El próximo domingo 18 de julio la exposición La guerra infinita. Antoni Campañà. Les tensions d'una mirada (1906-1989) llega a su final, aunque como bien indica el título de esta muestra comisariada por el historiador Arnau González i Vilalta, el periodista Plàcid García-Planas y el nieto del fotógrafo Toni Monnè, las instantáneas del fotógrafo arbuciense no encontrarán nunca fin. La memoria es un cajón que no entiende de calendarios, y la fecha escogida para cerrar la retrospectiva sobre el periodo documentalista de Antoni Campañà (Arbúcies, 1906 - Sant Cugat del Vallès, 1989) durante la Guerra Civil tampoco es casual, como buenamente se puede comprender: el 18 de julio es el día del levantamiento militar fascista por parte de los sublevados.
Que el MNAC cierre una exposición sobre la Guerra Civil justo el día que se cumplen años del inicio de la guerra es toda una performance en sí misma, pero llena de significado, ya que de la Leica de Campañà salieron algunas de las fotografías más icónicas de la Guerra y Revolución que sacudió nuestro país entre 1936 y 1939. Desde la marcha de los milicianos en el frente y las consecuencias de los bombardeos hasta el desfile franquista de la victoria, la muestra expone casi tres centenares de imágenes que capturan la exhibición de las momias de las monjas a los conventos asaltados o las colas de los comedores populares. Las imágenes de un periodo histórico, el de la Guerra Civil, que en este año 2021 centra uno de los dos grandes ejes temáticos del MNAC.
Arte, conflicto y memoria
Las imágenes de Antoni Campañà, sin que su autor lo supiera, sirvieron a los vencedores para ilustrar Alzamiento, revolución y terror rojo en Barcelona, motivo por el cual Campañà decidió recuperar sus fotografías y las escondió eternamente antes de ganarse la vida como fotógrafo publicitario, de deportes o como autor de postales turísticas catalanas. El descubrimiento el año 2018 de las fotografías y, especialmente, la publicación de La caixa roja, publicado por Comanegra, sirvió para iniciar la revalorización de un fotógrafo artístico que antes del conflicto había ganado premios internacionales y que observó aquel enfrentamiento bélico poniendo más énfasis en la belleza y el escrutinio psicológico que en la ideología.
La guerra infinita de Campañà no es la única muestra sobre la guerra que puede visitarse ahora mismo en Montjuic, sin embargo. En otras coordenadas, Francesc Torres también revisiona la Guerra Civil a Aeronáutica [quiere] interior, donde reflexiona sobre la ambigüedad entre el arte y el no arte en el contexto de un conflicto bélico. El origen de la instalación radica en su visita del autor en el histórico Campo de Aviación de La Sènia, construido por el Gobierno de la II República apenas empezada la Guerra Civil Española. ¿Ofrecían aquellos pilotos republicanos una especie de ofrenda a una causa? Para explicar el vínculo entre el sacrificio bélico y el sacrificio por la fe religiosa, Torres juega con la iconografía de la crucifixión y, en especial, con la pintura gótica del martirio de Sant Pere, del maestro Pere Serra (siglo XIV).
Tres días antes que acabe la muestra sobre Campañà, el MNAC inaugura también El museo en perill!, una muestra sobre la salvaguardia del arte catalán durante la guerra. A raíz del estallido de la Guerra, la Generalitat emprendió, de forma urgente, una tarea que fue decisiva para la conservación del patrimonio artístico catalán. Lo hicieron posible varias personalidades, entre las que destacan a Joan Subias, Josep Gudiol, Miquel Joseph i Mayol y, especialmente, Joaquim Folch i Torres, impulsor y primer director del actual Museu Nacional d'Art de Catalunya y víctima de la represión posterior a la Guerra. Una muestra, en definitiva, que ofrece la oportunidad de captar la historia de como hace ochenta y cinco años algunas personas se jugaron la vida para trasladar y preservar las obras de arte del museo, es decir, salvaguardando encontes para nosotros aquello del cual podemos disfrutar hoy.