Aunque en ocasiones no nos demos cuenta, en casi todo lo que hacemos estamos gestionando lo que hacemos. Sentimos rabia y la expresamos o no según la situación, valoramos si decirle o no algo a alguien, escogemos una forma u otra de actuar para alcanzar una meta, posponemos la obtención de una satisfacción inmediata para alcanzar otra mayor posteriormente… Estamos hablando de autorregulación. En este artículo vamos a hacer un breve análisis respecto a lo que supone este concepto.

 

El concepto de autorregulación incluye una categoría amplia de diferentes habilidades entre las que puede incluirse la capacidad de inhibición conductual, el monitoreo de la propia actividad, la flexibilidad mental, la autoevaluación, la motivación o la fijación y seguimiento de planes

 

El concepto de autorregulación

Podemos entender como autorregulación o autocontrol a la capacidad o al conjunto de procesos que llevamos a cabo por tal de gestionarnos con éxito a nosotros mismos. Esta capacidad permite que analicemos el entorno y respondamos en consecuencia pudiendo cambiar nuestra actuación o perspectiva en caso de necesitarlo. En definitiva, hace que podamos dirigir nuestros pensamientos, emociones y conducta hacia la correcta adaptación en el medio y el cumplimiento de nuestros deseos y expectativas en base a las circunstancias contextuales.

La autorregulación no sólo se da a nivel conductual, sino que también la aplicamos cuando gestionamos nuestros pensamientos, emociones y capacidad para motivarnos (aspecto con el que se encuentra ampliamente vinculada).

El conjunto de procesos llevados a cabo son en gran parte conscientes, requiriendo la capacidad de automonitorizarse o pautar el propio comportamiento, autoevaluarse o dar un juicio de valor a la propia actuación, sentimientos o pensamientos, autodirigirse o enfocarse hacia una meta y autorreforzarse o obtener gratificación interna ante la consecución de ella o la realización de la conducta dirigida a ella. Sin estas capacidades no podríamos dirigirnos de forma adaptativa.

 

autorregulación
 

 

¿Desde dónde nos autorregulamos?

Se trata de una habilidad que no es completamente innata sino que se va desarrollando y fortaleciendo en base a nuestro aprendizaje y las circunstancias y estímulos que forman parte de nuestras vidas. A nivel biológico se corresponde en gran medida con el desarrollo del lóbulo frontal, y especialmente el lóbulo prefrontal. 

Una alteración o retraso en dicho desarrollo provocará una mayor dificultad a la hora de regular la propia conducta. Pero también es imprescindible la presencia de conexiones entre éste área y otras estructuras tales como el sistema límbico, los ganglios basales o el cerebelo.

 

Principales elementos que influyen en la autorregulación

El concepto de autorregulación incluye una categoría amplia de diferentes habilidades entre las que puede incluirse la capacidad de inhibición conductual, el monitoreo de la propia actividad, la flexibilidad mental, la autoevaluación, la motivación o la fijación y seguimiento de planes, formando parte de ella un amplio número de funciones ejecutivas.

También influyen en la capacidad de autorregulación la capacidad de pensar sobre el propio pensamiento o metacognición, la percepción de control sobre las situaciones, las expectativas y la percepción de la autoeficacia. Se ve facilitada y depende en gran parte de las autoinstrucciones que nos damos a nosotros mismos y permiten conducirnos. La anticipación de recompensas o de evitación de castigos y las características de éstos también participarán de dicha autorregulación

 

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La autorregulación nos permite gestionar nuestra propia actividad y hacerla adaptativa, con lo que resulta imprescindible para nuestro correcto funcionamiento en sociedad. El hecho de que no podamos regularnos correctamente va a generar problemas tales como dificultades a la hora de empezar o dejar de realizar determinada conducta, identificar factores como la necesidad de cambiar de estrategias, enlentecimiento generalizado, menor nivel de eficacia y productividad y dificultades para mantener fijo o bien forzar el cambio de foco atencional.