A menudo, una palabra presenta leves variaciones en todo el dominio lingüístico. Por ejemplo, en catalán la berenjena se dice albergínia, aubergínia o esbergínia (¡incluso verginya en L'Alguer!). O del albaricoque tradicionalmente también se ha dicho albercoc (la forma más general), albircoc, albrecoc, albericoc, obrecloc, embercoc, bercoc y mercoc. Como es lógico, cuando se crea la forma estándar de una lengua (lo que se utiliza en los textos formales y en los medios de comunicación, lo que se enseña, etcétera) se elige solamente una de estas variantes, generalmente la más usada o la que más tradición tiene a la hora de escribir o la que es más fiel a la etimología.

Sin embargo, alguna vez una palabra de uso local acaba siendo utilizada en la comunicación formal. Este fenómeno se da, por ejemplo, en el lenguaje jurídico y administrativo de Andorra, donde no se aplica el derecho español o francés y, por lo tanto, tienen sus propias figuras jurídicas y administrativas. Así, mientras que en Cataluña o en las Baleares la palabra batlle o batle (femenino batllessa o batlessa) hace referencia a la máxima autoridad de un municipio (por tanto, es sinónimo de la palabra alcalde, femenino alcaldessa), en Andorra se utiliza (con el femenino invariable: la batlle) para referirse a la persona que imparte justicia (en los demás territorios esto se dice jutge, femenino jutgessa). Si en un medio de comunicación editado en Barcelona o Valencia se habla de un asunto judicial andorrano, normalmente aparece el término batlle.

Viñas del Priorat, Porrera

Localismos y economía: un binomio que también existe

Un caso similar lo encontramos en la geología: concretamente, la pizarra típica del Priorat, que cubre la parte central de la comarca y que se llama llicorella (o llacorella, o llicorell, o llacorell). Este término se encuentra en otras zonas del dominio lingüístico, pero en la comunicación formal producida en cualquier punto del dominio lingüístico prácticamente solo se ve el término genérico pissarra, pues es el más conocido (y por ello es la forma estándar). Sin embargo, cuando hay que hablar de esta pizarra en textos que hacen referencia a la comarca del Priorat, el término que se emplea es llicorella.

¿Por qué ocurre esto? Existe una razón económica. El vino del Priorat tiene fama mundial; y su naturaleza en buena parte se explica por el terruño (es decir, cómo está conformado el suelo). Por tanto, esa pizarra tan característica, casi con nombre propio (licorella), es un ingrediente fundamental para obtener un rédito económico. Y si se trata de publicitar el vino, habrá que decir algo del terruño, puesto que esto es importante para los amantes del vino. Hay que añadirle el turismo que viene a remolque del sector vitivinícola (apartamentos turísticos, restaurantes, bodegas que hacen enoturismo, etcétera). El mundo económico prioratino, pues, hace referencia a este tipo de pizarra usando el término llicorella, que atrae a más clientes porque singulariza aquella tierra. (Esto mismo se puede hacer con la flora, la fauna y la gastronomía de lugares como Els Ports, el Delta, el Montseny, las Guilleries o los valles pirenaicos.) Resumiendo: usar un dialectalismo puede ser... ¡fuente de riqueza económica!