fue todo un éxito, la segunda supo estar a la altura, aunque con un público más reducido y algo más cansado. Sin duda, una de las propuestas más esperadas a primera hora era Barry B, el artista que firma la colaboración Yo pensaba que me había tocado dios junto a Carolina Durante. Pop-rock aspiracional y estética hooligan para compartir emociones. Con un carisma arrollador, fue el único que consiguió que todxs se acercaran a las primeras filas, normalmente vacías a esas horas. Si él lo dice, tú lo haces. Una oportunidad maravillosa para que los hombres heterosexuales del público compartieran emociones. Posiblemente, el mejor concierto de una joven promesa del festival. Aunque el momento más guitarrero de la jornada vino con Aiko el Grupo y su ya clásico a mí ya me iba mal de antes, también merecía atención la propuesta electrónica de la carpa. Me Siento Extraña ofreció una sesión a seis manos que convirtió las últimas horas de sol en una fiesta digna de las dos de la mañana.
Puede que Villano Antillano jamás se imaginara caminando por un parque de Sabadell, pero ahí estaba: imponente, radiante. Nunca antes un concierto en ese parque había sido tan explosivo. Vestida con poco más que un conjunto de braguitas y top, la colaboradora de Bizarrap se llevó tres ovaciones de ¡reina! y ¡guapa! coreadas por todo el anfiteatro. Y si hablamos de mujeres duras, imparables e incansables, el relevo no podía ser mejor que Metrika. El relevo generacional fue real: botas de pelo, microshorts y uñas que eran obras de arte. Diva infernal, de origen freestyle, con ritmos que iban del gabber al post-industrial, demostró por qué se ha ganado el título de madre fundadora: barras que matarían a un niño victoriano. Que se lo digan a los puretas que fliparon al oír es de avariciosa comulgar dos vece’, que me metan dos pollas y me salgan siamese’. Lo más salvaje que se ha visto en el urbano estatal desde los conciertos de La Zowi en 2019.
Un año más, el festival Embassa’t se confirma como el punto de encuentro de quienes aún creen que se pueden hacer las cosas bien. Un modelo que demuestra que el ocio no tiene por qué convertirse en un escaparate de marcas para sobrevivir
Y si esta temporada estará marcada por los gestos políticos de artistas y sus boicots a eventos vinculados con el genocidio palestino, hay que aplaudir a La Élite por ser de las primeras bandas en bajarse del cartel del FIB. Pero como en el Embassa’t las cosas se hacen bien, la noche del 17 de mayo, con las birras bien servidas, pudimos disfrutar de su imparable energía punk de sintetizadores. Frenéticos, desatados, público y banda lo dieron todo. Un año más, el festival Embassa’t se confirma como el punto de encuentro de quienes aún creen que se pueden hacer las cosas bien. Un modelo que demuestra que el ocio no tiene por qué convertirse en un escaparate de marcas para sobrevivir. Porque cuando las cosas se hacen con cariño, todos salimos contentos.