El cuerpo tiene una reacción inflamatoria ante la llegada de un patógeno invasor o cuando se produce una herida, como reacción de defensa. Es natural y beneficiosa para el organismo. El problema es cuando esa invasión se vuelve crónica debido a unos hábitos de vida inadecuados, porque entonces es cuando aumenta la probabilidad de sufrir desde cáncer y enfermedades cardiovasculares hasta artritis y depresión.

Los expertos tienen claro cuál es la alimentación antiinflamatoria: frutas, verduras, cereales integrales, frutos secos, semillas y pescado graso. Con ellos se puede elaborar una dieta equilibrada y que produzca beneficios tangibles en nuestro organismo.

Pero existen otro tipo de alimentos que provocan el efecto contrario, una reacción inflamatoria. Según un estudio llevado a cabo por la Escuela de Salud Pública de Harvard y publicado por el Journal of the American College of Cardiology, estas cuatro categorías de alimentos han sido catalogadas como los elementos más inflamatorios que pueden aumentar el riesgo de enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular: carne roja, carne procesada (como tocino o fiambre), cereales refinados (dulces o pan blanco) y bebidas azucaradas.

Refresco de cola

Pero, ¿cómo exactamente afectan los alimentos inflamatorios la circulación dentro del corazón y el cerebro? Los biomarcadores inflamatorios específicos se han relacionado con la aterosclerosis o la acumulación de placa en las arterias que puede estrecharlas e impedir el flujo regular. Los niveles bajos a largo plazo de inflamación crónica dentro del cuerpo pueden promover esta acumulación. Con el tiempo, la inflamación también puede hacer que estas placas se desprendan y provoquen coágulos de sangre que provoquen un ataque cardíaco o un derrame cerebral.

Para llevar a cabo el estudio, los expertos realizaron un seguimiento a más de 210.000 personas a partir de 1986 e incluyeron seguimientos cada cuatro años durante un total de 32 años.

Según los autores del estudio, “usando un índice dietético basado en alimentos desarrollado empíricamente para evaluar los niveles de inflamación asociados con la ingesta dietética, encontramos que los patrones dietéticos con un mayor potencial inflamatorio se asociaron con un mayor tasa de enfermedad cardiovascular. Nuestro estudio es uno de los primeros en vincular un índice inflamatorio dietético basado en alimentos con el riesgo a largo plazo de enfermedad cardiovascular”.

Al controlar el índice de masa corporal, los antecedentes familiares de enfermedades cardíacas, el nivel de actividad y el uso de multivitaminas, los investigadores descubrieron que una dieta de comidas proinflamatorias se asoció con un riesgo 46 % mayor de enfermedad cardíaca y un riesgo 28 % mayor de accidente cerebrovascular, en comparación con a los que llevaban una dieta más antiinflamatoria. Si bien esas cuatro categorías de alimentos y bebidas fueron los principales culpables, los científicos también recomiendan limitar los alimentos fritos y las vísceras.