La obesidad es una enfermedad crónica tratable que se define por un exceso de grasa en el tejido adiposo y que acarrea unos efectos negativos en todo el organismo. En la actualidad, se ha convertido en un trastorno de tendencia epidémica en el mundo y es uno de los retos más difíciles a los que se enfrenta la salud pública. La prevalencia es alarmante, es la epidemia del siglo XXI. No solamente afecta al  primer mundo, sino que es una situación que está creciendo de una forma exponencial en países en desarrollo. En España uno de cada cinco adultos padece obesidad, es decir, que esta patología alcanza a un 21,6 por ciento de la población, y el sobrepeso se da casi en el 40 por ciento de la población. Son unas cifras preocupantes y que además aumentan con la edad.

Obesidad: la epidemia del Siglo XXI

Ante esta situación y con el objetivo de concienciar sobre la necesidad de mantener unos hábitos de vida saludable, llevar una dieta adecuada y realizar actividad físicala Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y la Seedo, llevaron a cabo la campaña Cuida tu peso, cuida tu memoria.

Obesidad y Demencia
Obesidad y Demencia

Así mismo, los especialistas recalcan que no sólo es importante la presencia de obesidad, sino también la distribución de la grasa corporal. La obesidad puede ser de dos tipos: ginoide (en forma de pera) u androide (en forma de manzana), y es en este último en el que se acumula la grasa en el abdomen.

Un factor de riesgo de ese cúmulo de grasa en el abdomen es el deterioro cognitivo y las demencias. Esto produce alteraciones funcionales en el sistema nervioso, causando problemas de memoria, de aprendizaje o de ejecución. Son los pacientes con obesidad en edad media, es decir, entre los 50, los que tienen un mayor alcance de padecer este tipo de problemas si los comparamos con las personas normopeso.

Efecto de la obesidad en el sistema nervioso

Uno de los mecanismos que parece asociar deterioro cognitivo y demencia es la presencia de resistencia a la insulina en los pacientes con obesidad, especialmente cuando se localiza en la zona abdominal.

Otro de los factores, es que las personas con obesidad pueden presentar enfermedades cardiovasculares asociadas como la diabetes, la dislipemia o la hipertensión arterial, que influyen de manera negativa sobre el riesgo sanguíneo cerebral y, por tanto, contribuyen al deterioro cognitivo.

Cómo prevenirlo

No obstante, la buena noticia es que actuar contra la obesidad puede revertir en parte ese deterioro cognitivo. De hecho, se sabe que perder peso reduce a la mitad ese trastorno. Además, la realización de ejercicio físico de manera regular tiene efectos beneficiosos sobre los factores de riesgo y mejora la síntesis neuronal.

A través de la campaña que hemos mencionado anteriormente, la SEEN y la Seedo ofrecen una serie de pautas para mantener un peso lo más saludable posible, disminuir las complicaciones asociadas a la obesidad y mejorar la calidad de vida:

  1. Controlar el tamaño de las raciones, así como comer con moderación.
  2. Mantenerse activo. Realizar al menos 30 minutos de ejercicio al día.
  3. Comer todos los días 5 raciones o piezas de verduras y frutas.
  4. Limitar la comida rápida.
  5. Comer despacio y evitar hacerlo frente al televisor.
  6. Beber agua para hidratarnos, no refrescos.
  7. Moderar el consumo de azúcar.
  8. Mantener la mente activa a través de juegos de memoria, lectura, aprendizaje de idiomas, instrumento musical…
  9. Realizar un descanso nocturno adecuado.
  10. Si es necesario acudir a un médico o profesional especializado.