Un estudio español ha tratado de indagar por primera vez en los efectos en el tramo de edad de 6 a 14 años de los cambios acelerados que ha vivido la sociedad en los últimos años. La preadolescencia, entre la niñez y la pubertad, se avanza hasta los 11 años, momento en el que los menores empiezan a sentir y comportarse como auténticos adolescentes. Quienes más lo acusan son las niñas, aunque la diferencia con el sexo masculino no es demasiado significativa. A pesar de que el trabajo muestra un porcentaje bajo de problemas importantes, denota cierta rendición de algunos educadores, el impacto excesivo del consumismo o la persistencia de diferenciaciones por género en una sociedad que, en teoría, ha dejado atrás los estereotipos familiares.

La adolescencia llega antes. Se avanza hasta los 11 años, momento en el que los menores comienzan a tener sensaciones, por tradición, ligadas al periodo adolescente y a los adultos. Esto se traduce en las actividades que demandan a los padres y en su modo de vestir. Ésta es una de las principales conclusiones del estudio «Infancia y familias. Valores y estilo de educación», llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Valencia, que explica una gran parte del comportamiento de los niños entre 6 y 14 años.

 

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Aunque puede ser la labor más ardua del mundo, el trabajo de los progenitores acaba por conformar los hábitos y conductas de los hijos

 

Tipos de padres y madres

En última instancia, el trabajo de los progenitores acaba por conformar los hábitos y conductas de los hijos, de modo que estos cambios se sobrelleven de la mejor manera posible. Aunque puede ser la labor más ardua del mundo, disciplina y cariño son la clave para conseguir equilibrar una balanza muy frágil, como lo es hallar la proporción adecuada entre castigo y recompensa. Respecto a la relación familiar, el estudio concluye que se dan cuatro grupos: progenitores permisivos/cohibidos, autoritarios/disciplinados, democráticos/equilibrados y sobreprotectores/controladores.

En el primer caso, se evita a los hijos cualquier esfuerzo y hay miedo a imponerles normas. Se acostumbran a dar premios excesivos a actividades cotidianas que deberían resultar normales. Los autoritarios, por otro lado, no usan el diálogo para negociar con los hijos. Todo se basa en normas, órdenes y castigos excesivos. Los padres y madres democráticos establecen normas y premios razonados, apoyan la autonomía del hijo, proporcionan responsabilidades y, por último, tratan sin violencia pero con firmeza. Los sobreprotectores tienden a limitarles la exploración del mundo, bien sea por miedo a que sufran daño, bien por un exceso de cuidado.

 

La hormona de la niñez

Un equipo de investigadores ha publicado un estudio que confirma que la hormona IGF-1 tiene un papel clave en la coordinación de las fechas de inicio de la pubertad, la primera fase de la adolescencia. Según los científicos, el inicio de la pubertad se desencadena por la liberación de la hormona que libera a su vez gonadotropinas (GnRH) de las células nerviosas en el hipotálamo.

El estudio, llevado a cabo en ratones, mostró que a los roedores que se suprimió el receptor de IGF-1 se les retrasó el desarrollo de la pubertad, pero su fertilidad era normal. Por otra parte, la administración de IGF-1 a ratones hembras normales desencadenó la pubertad.