La directora catalana Carla Simón se hizo con un sitio importante en la historia del cine el pasado febrero tras ganar el Oso de Oro a la mejor película con Alcarràs, un filme costumbrista rodado en Lleida durante la cosecha del melocotón que pone el foco en las relaciones familiares de los Solé, una familia dedicada a la agricultura. La película —que se estrena mañana en las salas de cine— es la primera que se proclama vencedora en la Berlinale en catalán, pero no sólo eso: los personajes están interpretados por personas anónimas, vecinos y vecinas del Segrià, y no por actores profesionales. Los castings duraron un año y pasaron por las pruebas más de 9.000 aspirantes: entre ellos, Ainet Jounou y Albert Bosch, dos de los protagonistas de Alcarràs, que han pasado de ser personas totalmente desconocidas a llenar páginas de diarios que quieren conocer todas las curiosidades de su incorporación al mundo del cine.

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Albert Bosch tiene 18 años y entró a formar parte de la película porque la misma directora lo escogió mientras estaba en unas fiestas populares de su pueblo. En Alcarràs, se convierte en Roger, pero asegura que interpretar a su personaje es casi como interpretarse a sí mismo. Si no fuera por la promoción del filme, como también ha explicado en varias entrevistas, estaría haciendo tareas en el campo. Sus compañeros de reparto se han convertido en su propia familia, tanto Jordi Pujol y Anna Otin, sus padres en la ficción, como sus hermanas ficticias, Xènia Roset y la más pequeña de todos, Ainet Jounou. Esta última, de tan solo 8 años, también se ha convertido en una de las caras más visibles y genuinas de la película.

Alcarràs
Los protagonistas de Alcarràs no son actores profesionales. / Avalon

Lo que pretendía Carla Simón con este casting era buscar perfiles autóctonos y concretos para poder explicar de primera mano la realidad de una familia de campesinos. El filme es un episodio casi bucólico que pone la vida del pueblo a la gran pantalla, en un intento victorioso de hablar de una realidad y de un estilo de vida que no suele ni llenar titulares ni ser de interés para la mayoría. Es innegable que, más allá que en el sector cinematográfico, la película ha tenido un impacto importante en la vida de sus actores, que han pasado de ser perfiles totalmente desconocidos a ser los protagonistas de la primera obra catalana premiada con el Oso de Oro en el Festival de Berlín.

¿De qué va Alcarràs?

Esta película catalana es un drama familiar que habla de las herencias, las tradiciones y el espíritu de comunidad. Una familia de agricultores ve que ya no podrá cultivar melocotones el terreno que sus miembros han trabajado durante décadas porque el nuevo propietario, el heredero de las tierras, quiere instalar placas solares. Aunque este quiere que continúen haciéndose cargo de esta nueva tarea, la familia tendrá que escoger entre la supervivencia o la propia identidad. Igual que en Verano 1993 —pero menos fiel a la realidad— Simón construye una historia a partir de vivencias personales y próximas: sus tíos se han dedicado toda la vida a cultivar melocotoneros, y la directora tuvo la inquietud de preguntarse qué pasará con la agricultura en un momento en que los trabajos en el campo no se valoran como deberían.