Una vez los propietarios del edificio Estel, antigua sede de Telefónica en Barcelona, han llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento de Barcelona para desencallar la licencia de obras después de doce años de parálisis, ya está todo a punto para empezar las obras de rehabilitación de este inmenso edificio situado en el Eixample, situado en la manzana delimitada por la avenida Roma y las calles Calàbria, Viladomat y Mallorca, que comportará una inversión de más de ochenta millones de euros por parte de la gestora de inversiones inmobiliarias alemana FREO y el fondo global de crédito Bain Capital, con la previsión de terminar las reformas a finales del año 2024 y convertirse en un nuevo complejo de oficinas.

Según ha adelantado la agencia ACN, las consultoras CBRE y JLL, que comercializarán los espacios, prevén que las obras acaben a finales del 2024 y sumen más de 50.000 metros cuadrados de oficinas con servicios como gimnasio o salón de actos. La reforma irá a cargo del despacho de arquitectura BCA y tiene como principales atractivos su ubicación en el Eixample y la proximidad a servicios como la estación de Sants, situada a menos de 900 metros en línea recta por la avenida Roma. "Este es el proyecto de regeneración urbana de oficinas mayor en el centro de Barcelona y ayudará a atraer a grandes empresas que, hasta ahora, se habían visto con la necesidad de salir de la ciudad para encontrar este tipo de superficie", ha destacado Lindy Garber de CBRE. Desde JLL destacan el estilo "vanguardista" de la construcción y la gran cantidad de espacio para alquilar.

La reforma integral de la antigua sede de Telefónica en la capital catalana busca dar paso a una nueva etapa para este inmueble que hace años que está abandonado y en mal estado. Después de la venta del edificio por parte de la antigua compañía pública en 2007, el edificio ha sido adquirido por diferentes propietarios con proyectos fallidos diferentes, de hecho, ha estado semiabandonado durante una docena de años, aunque puntualmente se han hecho algunos trabajos de mantenimiento. Su esqueleto de hormigón impactaba por su grandiosidad y estado de deterioro, ya que se trata de uno de los edificios más grandes del Eixample. Los vecinos de la zona ya habían expresado sus quejas en reiteradas ocasiones, ya que al abandono del edificio había que añadir varios intentos de ocupación.

Ahora, una vez el jueves la comisión de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona desencalló la licencia de obras para reformar integralmente el edificio de trece plantas, gracias a un acuerdo con los propietarios, que tendrán que pagar 1,73 millones de euros por la licencia y el impuesto de construcción, ya hay luz verde para la reforma, que prevé dedicar el edificio a oficinas, además de abrir cuatro locales comerciales en los bajos y en sus cinco plantas subterráneas habilitar 418 plazas de aparcamiento para coches, 303 para motos y 420 para bicicletas.