Uno de los componentes principales que forman parte de una gran proporción de procesos terapéuticos deviene la gestión de las emociones, especialmente de aquellas que nos desestabilizan negativamente o aquellas que poseen una connotación desagradable como la rabia, la preocupación (miedo) o la tristeza.

Un principio básico en el trabajo psicológico de las emociones es el aprendizaje tanto de su identificación, su manejo y su expresión de forma adaptativa. Los procesos contrarios, es decir, la represión o la evitación conllevan usualmente a la aparición de malestar significativo en el medio y el largo plazo. En este sentido, y especialmente ante las emociones perturbadoras, es útil recurrir al Mindfulness, o Atención Plena, para gestionarlas.

 

Parece necesario entrenarse en “desidentificarse” con la emoción intensa experimentada en un determinado momento con el fin de poder analizarla

 

La identificación de las emociones perturbadoras

Uno de los objetivos principales en la consecución de estabilidad y bienestar emocional implica lidiar con los sentimientos que se generan tras la vivencia cognitiva de una situación concreta, procesarlos de forma racional y realista y, finalmente, emitir una respuesta de aceptación y asimilación adecuada de dicho malestar. Este es un proceso fundamental en la consecución de este objetivo, que recae en "calmar la mente y ver con claridad".

Parece necesario entrenarse en “desidentificarse” con la emoción intensa experimentada en un determinado momento con el fin de poder analizarla con mayor perspectiva y mayor claridad.

 

emociones
 

 

El afrontamiento de las emociones perturbadoras

Os proponemos un conjunto de siete pasos, cuyos componentes pueden ser alterables en su orden o aparición, que pueden servir como guía en el afrontamiento de emociones difíciles de gestionar ya sea por su intensidad o por su profundidad:

1. Parar

Dejar de hacer aquello que se tiene entre manos (una acción, una conversación, etc.), interrumpiendo la reacción emocional instintiva perturbadora que se ha derivado de un acontecimiento en concreto.

2. Respirar profundamente

Realizando 5 respiraciones desde el diafragma, respetando el ciclo 5-8 (5 segundos de inspiración y 8 de expiración).

3. Tomar conciencia de la emoción y de los cambios corporales

Se trata de identificar qué emociones se están produciendo y los pensamientos que acompañan a la emoción, así como si vienen acompañados de una intención conductual (una respuesta comportamental).

4. Aceptar la experiencia

A partir de la vivencia activa y consciente de la emoción, se suceden una serie de fases de aversión, curiosidad, tolerancia, permiso y amistad hacia la emoción en cuestión.

5. Autocompasión

Consiste en darse afecto y cariño a uno mismo, en lugar de emitir juicios de culpabilidad o rabia, por ejemplo, al haber sentido dicha emoción perturbadora.

6. Soltar

Este paso implica diferenciar la emoción del “Yo”, la desidentificación, para dejar ir dicho sentimiento.

7. Decidir actuar o no actuar

Hacer esto en función de las circunstancias de la situación, valorando los beneficios e inconvenientes de emitir una respuesta en ese momento.